Opinión

El compromiso de José López Martínez

María Teresa Lozano López | Jueves, 18 de Febrero del 2021
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El cielo de Madrid se teñía de un gris oscuro aquel último día de octubre y había comenzado a llover. La gente apresuraba el paso para refugiarse en algún soportal o en alguna boca de metro que le sirviera de paraguas ocasional. El reloj marcaba las dos de la tarde y yo había quedado con el escritor José López Martínez. Fue un encuentro distendido hasta el punto de olvidarnos del tiempo y sus prisas. Después, vinieron otros en distintos actos, lo que poco a poco me ha ido acercando al personaje, a sus escritos y, especialmente a la profundidad de su poesía, verdadera vocación y raíz emotiva de su obra, según sus palabras.

Es impensable abarcar en este artículo su extensa carrera  como periodista, ensayista y crítico literario, además de conferenciante en las más prestigiosas tribunas de América, Asia y Europa. Aun así quizá por su modestia y la distancia puesta por medio, la figura de José López Martínez ha pasado muy desapercibida en Tomelloso, su localidad natal. Ya en la década de los 50 se traslada definitivamente a Madrid para desarrollar desde allí su carrera literaria. Si bien él siempre ha llevado a su tierra y sus gentes escritas en el alma. No en vano, La Mancha le vio nacer y en su inmensa llanura vio la luz por primera vez. Por ello no es de extrañar que sea El Quijote en la obra de Cervantes un referente entre sus numerosos trabajos y en las muchas conferencias impartidas en  Iberoamérica.   

Se podría decir que el verbo de López Martínez cae como lluvia fina, constante y delicada; apenas se percibe, pero termina calando hasta los huesos. Sus palabras quedan navegando en la mente hasta ser desmenuzadas y degustadas como el mejor manjar para el alma debido a esa faceta humanista y carismática que le acompaña. Al acercarnos a sus artículos (más de veinte mil) a alguno de sus libros de cuentos (el último: Más allá de la realidad, publicado por Beturia Ediciones), o a sus dos últimos poemarios, Brasas de la memoria y Este mundo comienza a no ser mío, percibes claramente esa profundización en temas humanos. Y sientes que tienes ante ti un hombre de extenso horizonte, en el que no hay fronteras ni cortapisas en su libertad de pensamiento. Sumergirte en sus versos ofrece la reflexión de quien lleva la sabiduría de la mano. Lo dijo Ray Bradbury: “Sabio es el escritor que conoce su inconsciente, y no solo lo conoce, sino que lo deja hablar del mundo como solo ese inconsciente lo ha sentido y  modelado, como verdad propia”. 

López Martínez sondea el alma humana y sortea sus fragilidades y sueños para extraer conocimiento. Se sufre escribiendo, nos dice. Y aunque suma en su pluma muchos calendarios de luna, consigue echar mano de nuevas primaveras para atemperar el cansancio de la mirada. Y es ahí cuando atrapa los sueños, “Cansado el corazón/ de latir en los pliegues de la niebla/ intenta acomodarse en la almohada de los sueños” nos dice en estos versos de su mencionada obra Brasas de la memoria. Soñar despierto y, al mismo tiempo afinar la mirada para poder deambular cuerdo ante el cansancio y el hartazgo de tanto imprevisto, de tanto atropello. El escritor recorre el mundo y recoge con un respeto exquisito los valores éticos, porque López Martínez es conocedor de su necesidad en las duras y largas batallas a las que se enfrenta el ser humano cuando queda a solas con su bagaje emocional. Por todo lo expuesto él busca hacia dentro e indaga, y no se conforma con frases hechas o pensamientos impuestos. Es consciente de lo vivido y de sus años en un presente que aprovecha al máximo en nuevos proyectos: “La obra de todo verdadero escritor, es un trabajo en marcha que solo acaba cuando el autor muere”, afirma.

En Este mundo comienza a no ser mío, su último poemario, el poeta da un paso más hacia sí mismo. Lo hace desde el más profundo compromiso con el ser humano, abarcando las grandes preguntas que nos hacemos a diario. Pero, sobre todo, lo hace desde su función de escritor, siempre con voz propia y desde el conocimiento de lo que acontece. Este mundo que comienza a no ser tuyo, José, te necesita. Necesita de tu sabiduría, de ese vasto paisaje exterior, pero más aún de tu inmenso paisaje interior  para no hallarnos tan desorientados a veces, tan desencantados. Necesitamos el oxígeno de tu poesía para poder hacer este mundo un poco más habitable y, sobre todo, un poco más nuestro.

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