El texto que se encuentra en cursiva es una recopilación de frases aparecidas en los diferentes discursos escritos por la activista sueca Greta Thunberg. Greta, con solo 16 años, ha sido capaz de hacer algo que décadas de investigación científica no han logrado: movilizar a millones de personas por todo el planeta para la lucha más importante que afronta el ser humano como especie. La lucha contra el cambio climático. Cada vez más latente a pesar de los discursos negacionistas de muchas personas y políticos que no creen en ello. 

Greta, convertida en icono mundial gracias a su forma de hablar, de pensar, a su madurez y a los pocos reparos que tiene a la hora de decir lo que piensa, despierta admiración y odio a partes iguales. Usando sus propias palabras, con Greta todo es “blanco o negro”. Lo bueno y lo malo de la especie sale a relucir cada vez que esta niña sale a la palestra. 

Con este artículo no se pretende valorar la utilidad de la Cumbre por el Clima que se celebra estos días en Madrid y que ha reunido a líderes y delegaciones de 196 países para intentar buscar soluciones que reduzcan las emisiones de CO2 y gases de efecto invernadero. 

Con Greta sucede una curiosa, o la amas o la odias, no hay términos medios. En lo personal estoy totalmente a favor de su mensaje ecológico y de los esfuerzos que realiza para ser reducir su huella ambiental. En ese sentido, si todos fuésemos un poco más como Greta, tal vez haríamos mejorar las cosas. Greta, para mí, es el ejemplo de predicar con el ejemplo. Y hay que recordar que ella era una niña normal y corriente, no siendo hasta que en su colegio visionó un documental sobre el cambio climático que empezó a implicarse contra el mismo. Quizá, como ella misma dice, si esta crisis fuese tratada de forma mucho más seria por medios de comunicación y comunidades de aprendizaje podríamos abordar el asunto con mayor unión que la que hemos mostrado hasta ahora. Greta, con su retórica directa, sin medias tintas, diciendo a los que mandan lo que no quieren oír y acusando su vaguedad a la hora de abordar la crisis climática, ha embriago a millones de persona en todo el mundo, especialmente jóvenes, demostrando que nadie es demasiado pequeño para marcar la diferencia. El mensaje de Greta Thunberg se puede resumir en lo siguiente: haced caso de los científicos. Y en este sentido la ciencia lleva décadas siendo ignorada. Quizá por eso Greta y el resto de jóvenes que la siguen hayan decidido faltar los viernes a clase e intentar hacerse oír entre esa maraña de poderosos que no quieren sino aumentar sus ya abultados capitales a costa del futuro, no solo de los más jóvenes, sino de todos. Y los datos están ahí. Los efectos del cambio en el clima están ahí, al alcance de todos. Lo vemos a diario. Lo sufrimos a diario. 

Frente a esta marea de apoyo, cariño y unión que despierta la joven Greta, hay quien aprovecha para atacarla. Y lo hacen dirigiéndose a ella personalmente, metiéndose con su físico, su forma de hablar, burlándose de su síndrome. He visto y leído como periodistas de fama nacional de los que me ahorraré el nombre, directamente la insultan y la ridiculizan, relegando su mensaje al olvido ¿Qué clase de adultos civilizados somos que no respetamos a una niña de 16 años? Una niña de 16 años que ha demostrado tener mucha sensibilidad que cualquiera de nosotros ¿Qué sociedad formamos si dejamos que un puñado de retrógrados que pretenden ser graciosos humillen a una joven que nunca ha pedido estar dónde está? Entiendo que haya personas que no estén de acuerdo, que no crean en el calentamiento global y expongan sus ideas de forma coherente, lo que no entiendo, ni acepto, ni podré aprobar es que para ello deban humillar e insultar a una niña, llámese Greta Thunberg o como quiera llamarse. 

Greta, la niña, la ignorante, la manipulada y la vividora, pregona unión y lucha. Los adultos, los maduros, los que saben de qué va el asunto, pregonan el insulto y la señalan como un bicho raro que debemos apartar. No sé ustedes, pero yo, ante estas dos posturas, tengo claro cuál quiero usar de ejemplo. 

Greta Thunberg solo es la cabeza visible de un movimiento mucho mayor, el movimiento de los jóvenes, de la ciencia, el movimiento de aquellos que se echan a las calles para decirle a los políticos que no les creemos, que no nos engañen más, que, al igual que el cambio climático ya está aquí, ahora toca que el cambio llegue a nuestras instituciones y políticas contaminantes. Greta nos señala un camino que ya teníamos marcado antes y lo hace pidiéndonos que no la miremos a ella sino a los científicos y activistas que trabajan duro para paliar esta crisis, porque no se engañen, esto es una crisis, una especialmente grave. En lugar de insultarla y humillarla, deberíamos mirarnos nosotros y preguntarnos ¿Qué es lo que estamos haciendo? Tal vez si logramos que los que tienen el poder asuman su responsabilidad, ni Greta ni ningún otro niño o niña tendrán que asumirla.