Opinión

A mi amigo Alejandro Villena

José Antonio Negrillo | Jueves, 20 de Febrero del 2020
{{Imagen.Descripcion}} De izquierda a derecha, Flor, Alejandro y José Antonio (Tinete) De izquierda a derecha, Flor, Alejandro y José Antonio (Tinete)

Eran las 15 horas del día 11 de febrero de 2020, y cuando estaba un poco relajado después de la comida, recibo una llamada telefónica de mi ahijado Jaime, y al abrir el auricular me dice: ”padrino, que el general ha empeorado y lo tenemos en la cama, prácticamente inconsciente,  apagándose como una vela, no sabemos el tiempo que le quedará con vida, `pero creemos que muy poco, te lo digo a ti para que se lo comuniques a la madrina, y ya cuando pase te aviso y tú te encargas de comunicarlo a todos los amigos”, y yo me quedo pensando que se va mi amigo, que se va para mí la mejor persona que  he tenido y he querido. 

De repente, como si fuera una película de las muchas que él grababa, empezaron a venir a mi cabeza todos los recuerdos vividos, toda una vida….

Ahora son las 5 de la madrugada. Juntos desde los 6 años, en el colegio de los Padres Carmelitas, los tiempos de nuestra niñez, primero en la clase de Fray Avertano, luego con el Padre Manuel y de ahí al temido Fray Javier, y  empezando la adolescencia pasamos a primer curso  y ya con nuestros correspondientes compañeros, éramos un montón, 32 o así por clase, y no teníamos traumas ni nada de eso, estudiábamos, unos más y otros menos, yo era de los de menos, y salieron algunos figuras  y un sinfín de carreras que están repartidas por el mundo. No nos daban clases de sexualidad ni cosas de esas, ahora tan importantes, y mira tú también nos arreglábamos.

También teníamos tiempo de divertirnos, había tiempo para todo, íbamos a las eras a jugar al fútbol, a trillar (bueno un simulacro) al hermano Benito a jugar al futbolín etc., y ¡cómo no!  alguna tarde que otra a casa de Alejandrito Villena a la calle de las Huertas a jugar con diversos juguetes y sobre todo con el avión, y le dejábamos el patio a la tía Josefa hecho una leonera, y nos juntábamos algunos amigos, a pasar la tarde.

A Alejandrito, lo teníamos como un poco protegido, pues tenía una pequeña lesión de corazón y entones no era como ahora que hay dos mil medios y lo veía un doctor muy famoso que entones eran de pulmón y corazón, el doctor Picatoste.

Bueno pues ya empezamos a ser mocetes, y claro a fijarnos en las féminas y a tontear el primero que “cae” es Alejandrito con su Mari Blanca, luego como fichas de dominó, fuimos cayendo uno a uno y nadie se salvó de pasar por la vicaría.

Llegaban los carnavales y no perdíamos comba, nos metíamos tutes de 3 o 4 horas en el casino de Tomelloso sin parar de bailar, asomaba la Navidad y cada año en una casa preparábamos la cena y luego el guateque, hacíamos alguna que otra gamberrada, pero sin consecuencias, las romerías con nuestras carrozas, el Quijote, la Mariposa, y Benigno de tractorista y guarda, por si tonteábamos con las novias…. 

Paro de escribir, son las 7 de la mañana, me voy a la cama a descansar. Me levanto a las 9, paso a mi despacho miro el teléfono…tengo un mensaje de mi ahijado Jaime, con mano temblorosa abro el mensaje: “buenos días padrinos, mi padre ya ha descansado estamos en el tanatorio y mañana será el entierro. un abrazo”. me quedé helado, sin saber qué hacer y cómo decírselo a mi mujer, Florita…se ha muerto mi amigo, mi amigo del alma, es una cosa que la estás esperando, pero que cuando llega te da un mazazo, a sabiendas que él está descansando, pero somos tan egoístas que decimos jolín podría haber estado un poco más por éste mundo, sin ser conscientes de su sufrimiento.

Alejandro, que quieres que te diga, que nos has abandonado y nos has dejado huérfanos de tu amistad, porque tú eras el amigo ese que lo daba todo, un tío inteligente, persona honrada, humilde, siempre con tu sonrisa, en los casi 70 años que nos hemos conocido no te he visto nunca una mala cara, y enfadarte eso para ti estaba de más, bueno sí, un día que íbamos de viaje hacia  Ronda, sí que te enfadaste y llevabas razón , pues tu Mariblanca quería ir, y fuimos, a  Arcos de la Frontera, y ya era muy tarde, pero ya sabes donde hay patrón …..pero eso fue un accidente en tu currículum.

Hombre íntegro donde los haya, amante de su familia, sus amigos……sus cepas, su tierra, perfeccionista al máximo, si cogías la cámara para hacernos una foto, nos crecía la barba.  Escuchante al máximo, cuando nos juntábamos toda la pandilla en cumpleaños o todos los sábados en el casino nos mirabas a todos uno a uno, y escuchabas y al rato dabas tu opinión, Alejandro, ¡que solos nos dejas!, cuando iba a tu casa a visitarte y nos cogíamos de la mano, tú me mirabas todo emocionado queriéndome decir algo, yo acercaba mi oído para poder percibir algún sonido de tus labios y me dabas un beso, eso sí con tu sonrisa perenne, yo doy gracias a Dios por haberte conocido y haber compartido contigo y tu Mariblanca, (Mari) para ti, tantos viajes, por toda la geografía española y de fuera de sus fronteras, y te doy las gracias por haber querido ser mi amigo. He leído que te van a proponer para cambiar de nombre tu calle Huertas por Alejandro Villena, no sé cómo te caerá a ti pues siempre has estado a la sombra, has preferido el anonimato, pero si lo hacen, bien hecho será, porque por mucho que te enfades no te vas a bajar del cielo para echarnos una  bronca.

Alejandro, cuando recibas esta carta se la lees a la domadora y le dices que también la queremos a ella y por supuesto que la echamos un montón de menos, a pesar de la guerra que me dio cuando fuimos a las Rocosas de Canadá.

Alejandro, que te he querido, te quiero y te querré siempre.

Y si no hago por aquí fechorías y me porto bien, allí nos juntaremos y nos tomaremos un Torre de Gazate.

UN ABRAZO Y HASTA SIEMPRE

JOSÉ ANTONIO NEGRILLO (TINETE)


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