No estoy seguro si habría que
hablar de tontos con sentido manchego o de ignorantes a secas.
La evidencia nos dice que evadirse
del calificativo de ignorante es solo para orgullosos, fatuos, presuntuosos,
fanfarrones, soberbios, dictadores y demás individuos e individuas de esta
línea de existencia.
De todos es sabido que muchos, verdaderamente
sabios en la historia de la humanidad, se han declarado ignorantes.
Etimológicamente la palabra
ignorante proviene del prefijo “in” , que equivale a negación=no y del
participio presente del verbo latino “nosco” que podríamos traducir por conocer
o saber, con lo cual tenemos el significado de desconociente, insabiente, es por
eso que en nuestro actual español lo traducimos por ignorante y como sinónimo
de inculto o iletrado.
Esto nos lleva a ver que cuando
hablamos de una persona especialista en tal materia sabe mucho de su tema, pero
ignora o desconoce mucho o casi todo de otras disciplinas. Con la amplitud y
multiplicidad de conocimientos que
integran las ciencias es imposible la persona enciclopedia.
Habiéndome enterado de las
noticias sobre nuevas medidas de confinamiento, cerramiento de universidades,
residencias de estudiantes, en Salamanca, Granada, Valencia y otras ciudades de
media España, perdón, de “Este País” (así hay que llamarla ahora para ser políticamente
correcto, so pena de que te llamen facha los lustrados modernitas).
Siendo yo, desde luego, ignorante
y altamente ingenuo, porque pienso que las personas no tienen intencionalidad
de hacer el mal a sus congéneres, más bien es ignorancia según el
Intelectualismo Moral de Sócrates (del que soy admirador), llego a pensar que
esas personas que se exponen y exponen a otras al contagio de la Covid-19, si
no son perversos en sus actos, necesariamente deben ser tontos, o sea, que en
su “pucherete” mental cabe muy poco
“caldete”. Saturan su intelecto con el
esfuerzo de cerrar la boca de vez en cuando. Sudan para conseguir el resultado
de vestirse cada día. Intentan tomar la sopa con el tenedor.
Y esos en muchos casos van a ser
los gobernantes, médicos, ingenieros, farmacéuticos, periodistas, mecánicos,
transportistas, artistas y demás profesionales que una sociedad necesita.
Esos que optan por la borrachera,
la juerga y el desmadre con amiguetes y amiguillas, en lugar de protegerse a
ellos mismos, a la sociedad y a sus familias. Todos o muchos son mantenidos por
el esfuerzo y el trabajo extenuante de sus padres, para pagarles la matrícula
universitaria, el piso, la residencia, los viajes, la manutención, etc. etc. A
no ser que tengan becas del Estado conseguidas con, a saber, qué métodos y pagadas por los contribuyentes, como tú y yo.
A todo esto se une la Reforma de
la Educación que prepara la ministra del ramo María Isabel Celaá Diéguez y sus
adláteres, en la que no sólo se reducen los tiempos y la importancia de
asignaturas que enseñan a pensar (vg.: Filosofía, Ética), sino que además se
puede progresar en los estudios, los grados o las carreras sin necesidad de
repetir curso, por no haber conseguido los objetivos programados ni las
competencias pertinentes.
Por lo tanto, querido lector, no
me despido de estudiar… Qué digo, estudiar no,
cursar las carreras que más me gusten, sin el menor esfuerzo. La
repetición de curso es una medida extrema, que se contempla en la letra
pequeña, pero difícilmente aplicable. Durante el estado de alarma de marzo a
junio los profesores de Enseñanzas Medias y Bachillerato, al menos, debieron
respaldar con razones exigentes la decisión de que un alumno repitiera; no
valían las bajas notas, el poco trabajo y el nulo interés demostrado durante el
curso.
Esta visión de nuestra sociedad sería absurda si nos
moviésemos solamente con la información que las grandes empresas quieren que tengamos.
Pero tú y yo, admirado lector, no nos paramos en las “primeras matas”. Sabes
pensar y quieres hacerlo. Lo inmediato que percibes es el sin sentido del
nihilismo que nos presentan. Nada tiene valor por sí. Somos nosotros los que imprimimos
de valor a los seres, dependiendo de nuestros intereses crematísticos. Somos
nosotros, mejor los falsos políticos,
los que “ponemos (ponen) en valor” lo que decimos debe interesar a la
sociedad.
En conclusión, cuando sólo se observa
una cara del poliedro, que es la vida, concluimos con el pesimismo y el
sometimiento al que nos arredran.
La otra cara es la que se muestra otras realidades. En el tema
que nos ocupa vemos que la gran mayoría de los estudiantes no se quedan en las
simples borracheras y las noches de juerga. Lo he comentado otras veces.
Lo que no se ve en los
informativos obedientes a las voces de sus amos con falso barniz de libertad de
prensa: -Es el esfuerzo constante de horas
interminables de estudios y de clases. -Los temarios dominados con soltura y
eficacia por la intelectualidad de infinidad de chicas y chicos encerrados en
sus habitaciones. -Las habilidades
conseguidas en los laboratorios,
quirófanos y sesiones de pruebas.
Quiere ignorarse:
A las gentes que consiguen sobresalientes en sus carreras, Trabajos de Fin de
Grado o de Master. -Estudiantes
incansables que consiguen sacar en el mismo año el curso correspondiente y el T
F G a base de titánicos esfuerzos.
Se obvia
el fichaje por grandes empresas internacionales de muchos alumnos y alumnas
brillantes, incluso antes de terminar sus estudios.
Se palpa
la inutilidad de muchos políticos que sin valorar los cerebros de los españoles
hacen que tengan que buscar trabajo (como en los años de la dictadura, salían
los obreros a Alemania, Francia u otras naciones) en países donde los valoran y
les retribuyen su eficiencia como merecen.
A pesar de todo sigo siendo
optimista, gracias a Dios no me falta “LA TERCA ESPERANZA”.
OTRO MUNDO ES POSIBLE… si nos
empeñamos.
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Martes, 23 de Abril del 2024
Miércoles, 24 de Abril del 2024
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