¿Son importantes la agricultura y la ganadería para el conjunto de España?
Ateniéndonos al dato macroeconómico puro y duro, sólo representan el 2,7 por
ciento del Producto Interior Bruto (PIB). Pero parece necesario ampliar el foco
para poder responder con mayor precisión a la pregunta con que se inicia esta
entrada. Si le sumamos la industria agroalimentaria -primer subsector
industrial español-, que transforma las materias primas del campo,
mayoritariamente producidas en el medio rural de nuestro país, se alcanza
aproximadamente un 10 por ciento del PIB español, lo que eleva, en
términos económicos, la importancia del sector agroalimentario en su conjunto.
Pero, ¿es este análisis suficiente? No. Sin duda.
Aun siendo muy difícil de cuantificar el peso de lo que la reforma de la
PAC de la Agenda 2000 definió como “multifuncionalidades” de la agricultura, cualquier
ciudadano -o consumidor- puede reconocer la importancia de la actividad agraria.
Hay que contársela. Y hacerlo bien. Ese es probablemente el quid de
la cuestión.
En España disfrutamos, en 2020, de la mayor seguridad alimentaria del mundo. Con lo que esto
supone para la calidad de vida de los españoles. Y para la salud, por supuesto.
Gracias a la agricultura y a la ganadería. También, la conservación y población
del 80 por ciento de nuestro territorio rural, se debe, en gran medida a la
actividad que ejerce el millón aproximado de agricultores y ganaderos,
que son los que viven en nuestros pueblos, invierten y generan
oportunidades de empleo. Es cierto que también hay otras actividades económicas
en el medio rural, muy necesarias todas ellas para asegurar el futuro de los
pueblos, pero cualquier análisis de la realidad rural, pone de manifiesto que,
de manera general, es la agricultura, unida a la industria agroalimentaria, la
causante de las mayores concentraciones de población en nuestro medio rural.
También, es necesario destacar, el papel fundamental que desempeña esta
actividad económica en la conservación del medio ambiente, entendido
en sentido amplio. Atención a los suelos y lucha contra la erosión,
preservación de la biodiversidad, economía circular, creación del paisaje y
ocupación del territorio, desde el punto de vista de la sostenibilidad, para
argumentar la defensa de la PAC después de 2020.
Y, por supuesto, tangibles como la agricultura ecológica, en la que
somos líderes mundiales, productos de calidad diferenciada, únicos en el
mundo, o consumo de productos de proximidad o canales cortos de
comercialización, que se están consolidando ya en Europa, más allá de las
modas.
En definitiva, mucho más que un simple porcentaje sobre el PIB.
Se miré por donde se mire, la conclusión es clara. Nuestra
agricultura es imprescindible para el futuro de España.
Pero hay un argumento más; de esos que tienen gran relevancia política. Y
es que es un tema que marca la agenda mediática europea. La Política
Agraria Común (PAC), que ahora se está reformando, como el resto de
políticas europeas, se está revisando de manera acompasada a las negociaciones
sobre el nuevo ‘Marco Financiero Plurianual’. Es decir, el Presupuesto Europeo,
cuyo debate también está pendiente de concluir.
El nuevo Gobierno tiene un reto apasionante, incluido en el
acuerdo entre el PSOE y Unidas Podemos para esta legislatura: “asegurar un
presupuesto suficiente para la PAC para el periodo 2021-2027”. Una PAC fuerte
en la que es importante contar con los fondos suficientes, pero también
utilizarlos bien, para lo que es fundamental -y así figura también en el
documento de acuerdo mencionado- elaborar un Plan Estratégico nacional
valiente, que priorice las explotaciones familiares pequeñas y medianas,
la agricultura profesional, el relevo generacional o el papel de las mujeres.
Hoy centramos el discurso en el dinero de la PAC porque todavía existen
muchas incógnitas sobre el Marco Financiero Plurianual. La
propuesta de la Comisión, que ha servido de base para la negociación en curso,
suponía un pequeño incremento del gasto comunitario (subiendo el presupuesto
europeo hasta el 1,11% de la renta de todos los Estados Miembros de la UE),
pero, al mismo tiempo, una disminución de fondos para la PAC, a precios
constantes, de un 10,6%, respecto al período 2014-2020. Una minoría de países,
entre los que se encuentra el principal contribuyente, Alemania, apuestan
por una verdadera disminución del gasto, lo que podría representar un golpe aún
más duro para la PAC. O no…
Por otra parte, la última propuesta de la presidencia finlandesa de este
mes de diciembre supone una reducción global de fondos, al mismo tiempo que los
recursos para la agricultura se incrementarían en 10.000 millones respecto a la
propuesta inicial de la Comisión. Este guiño finlandés a Francia y
otros países como España, interesados en una PAC con presupuesto suficiente,
puede significar un giro interesante en las negociaciones. Es ahí donde toca
incidir ahora. No esta escrita la última palabra y hay que apurar todas las
opciones. España puede jugar sus cartas.
Pero es necesario situarse en contexto, para lo que son necesarias algunas
cifras. En 2019, año que acaba de finalizar, España, por segunda vez
-desde su ingreso en la entonces CEE- ha vuelto a ser contribuyente neto a
las arcas comunitarias, es decir, ha recibido menos de lo que ha aportado al
proyecto colectivo europeo. En total, estaba previsto que recibiera 12.439
millones de euros, por diferentes conceptos, incluidas la PAC, las politicas
regionales a través del FEDER o las de empleo, a través del Fondo Social
Europeo.
La PAC es claramente la mayor fuente de ingresos para España procedentes de
la Unión Europea, 5.715 millones de euros, un 46 % de todos los fondos recibidos.
El FEDER, con 2.954 millones de euros, el 23,7% y el FSE, con 1.457 millones de
euros, el 11,7%, se encuentran a mucha distancia.
Así pues, a España le interesa poner toda la carne en el asador en la defensa
de una PAC fuerte, que compense la cada vez mayor contribución de nuestro
país al presupuesto europeo, pero que, sobre todo, sea útil para los españoles,
en forma de alimentos saludables, medio ambiente, paisaje, territorio
o cultura. En definitiva, vida. La nuestra.
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Miércoles, 17 de Abril del 2024
Sábado, 20 de Abril del 2024
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