Las intenciones pueden ser muy buenas y la disponibilidad grande, pero la realidad es tozuda. Los clubes modestos no están para bromas y la espera se hace infernal. Los directivos, en su gran mayoría currantes de a pie que están ahí por altruismo, empiezan a hartarse. Pronto, el agua no les llegará al cuello y las promesas y buenas palabras serán un guiso sin sal. De hecho, ya lo es.

La ecuación es simple: sin ingresos no hay viabilidad. Y resulta que no hay ingresos. Mediamos noviembre y los alambres chillarán pronto. Algunos clubes, por necesidad o por previsión, han alzado la voz. En fútbol sala, varios clubes de Tercera División han solicitado, lisa y llanamente, parar la competición. El FS La Solana y el Moral FS han firmado un escrito a la FFCM instando al aplazamiento ante la imposibilidad de jugar sin público y, de paso, “el riesgo que corren nuestros jugadores, técnicos y directivos a un posible contagio”. Circunstancias que –dicen- “hacen prácticamente imposible continuar con la competición”. A estos dos clubes se podrían unir algunos más en la firma de esa petición.

El escrito añade tres razonamientos para sostener el argumento. Uno, de orden sanitario: “Es una temeridad exponer a nuestros jugadores y por tanto a sus familias a un posible contagio, con los consiguientes problemas graves de salud que pueda acarrear”. Dos, económico: “…tener que hospitalizarse o guardar cuarentena domiciliaria, si está trabajando, supone una gran pérdida de ingresos para él y sus contactos directos si tienen que confinarse”. En cuanto al club, “jugar si público supone la pérdida total de ingresos en taquilla, socios, rifas, bar y publicidad”. Eso, unido a un incremento de gastos sanitarios, de desinfección, limpieza y test”. Y recuerdan, por si a alguien se le olvida, que “los gastos de mutualidad, arbitrajes y federativos son prácticamente iguales a la temporada anterior”. El tercer razonamiento es de orden deportivo. Resumiendo, los clubes creen que “se adultera la competición”.

Como epílogo, el comunicado enfatiza los valores que representan para los pueblos generar actividad deportiva en los jóvenes y el sacrificio para mantener vivas las ligas federadas. Consideran que es preferible suspender la competición en estas circunstancias “y que se reanude cuando las condiciones sanitarias lo aconsejen”.

La FFCM, en una respuesta como mínimo desahogada, se limita a decir que “programó el inicio de las competiciones, una vez que por las Autoridades Deportivas y Sanitarias nos validaron el protocolo de actuación” y que “esta Federación se ve impedida para tomar la decisión de suspender las competiciones en tanto en cuanto las autoridades deportivas y sanitarias las permitan”. O sea, mi bar no lo cierro mientras me dejen tenerlo abierto, aunque mis proveedores no cobren.

El escrito que el órgano federativo ha elevado al Gobierno Regional, solicitando audiencia para intentar explicar, si no la inocuidad, sí al menos el ínfimo riesgo de contagios en los recintos deportivos, especialmente en los abiertos. Han sido los propios clubes los que han demostrado su implicación al respecto, multiplicando las medidas de distanciamiento e higiene en sus estadios. Mientras todo esto sucede, se desangran poco a poco.