El
otro día me llamó mi cuñada muy preocupada porque le habían suspendido al
niño en Lengua. Su chaval tiene seis
años y el motivo del fracaso era una redacción que el profesor calificó con un
cero.
El
trabajo escolar -que ahora los maestros piden por el grupo del WhatsApp o por
correo electrónico a alguno de los padres, o madres, o progenitores o lo que
sea que fuere correcto decir- debía estar relacionado con cómo se había vivido
el COVID-19 y qué había supuesto para los tiernos infantes.
Yo
mejor me callo y les transcribo lo que ideó Melquiades –que así tuvieron el
cuajo de registrarlo mis cuñados. Aunque, para la buena verdad, todos les
llamamos “Desín”.
“Érase una vez un
lugar llamado Millar de Osos, porque, evidentemente, vivían muchos osos. Osos
grandes, osas grandes, oseznos, osetes, osetas, medio osetes, medio osetas,
osetes invertidos e invertidas y ositos.
En Millar de Osos,
durante mucho tiempo, gobernaba el Oso Gran Capitia, pero, los demás osos se
cansaron de él, -o no se agotaron pero ya no le soportaban más, o parte sí y
parte no-, el caso es que hubo una gran reunión y decidieron que el poder
pasara a la Gran Osa Mayor.
Pero los osos,
quizá aprendidos de experiencias anteriores, estimaron que era mejor que la
Gran Osa Mayor no dispusiera de todo el poder y que otros osos pudieran,
llegado el caso, vetar sus decisiones.
Hubo mucho
revuelo, se oyeron gritos de guapa –aunque quizá le querían decir hermosa- y la
ilusión se desbordó, porque, como en el amor, la novedad incita las pasiones.
Pasó el tiempo. La
Gran Osa Mayor decidió que parte del bosque lo tenían que remodelar, quitando
muchos árboles por los que circulaban los osos, y dejando más espacios libres y
diáfanos. Como a todos, en esta vida, a unos les gustó y a otros no. Pero, tras
una nueva gran reunión, los osos grandes, las osas grandes, oseznos, osetes,
osetas, medio osetes, medio osetas, osetes invertidos e invertidas –los ositos
no tenían capacidad para decidir- consideraron oportuno que la Gran Osa Mayor
siguiera en el poder, esta vez, sin que otros osos, llegado el caso, pudieran
entorpecer sus deseos.
En éstas, el último
invierno, un mal desconocido aquejó el bosque. Muchos osos y osas grandes
empezaron a enfermar y a morir. Incluso oseznos, osetes y osetas se veían
infectados… El pánico, como suele suceder cuando la muerte campa por sus
senderos, se hizo el dueño de la situación y se concluyó, en el Consejo de
todos los Bosques –un organismo muy importante que dictaba normas para todos
los bosques de osos- que cada camada tenía que resguardarse en sus madrigueras
y no salir por el bosque –lo llamaron la Forzada Hibernación.
La cosa se puso
fea y muchos osos y osas, oseznos y medio osetes y osetas se quejaron, pero no
quedó otra. Llegaban noticias –en Millar de Osos, había una red de comunicación
subterránea que permitía emitir mensajes que llegaban a todas las madrigueras inmediatamente-
muy preocupantes sobre el número de osos muertos por este nuevo mal
desconocido.
Curiosamente,
durante esa Forzada Hibernación, en Millar de Osos, desde las diferentes
madrigueras se mandaban mensajes de apoyo. Incluso, una vez, llegó uno en el
que la Gran Osa Mayor bailaba y cantaba con otros osos grandes, osas grandes,
oseznos, osetes, osetas, medio osetes, medio osetas y hasta ositos.
Y los osos, o gran
parte de ellos, o al menos los que no estaban de acuerdo con que sus crías, sus
padres o sus parientes se murieran –que parece lógico que uno se enfade por
esto ¿no?- se pusieron muy tristes e iniciaron una serie de protestas.
Y, más adelante,
también empezaron a reclamar algo que ya pedían desde hacía tiempo, que en
Millar de Osos hubiera un Sanatorio Especializado de osos.
Lo peor es que,
desde el Consejo intermedio de los Bosques –que era como el Consejo de todos
los Bosques pero solo para los bosques cercanos a Millar de Osos- les habían
prometido antes que tendrían ese Sanatorio Especializado.
Después, sin la
presencia de muchos osos que murieron por ese mal desconocido, los osos, con
miedo y cubiertos con una especie de mezcla de ramas que les tapaba el hocico y
las fauces –porque desde el Mando de Salud del Consejo de todos los bosques lo
recomendaban para no ponerse enfermos- empezaron a salir al bosque, para
retomar la vida parecida a antes de la Forzada Hibernación.
En ésas, en el
Consejo intermedio de los Bosques, se discutió si en Millar de Osos tenía que
haber Sanatorio Especializado. Uno de los amigos de la Gran Osa Mayor, que
podía haber acudido a esa reunión del Consejo intermedio de los Bosques, y
defender la postura de Millar de Osos, no fue, porque su mujer osa había
alumbrado recientemente a un osito.
Pero a muchos de
los osos de Millar de Osos esa excusa no les sirvió, porque se enteraron que,
unos días antes, el amigo de la Gran Osa Mayor sí había acudido al Consejo
intermedio de los Bosques, a pesar de que su mujer osa ya había dado a luz.
Días más tarde, se
organizó una gran junta de osos, para reclamar que Millar de Osos tuviera
Sanatorio Especializado. Fueron muchos osos e, incluso, la Gran Osa Mayor
–quizá, porque años antes el Oso Gran Capitia no acudió a una junta parecida, y
eso Millar de Osos jamás se lo perdonó-. Pero, cuando los osos organizadores
aludieron a la Gran Osa Mayor en su discurso, muchos osos empezaron a silbar a
la Gran Osa Mayor y a decir palabras muy gruesas que, como yo soy pequeño, no
puedo poner en esta redacción, porque si no luego mi Mamá me deja sin postre
especial el domingo.
Una noche, uno de
los oseznos, agobiado de calor, se escapó de las madrigueras de sus padres y
fue a pasear. Y, en el centro del bosque, como si se tratara de una revelación,
se encontró a un León, muy grande, aguerrido y con grandes melenas.
El León, le miró
piadoso y le dijo.
Dile a tus padres,
que Millar de Osos, haría bien en aprender de sus errores del pasado. Y que,
solo cuando elija a gobernantes que sean capaces de defender su bosque, sin
preocuparse de lo que digan en los Consejos, conseguirá que sus reclamaciones
salgan adelante. Los bosques están llenos de peligros. Y en los diferentes
Consejos de los Bosques, en los intermedios y en el de todos los Bosques, solo
preocupan aquellos bosques que son capaces de organizarse de un modo global,
con gobernantes capaces y valientes.
El osito, que
tenía miedo de ese León, se fue corriendo, y les contó lo sucedido a sus
padres. Y éstos le dijeron que todo era una pesadilla y que mañana, después de
dormir, se encontraría mucho mejor y que le prepararían un batido de miel
recién hecho, como a él le gustaba.
Cuando el osito se
quedó dormido, rendido por el esfuerzo y el miedo, el oso miró a la osa y le
dijo: “A la próxima, les va a votar su… -y de nuevo, aquí, no puedo poner lo
que sigue porque Mamá se enfadaría mucho-. Porque estoy hasta los … -otra
palabra muy ruda, que Mamá no me dejar decir- de que nos chuleen los Grandes
osos y los Consejos”.
El
maestro escribió a mi cuñada concluyendo que la redacción parecía “escrita con un bolígrafo de VOX”.
Y,
fíjense que, como casi siempre, yo creo que la culpa es de los ojos que leen y
no de la pluma de quien escribe.
De
todos modos, después de reclamar, y gracias a la AMPA, a Melquiades la
redacción se la han leído en Ciudad Real, y, al menos, le han puesto un 5,5
–que tampoco le vamos a pedir a los de arriba que escupan al cielo.
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Martes, 30 de Abril del 2024
Martes, 30 de Abril del 2024