¿Nerviosos? Un poco sí, ¿verdad? ¿Quién sería capaz de abandonar la idea de que dejar una sola uva de las doce en el plato no sería desechar un mes del calendario?

Después comenzará el toque de las campanadas...la concentración en el sonido y en nuestros acompañantes o en nosotros mismos. Al menos un par de minutos para recordar al año 2019 y aparecen las imágenes de aquello que ganamos o que perdimos..

Resulta relativamente largo, un tiempo tan relativamente corto, cuando además nuestra boca apenas ya puede articular palabra y desde la responsabilidad de engullir la representación de  la suerte para doce meses venideros en doce uvas...es entonces, cuando casi llegando al esfuerzo de la última deglución tendremos que gritar "¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!!!"

Pero...repetid una vez más este año la ceremonia. No renunciéis a la magia del presagio y el encantamiento de la felicidad...

Doce campanadas, doce uvas, un abrazo, un beso, un brindis, un deseo...un baile...todo listo para soñar y pedir con los ojos cerrados y apretados como los de un niño frente a las velas de su tarta de cumpleaños, cumplir vuestro anhelo  en un año a estrenar, en un calendario en blanco, en una agenda todavía sin apuntes...todo comienza de nuevo, 2020 nos brindará otras oportunidades. No sabemos que traerá ni que se llevará, pero lo recibiremos está noche como se merece, y vestidos de optimismo para la ocasión.

Mis mejores  deseos para este nuevo año, el  comienzo de los nuevos y quién sabe si como de locos años veinte, este año que será otra vez, o  nuestro año, o al menos nuestro durante 366 días ¡Disfrutémoslo!

¡¡¡FELIZ AÑO 2020!!!!