Opinión

Los osos y los leones

Dolores la Siniestra | Miércoles, 15 de Julio del 2020
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El otro día me llamó mi cuñada muy preocupada porque le habían suspendido al niño  en Lengua. Su chaval tiene seis años y el motivo del fracaso era una redacción que el profesor calificó con un cero.

El trabajo escolar -que ahora los maestros piden por el grupo del WhatsApp o por correo electrónico a alguno de los padres, o madres, o progenitores o lo que sea que fuere correcto decir- debía estar relacionado con cómo se había vivido el COVID-19 y qué había supuesto para los tiernos infantes.

Yo mejor me callo y les transcribo lo que ideó Melquiades –que así tuvieron el cuajo de registrarlo mis cuñados. Aunque, para la buena verdad, todos les llamamos “Desín”.

 

“Érase una vez un lugar llamado Millar de Osos, porque, evidentemente, vivían muchos osos. Osos grandes, osas grandes, oseznos, osetes, osetas, medio osetes, medio osetas, osetes invertidos e invertidas y ositos.

En Millar de Osos, durante mucho tiempo, gobernaba el Oso Gran Capitia, pero, los demás osos se cansaron de él, -o no se agotaron pero ya no le soportaban más, o parte sí y parte no-, el caso es que hubo una gran reunión y decidieron que el poder pasara a la Gran Osa Mayor.

Pero los osos, quizá aprendidos de experiencias anteriores, estimaron que era mejor que la Gran Osa Mayor no dispusiera de todo el poder y que otros osos pudieran, llegado el caso, vetar sus decisiones.

Hubo mucho revuelo, se oyeron gritos de guapa –aunque quizá le querían decir hermosa- y la ilusión se desbordó, porque, como en el amor, la novedad incita las pasiones.

Pasó el tiempo. La Gran Osa Mayor decidió que parte del bosque lo tenían que remodelar, quitando muchos árboles por los que circulaban los osos, y dejando más espacios libres y diáfanos. Como a todos, en esta vida, a unos les gustó y a otros no. Pero, tras una nueva gran reunión, los osos grandes, las osas grandes, oseznos, osetes, osetas, medio osetes, medio osetas, osetes invertidos e invertidas –los ositos no tenían capacidad para decidir- consideraron oportuno que la Gran Osa Mayor siguiera en el poder, esta vez, sin que otros osos, llegado el caso, pudieran entorpecer sus deseos.

En éstas, el último invierno, un mal desconocido aquejó el bosque. Muchos osos y osas grandes empezaron a enfermar y a morir. Incluso oseznos, osetes y osetas se veían infectados… El pánico, como suele suceder cuando la muerte campa por sus senderos, se hizo el dueño de la situación y se concluyó, en el Consejo de todos los Bosques –un organismo muy importante que dictaba normas para todos los bosques de osos- que cada camada tenía que resguardarse en sus madrigueras y no salir por el bosque –lo llamaron la Forzada Hibernación.

La cosa se puso fea y muchos osos y osas, oseznos y medio osetes y osetas se quejaron, pero no quedó otra. Llegaban noticias –en Millar de Osos, había una red de comunicación subterránea que permitía emitir mensajes que llegaban a todas las madrigueras inmediatamente- muy preocupantes sobre el número de osos muertos por este nuevo mal desconocido.

Curiosamente, durante esa Forzada Hibernación, en Millar de Osos, desde las diferentes madrigueras se mandaban mensajes de apoyo. Incluso, una vez, llegó uno en el que la Gran Osa Mayor bailaba y cantaba con otros osos grandes, osas grandes, oseznos, osetes, osetas, medio osetes, medio osetas y hasta ositos.

Y los osos, o gran parte de ellos, o al menos los que no estaban de acuerdo con que sus crías, sus padres o sus parientes se murieran –que parece lógico que uno se enfade por esto ¿no?- se pusieron muy tristes e iniciaron una serie de protestas.

Y, más adelante, también empezaron a reclamar algo que ya pedían desde hacía tiempo, que en Millar de Osos hubiera un Sanatorio Especializado de osos.

Lo peor es que, desde el Consejo intermedio de los Bosques –que era como el Consejo de todos los Bosques pero solo para los bosques cercanos a Millar de Osos- les habían prometido antes que tendrían ese Sanatorio Especializado.

Después, sin la presencia de muchos osos que murieron por ese mal desconocido, los osos, con miedo y cubiertos con una especie de mezcla de ramas que les tapaba el hocico y las fauces –porque desde el Mando de Salud del Consejo de todos los bosques lo recomendaban para no ponerse enfermos- empezaron a salir al bosque, para retomar la vida parecida a antes de la Forzada Hibernación.

En ésas, en el Consejo intermedio de los Bosques, se discutió si en Millar de Osos tenía que haber Sanatorio Especializado. Uno de los amigos de la Gran Osa Mayor, que podía haber acudido a esa reunión del Consejo intermedio de los Bosques, y defender la postura de Millar de Osos, no fue, porque su mujer osa había alumbrado recientemente a un osito.

Pero a muchos de los osos de Millar de Osos esa excusa no les sirvió, porque se enteraron que, unos días antes, el amigo de la Gran Osa Mayor sí había acudido al Consejo intermedio de los Bosques, a pesar de que su mujer osa ya había dado a luz.

Días más tarde, se organizó una gran junta de osos, para reclamar que Millar de Osos tuviera Sanatorio Especializado. Fueron muchos osos e, incluso, la Gran Osa Mayor –quizá, porque años antes el Oso Gran Capitia no acudió a una junta parecida, y eso Millar de Osos jamás se lo perdonó-. Pero, cuando los osos organizadores aludieron a la Gran Osa Mayor en su discurso, muchos osos empezaron a silbar a la Gran Osa Mayor y a decir palabras muy gruesas que, como yo soy pequeño, no puedo poner en esta redacción, porque si no luego mi Mamá me deja sin postre especial el domingo.

Una noche, uno de los oseznos, agobiado de calor, se escapó de las madrigueras de sus padres y fue a pasear. Y, en el centro del bosque, como si se tratara de una revelación, se encontró a un León, muy grande, aguerrido y con grandes melenas.

El León, le miró piadoso y le dijo.

Dile a tus padres, que Millar de Osos, haría bien en aprender de sus errores del pasado. Y que, solo cuando elija a gobernantes que sean capaces de defender su bosque, sin preocuparse de lo que digan en los Consejos, conseguirá que sus reclamaciones salgan adelante. Los bosques están llenos de peligros. Y en los diferentes Consejos de los Bosques, en los intermedios y en el de todos los Bosques, solo preocupan aquellos bosques que son capaces de organizarse de un modo global, con gobernantes capaces y valientes.

El osito, que tenía miedo de ese León, se fue corriendo, y les contó lo sucedido a sus padres. Y éstos le dijeron que todo era una pesadilla y que mañana, después de dormir, se encontraría mucho mejor y que le prepararían un batido de miel recién hecho, como a él le gustaba.

Cuando el osito se quedó dormido, rendido por el esfuerzo y el miedo, el oso miró a la osa y le dijo: “A la próxima, les va a votar su… -y de nuevo, aquí, no puedo poner lo que sigue porque Mamá se enfadaría mucho-. Porque estoy hasta los … -otra palabra muy ruda, que Mamá no me dejar decir- de que nos chuleen los Grandes osos y los Consejos”.

 

El maestro escribió a mi cuñada concluyendo que la redacción parecía “escrita con un bolígrafo de VOX”.

Y, fíjense que, como casi siempre, yo creo que la culpa es de los ojos que leen y no de la pluma de quien escribe.

De todos modos, después de reclamar, y gracias a la AMPA, a Melquiades la redacción se la han leído en Ciudad Real, y, al menos, le han puesto un 5,5 –que tampoco le vamos a pedir a los de arriba que escupan al cielo.

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