La entrevista telefónica nos sirve para detectar que el ánimo está afectado, pero no ha decaído en una mujer vital por naturaleza. “Al principio, cuando nos tuvimos que meter en casa me preocupé mucho por mi embarazo y surge ese miedo e incertidumbre que habrán sentido tantas personas. Los días del confinamiento van pasando y van pesando. También es difícil escuchar las noticias con las cifras y estadísticas que no son nada agradables. Producen una sensación de agobio y ansiedad. Pero aún así tenemos que sacar fuerzas para animar a todas esas familias que han perdido a algún ser querido o tienen a alguien enfermo”.

Pitu lleva mal la frivolidad y ligereza “con que algunas personas escriben en las redes sociales. Vociferan y meten mierda sin ningún tipo de pudor y eso es algo que no me gusta nada. El problema es que es escribir y decir barbaridades es gratis”.

Ayer, Día Mundial del teatro, Carmen había preparado unos microteatros que se iban  a representar en el Teatro Municipal. “Unas obras en clave de humor que habíamos preparado con mucha ilusión. Lo teníamos todo listo, el teatro alquilado y los carteles listos hasta que dijeron que todo el mundo a nuestra casa y, evidentemente, había que hacer caso. Pero esto lo tenemos aparcado, que quede claro que cuando podamos subiremos a las tablas”.

Pero este parón forzoso no ha detenido la actividad creativa de una mujer que es pura energía. “En principio, y dado también mi estado, no me quería meter en demasiadas  cosas. Pero estoy rodeada de artistas, muchos de ellos jóvenes, que te empujan y animan a hacer cosas. Ahora estamos trabajando en un proyecto muy interesante de danza con efectos audiovisuales. Lo hacemos aprovechando las tecnologías del skype o las multillamadas que dan mucho juego. La verdad es que se aprende mucho con estas cosas”.

Pitu no tiene demasiado claro que una vez que superemos esta crisis de emergencia sanitaria la condición humana vaya a mejorar. “Es cierto que en unos momentos tan difíciles salen a la palestra actitudes solidarias de gente que ayuda a los otros, que se ofrece para llevar comida a las personas mayores o cuidar a los niños, pero al mismo tiempo surgen, como te decía al principio, gente que intenta hacer daño y que lanza mensajes que no vienen a cuento. El ser humano suele olvidar pronto las cosas y no sé si extraerá alguna lección beneficiosa de todo esto”.

A ella le llamó la atención la extrema crueldad con que se trataron a los primeros infectados en Tomelloso. “Hubo un señalamiento y un odio que fue triste y lamentable, ya no solo de jóvenes en el instituto, también de los adultos. Como lamentablemente, el virus se fue extendiendo a más gente, esa familia ya pasó algo más desapercibida y pudo descansar, pero al principio fue terrible”.