Una de las películas icono en los años sesenta del cine español fue “Atraco a las tres”, obra coral en la que de manera humorística se escenifica un plan para atracar una caja de ahorros al final de la jornada. José Luis López  Vázquez  recrea a un empleado de banca obsesionado con asaltar su propia empresa. 

El titular de este artículo “atraco a las diez” no hace referencia a la hora sino al número de establecimientos que sufrieron los atracos, atracos muy particulares. 

Hace unos meses apareció la noticia relatando que un tipo más “salido” que el quicio de una puerta después de un terremoto, se dedicaba a atracar farmacias; diez fueron las asaltadas hasta que la policía le echó el alto. Hasta aquí…nada especial, unos de tantos. Lo que los hizo llamativos fue el ansiado y común botín perseguido y conseguido en todas ellas; lo adivinan ¿verdad? Seguro, pero me da que solo a medias. Efectivamente atracaba para hacerse con viagras, cierto es, pero lo apoteósico, no se me ocurre calificativo mejor y acertado, es que el tipo en cuestión se hacía con todas las cajas que había en la farmacia y de paso se llevaba un dinerillo para los gastos de su particular guerra.

Supongo que la policía, una vez detenido lo pondría a buen recaudo porque de continuar suelto habría sido peor que una bomba de racimo, aunque sin “espoleta” cierto que poco podría hacer. Un caso a estudiar por los médicos porque podríamos estar ante un caso del hasta ahora desconocido “síndrome de semental” o de un enorme semental directamente. 

La noticia obvia la frecuencia de estos atracos aunque da a entender que no pasaba demasiado tiempo entre uno y otro, lo que nos hace pensar cuanto menos y en el mejor de los casos, que se trataba de un sujeto con indudable y evidente ansiedad, es decir, cuestión de siquiatras, porque no parece muy creíble que nadie tenga suficiente potencial como para pegar tantos tiros en tan poco tiempo a no ser que le suceda como al del chiste de los supositorios, aquel que iba todos los días a la farmacia a por una caja, ya saben.

Aunque pensando más afondo, existe también la posibilidad de que las robara para coleccionarlas, pero se trata de una hipótesis poco fiable porque nadie colecciona tantos cromos del mismo jugador. Tampoco parece tener visos de credibilidad que las pusiera encima de la mesita de noche y eso que las medicinas en la mesita de noche suelen curar muchas dolencias; en este caso más que curarlas, las crearía porque un cargamento así a la vista debe imponer y mucho…ya supondrán ustedes a quien.

La última posibilidad que se me ocurre es que las vendiera en el mercado negro. Una alternativa que tiene cierta lógica, porque la ganancia sería mayor o menor pero siempre cierta. El problema que plantea esta opción está en la dificultad de situar un punto de venta y exhibir  el consiguiente anuncio para su comercio a no ser que las tuviera ya vendidas pero ¿a quién?...Aunque ahora que lo pienso ¿Y a mí que me importa?