Desde
siempre he pensado que quien se dedica a la política debe vivir la
calle, debe escuchar, mirar, andar e incluso oler las calles. Es la
mejor manera de oír a las personas, ver las
dificultades, tropezar con los obstáculos y respirar las limitaciones y
necesidades de un lugar y de sus gentes. Este es el principio de
nuestras políticas: la cercanía.
En
enero del año 2000 entró en vigor el traspaso de transferencias
educativas. Lo que para los más conservadores supuso una ruptura del
territorio, para otras y otros supuso la posibilidad
de hacer una política educativa más cercana. Nuestra comunidad, como
otras hicieron un poco antes, pasó a asumir las competencias en
Educación.
Esta
asunción de competencias supone la cercanía del Estado al pueblo. Tras
veinte años hemos consolidado este modelo de participación y de
implicación de la comunidad educativa, convirtiendo
la educación en un sistema vertical y más democrático. Esta cercanía de
los representantes políticos de la Educación hacia el pueblo supone
también el avance en otros aspectos más técnicos y menos visibles pero
que significan un trenzado total entre ciudadanía,
sociedad y políticas educativas. La planificación educativa se adapta
al territorio, por ejemplo, localizando las necesidades de una comarca y
proponiendo estudios que sirvan para su desarrollo, también un control
de ayudas más inmediatas a los centros educativos
y al alumnado, o solucionando los problemas más rápidamente; se adapta a
su gestión desde el conocimiento de los recursos, por ejemplo, la
distribución del profesorado a sus centros más próximos, motivándolos e
implicándolos en sus localidades; y se adapta,
también, a los rasgos diferenciales de una población, por ejemplo, con
programas innovadores y otorgando a los centros capacidad normativa y de
decisión.
Gracias
a todo ello hay una mayor supervisión de la actividad y se corrigen
desigualdades y desequilibrios del sistema educativo, es decir, se busca
y se consigue, en la mayoría de los
casos, la eficiencia. Un concepto este último que definiría lo que ha
supuesto el traspaso de las competencias educativas a las autonomías. El
Estado da y las comunidades autónomas distribuyen según sus
necesidades. ¿Quiénes mejor que Castilla-La Mancha y
los castellano-manchegos conocen esas necesidades?
Esto
no quiere decir que España tenga diecisiete sistemas educativos, en
absoluto. España tiene un único sistema educativo con variantes que se
adaptan a la población que vive en ellas.
No son sistemas educativos aislados. El Estado permanece ahí,
protegiendo e inspeccionando para que todos nos encontremos en el mismo
espacio educativo a pesar de que no estemos en el mismo lugar. Las
variantes autonómicas son las que crean el sistema educativo
español.
Este
es un sistema más transparente, dinámico, de intercambio, eficaz y
eficiente que busca el objetivo de una mayor calidad educativa.
Eficiencia, diversidad, igualdad, calidad, entre
otras, son las virtudes que, desde hace veinte años y gracias a la
descentralización educativa, potenciamos y celebramos en Castilla-La
Mancha.
Emiliano García-Page,
Presidente de Castilla-La Mancha
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Jueves, 2 de Mayo del 2024
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