Hoy
se conmemora el día Mundial del Medio Ambiente, una efeméride que este
año 2020 recobra una simbología especialmente significativa en un
momento en el que la emergencia
sanitaria sin precedentes por la que está atravesando el planeta
provocada por el coronavirus hace que nos replanteemos nuestra relación
con la naturaleza y con nuestro entorno, cuando los expertos a nivel
internacional reconocen que el deterioro de los ecosistemas
expone a los humanos a virus que antes estaban aislados.
Este
año la ONU ha elegido como tema para conmemorar esta jornada la
biodiversidad, bajo el lema oficial ‘Por la Naturaleza’, avisando que
está al borde del colapso y haciendo
una llamada a los ciudadanos de todo el mundo y, por supuesto, a los
Gobiernos a apostar por la protección de la biodiversidad, como base de
nuestras principales necesidades (agua, alimentación, naturaleza…) para
fomentar políticas que vigilen y aboguen por
su conservación, que todos seamos parte de la solución cada vez más
global y más necesaria a todos los niveles.
El
miedo generado por la pandemia del coronavirus, de una pelotita de
apenas 200 nanómetros, es decir, algo 5.000 veces más pequeño que un
milímetro, tan aparentemente
insignificante que sin embargo ha sido capaz de poner patas arriba todo
nuestro complejo sistema de vida de sociedad desarrollada del siglo
XXI, es una muestra de que ni el más pequeño eslabón de la cadena de la
vida es insignificante.
De
la crisis del Covid19 se pueden extraer numerosas lecciones, desde el
punto de vista sanitario, de seguridad, económico, etc., pero también
desde el punto de vista ambiental.
La explosiva expansión del virus por todo el planeta, nos muestra hasta
qué punto somos vulnerables en una sociedad globalizada, y que estos
problemas deben ser afrontados mediante esfuerzos locales, pero siempre
sin perder de vista el enfoque global.
Otra
cosa que ha puesto de manifiesto la pandemia es la importancia de las
conductas individuales en la consecución de logros colectivos. En estos
días hemos cambiado nuestros
hábitos, extremando las medidas de higiene, aplicando la distancia
social y el confinamiento. Todos nos hemos sentido parte activa en la
lucha contra la pandemia, y deberemos seguir siéndolo hasta que el virus
deje de ser una amenaza seria contra nuestra salud.
Ya
estamos retomando paulatinamente nuestras actividades habituales, y
esto nos volverá a exigir nuevos cambios en nuestros hábitos de trabajo,
en nuestra forma de relacionarnos,
divertirnos, viajar, etc. Algo que debe hacernos reflexionar para
realizar cambios de hábitos más respetuosos con el medio ambiente y que
pueden contribuir a logros importantes.
Cambios
que muchas veces consisten simplemente en ser responsables a la hora de
comprar, de consumir y de tratar nuestros residuos. De ser más
responsables al utilizar
la climatización en casa, de no desperdiciar agua ni energía, de
aprender a disfrutar de forma sostenible de ese medio natural que tanto
hemos echado de menos en estos días de confinamiento. Sobre todo, porque
esta crisis nos ha recordado que somos vulnerables.
Para lo bueno y para lo malo somos una pieza del engranaje del
ecosistema, en perpetua interacción con el resto de elementos que lo
forman. No podemos considerar al ecosistema como algo ajeno a nosotros.
Si dañamos sus equilibrios, nos estamos dañando a nosotros
mismos.
En
estos pequeños cambios para conseguir grandes logros se pueden citar:
la lucha contra el desperdicio alimentario un problema desde el punto de
vista económico, ambiental
y social que supone un derroche de recursos naturales, energéticos y
laborales, y que podría solucionarse incorporando una dosis de
responsabilidad a nuestras pautas de adquisición de alimentos y de
comportamiento, un pequeño esfuerzo en el reciclaje de nuestros
residuos o en la adquisición de hábitos de movilidad sostenible.
Conductas que generan grandes beneficios ambientales, económicos y
sociales; tendiendo hacia el consumo responsable que favorezca la
conservación del medio ambiente, así como la igualdad social
y el bienestar de los trabajadores.
Y
estos problemas globales se pueden abordar desde los entornos locales,
como son los ámbitos educativos. La información, concienciación,
sensibilización, en definitiva,
la educación ambiental, cobran especial importancia, para así lograr
cambios individuales y sociales profundos, que dirijan la sociedad hacia
la consecución de los objetivos de Desarrollo Sostenible planteados
para el Horizonte 2030.
En
Castilla-La Mancha estamos sentando las bases apostando por un
desarrollo sostenible, respetuoso con el medioambiente, aprobando la
nueva Estrategia de Educación ambiental
orientada al Horizonte 2030, apostando por las energías renovables.
También importantes medidas legislativas como la Ley Economía Circular
pionera en España para marcar la senda hacia un futuro sostenible y que
supondrá el inicio para transitar hacia un cambio
en el modelo productivo.
José Luis Escudero
Consejero de Desarrollo Sostenible
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Jueves, 25 de Abril del 2024
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