Fundación Bancaja ha presentado esta mañana la exposición Antonio
López, una completa retrospectiva que
ofrece un recorrido por la pintura, el dibujo y la escultura del artista desde
los años 50 hasta la actualidad. La presentación ha
contado con la participación del propio artista; el presidente de Fundación
Bancaja, Rafael Alcón; y los comisarios de la exposición, Tomás Llorens y Boye
Llorens.
La muestra, que ha contado con la colaboración del propio
artista y de su entorno familiar próximo en el comisariado, acerca al público
el singular proceso creativo del artista e incluye algunos de los principales
cuadros y esculturas en los que se encuentra actualmente trabajando en su
taller, y algunas obras en proceso que ha querido mostrar al público.
El conjunto reúne una selección de casi un centenar de
piezas gracias a la colaboración de una treintena de instituciones y
particulares que han cedido obra de su colección, permitiendo una selección
única. Las obras proceden de colecciones institucionales como las del Museo
Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Fundación ICO, Museo ARTIUM. Vitoria –
Gasteiz, Museo de Bellas Artes de Bilbao, Galería Marlborough, Colección Rucandio,
Colección Fundación MonteMadrid, Colecció Fundació Sorigué, Colección Orpheus,
Colección privada cortesía Michel Soskine Inc. Madrid – New York, Museo
Municipal de Valdepeñas, así como de más de 25 colecciones privadas.
La exposición,
que cuenta con la participación de Bankia y se podrá visitar hasta el 24 de
enero, indaga en el carácter singular de su complejo y exigente proceso de
trabajo, que le ha permitido definir y consolidar una poética realista
extremadamente rigurosa y original, tremendamente personal. Pretende mostrar
cómo ese proceso de trabajo refleja una investigación profunda y minuciosa que
ha impuesto un enfoque multidisciplinar y la insistente, casi obsesiva,
recurrencia de determinadas temáticas de la realidad cotidiana a lo largo de
los años.
El
recorrido plantea dos grandes bloques cronológicos. En la primera sala se
reúnen las obras de los años iniciales, en los que Antonio López busca construir
un lenguaje figurativo propio. En la segunda sala se muestra
un registro más objetivo. El artista ahonda en la experiencia perceptiva,
centrándose en la forma y la luz como parámetros últimos de la representación
de una realidad a la vez estable y cambiante en el tiempo.
La muestra antológica de Antonio López incluye también una sección
dedicada a la pintora figurativa María Moreno, su mujer, recientemente
fallecida, que supone la primera ocasión en la que exponen juntos ambos
artistas, al margen de exposiciones colectivas junto a otros creadores.
Con motivo de la exposición se editará un catálogo con la reproducción
de las obras expuestas acompañadas de fotografías del montaje del proyecto
expositivo, así como de una cronología de exposiciones y recepción crítica de
Antonio López, elaborada por Boye Llorens, y un texto de Tomás Llorens a partir
de más de nueve horas de conversación
mantenidas con Antonio López en diferentes sesiones durante los últimos meses.
Además, con el objetivo de acercar el arte a todos los públicos, se realizarán talleres didácticos sobre el artista y su obra dirigidos a los diferentes colectivos de personas con diversidad funcional, personas en riesgo de exclusión y escolares.
AMPLIACIÓN DEL CONTENIDO DE LA EXPOSICIÓN
En busca de un lenguaje figurativo propio
La exposición recoge, en primer lugar, sus obras de los años iniciales, en los que Antonio López, frente a las tendencias generales hacia la abstracción, maravillado por el arte clásico, busca configurar un lenguaje figurativo propio bajo la influencia de los pintores metafísicos y la admiración que sentían por el Quattrocento italiano, un amplio espectro del surrealismo y los recursos matéricos del expresionismo compartidos con sus amigos informalistas. Se trata de una etapa compleja y densa, introspectiva y muy personal. La crítica lo relacionó con el surrealismo y con el realismo mágico, pero también se habló de realismo subjetivo, realismo cotidiano y realismo trascendental, entre otros. Antonio López escapaba con sus pinceles y su formón a toda clasificación, concentrado en su entorno más próximo y familiar según había aprendido de su tío, el también pintor Antonio López Torres.
La segunda sala muestra un registro más objetivo. El artista busca captar la esencia misma de las cosas, aquello que permanece y perdura en el tiempo para descubrir la naturaleza misma de la realidad. Los dibujos y las esculturas en torno a la figura humana revelan un interés plástico predominante por las formas y las texturas, con un dominio magistral de la escala. Las escenas de interiores, principalmente del propio estudio, reconstruyen el espacio por medio de la luz, dominado por los contrastes del claroscuro. Un tiempo estático queda suspendido en la luz del cielo que modula la profundidad de campo de las grandes panorámicas urbanas, mientras los bodegones y los estudios de rosas, frutales y membrilleros reflexionan sobre la fugacidad o el transcurso inexorable del tiempo. El tiempo viene a constituirse en el gran tema de la pintura de Antonio López.
La pintura de María Moreno. Afinidades y contrastes
La muestra incluye una selección de obras de María Moreno, mujer de Antonio López y compañera del grupo de amigos conocido como los realistas madrileños. Las obras evidencian tanto las afinidades como los contrastes en las propuestas temáticas y en las inquietudes plásticas de ambos artistas, su admiración mutua y su mutuo compromiso vital. Formada en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, es una de las figuras imprescindibles del nuevo realismo que surgió en España a mediados de los 50. Los motivos de sus obras, que están siempre ligados íntimamente a ella, abarcan los paisajes, en los que Madrid tiene un lugar destacado, aunque también los de La Mancha; los retratos de personas de su entorno de la primera etapa; los interiores, que han estado presentes desde el comienzo de su carrera; los bodegones; los jardines y muchas flores, por las que ha tenido especial predilección a partir de los años noventa.
Antonio López
Antonio López (Tomelloso, Ciudad Real, 1936) es uno de
los representantes más destacados de la generación de artistas (Tàpies, Saura,
Millares, Chillida, etc.) que, a mediados del siglo XX, situó el arte hecho en
el interior de España a un nivel de proyección internacional que no tenía
precedentes históricos cercanos ni había de ser superado por las generaciones
siguientes. En contraste con la mayoría de los artistas de esa generación, que
optaron por la abstracción, Antonio López eligió una poética realista
extremadamente rigurosa y original que ha hecho de él uno de los artistas
internacionales más singulares de la segunda mitad del siglo XX.
Trabajador infatigable, y
excepcionalmente exigente, su obra es poco abundante y las ocasiones de verla
expuesta públicamente han sido relativamente escasas. Aparte de su
participación en varias exposiciones colectivas y de unas pocas y memorables
exposiciones individuales espaciadas a lo largo de décadas en algunas galerías
españolas, francesas, italianas y alemanas y norteamericanas, su larga
trayectoria productiva de casi tres cuartos de siglo se ha podido presentar en
una exposición retrospectiva completa sólo en cuatro ocasiones: dos en España,
una en los EEUU y una en Japón.
Durante su trayectoria profesional, Antonio López ha recibido numerosos premios y nombramientos entre los que destacan: la Medalla de Oro de Bellas Artes (1983); el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (1985); es miembro de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1993); patrono del Museo del Prado (1998-2009); miembro Honorario de la American Academy of Arts and Letters de Nueva York (2004); Medalla de Honor (2004) de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander; Premio Velázquez de Artes Plásticas (2006); Medalla de Oro de las Bellas Artes del Ayuntamiento de Madrid (2010); académico de Honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia (2017); y Doctor Honoris Causa por la Universidad Complutense de Madrid (2018).
María Moreno
María Moreno (Madrid, 1933 – 2020) se formó en la Escuela de
Bellas Artes de San Fernando de Madrid, donde ingresó en 1954
especializándose en pintura. Esta etapa marcaría su vida, no sólo en lo
profesional, sino también en lo personal. Allí conoció a sus amigos y
compañeros artistas Antonio López García, Isabel Quintanilla, Amalia Avia,
Julio y Francisco López Hernández y Lucio Muñoz. La obra de estos artistas
ha recibido distintos calificativos: realismo madrileño, figuración madrileña,
hiperrealistas o Escuela de Madrid, entre otras. Precisamente uno de sus
compañeros, Antonio López, se convertiría en su compañero sentimental y de
aventura creativa. Aunque ambos han sentido interés por los mismos temas, que
han enfocado desde el apego a la realidad, cada uno de ellos ha desarrollado su
obra de forma individual, consiguiendo su propio estilo y visión.
Desde los años setenta, la obra de María Moreno comenzó a
mostrarse y a formar parte de colecciones internacionales, teniendo gran
repercusión las exposiciones que se celebraron en Alemania y Reino Unido
dedicadas al grupo de artistas que se dedicaban a la Nueva Figuración en
Madrid. Sus exposiciones individuales han tenido un gran impacto en el
conocimiento de su obra por parte de coleccionistas nacionales e
internacionales. En los últimos años, su obra ha formado parte de varias
muestras colectivas, siendo especialmente significativas tanto la realizada en
1991 en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, Otra realidad. Compañeros de Madrid, como
Realistas de Madrid en el Museo Thyssen-Bornemisza (febrero-mayo 2016).
Además de en numerosas colecciones privadas, su obra está presente
en las siguientes colecciones públicas: Fundació Sorigué, Lérida; Museo
ARTIUM. Vitoria – Gasteiz; Museo de Arte
Contemporáneo de Toledo; Colección Iberdrola, Bilbao; y Kupferstichkabinett,
Kunsthalle, Hamburgo. Falleció el 17 de febrero de 2020 en Madrid, a los 86
años de edad.
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Viernes, 26 de Abril del 2024
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