Hemos
ido leyendo con interés, y sirviéndonos
de ellos en algunos aspectos, los capítulos de la “Historia de la antigua plaza
de toros de Tomelloso” publicados en este periódico, escritos por Ángel Martín-Fontecha, al que no
tengo el gusto de conocer, pero del que tengo noticia es autor de diversos y meritorios trabajos históricos y al que
titulan “Autodidacta en la investigación de la historia de Herencia”. Toda
labor de investigación es digna de encomio y la de este autor, en lo que le he
leído, lo es en gran medida. Al tratar
de Cagancho en mi reciente artículo “Como Cagancho en Almagro” citaba el
capítulo IV de la mencionada historia de
la plaza en cuanto recoge su intervención en la corrida del 12 de septiembre de 1933 con ganado
de Domecq, alternando con Bienvenida. Añadía yo la corrida de 11 de septiembre de 1935 en la feria de
ese año, en la que, en sustitución de
Luis Gómez, “El Estudiante” que,
según informaba la prensa, había tenido que guardar cama como consecuencia de
una dolencia hepática, (La Libertad -
Año XVII Número 4819 - 11/09/1935, p. 6)
hizo terna con Armillita y
Curro Caro, lidiando toros de Santa Coloma. (La Libertad - Año XVII Número 4820
-12/09/1935, p. 4.) Y habíamos encontrado, asimismo, la que
debió ser la segunda corrida de la feria de ese año (La Voz de Aragón: diario
gráfico independiente: Año XI Número 3058 - 17 Septiembre 1935, p. 8) en la que
alternaron “Juanito Belmonte, regular en
el primero y superior en el tercero y Sánchez Mejías, superior en ambos.”,
matadores a los que se refiere Ángel como anunciados en uno de los carteles de
las fiestas. Pero el plato fuerte de los festejos de aquel año para él “es otro drama que unir a la historia
trágica del antiguo coso taurino de Tomelloso. Se tratra de la cogida y muerte del novillero Cunill II, descrita con todo detalle por el insigne escritor Francisco García
Pavón en su cuento número XVII de “Los Liberales”, del que transcribe literalmente dicha descripción y demás
detalles y circunstancias de su muerte a consecuencia de la cogida por el
novillo “Caliqueño”,
su entierro y el problema que la llegada del cadáver
del teniente tomellosero de las
milicias, José María Cuadrado
Sánchez-Perales, dio lugar al
“desnichamiento”, tres años después, del referido novillero del Maestrazgo,
Cunill II, que no reproducimos aquí ya que puede consultarse en el mencionado
artículo o en el cuento original de “Los Liberales”.
Desde que allá por el año 65 del pasado siglo, que apareció
editado este libro del que fue mi profesor de Literatura en el Colegio del
Carmen de Tomelloso, durante cuatro años, don Francisco García Pavón, a cuyo
recuerdo dediqué una páginas con motivo de su centenario (Francisco García
Pavón vuelve a la RESAD Juan José Sánchez Ondal | Sábado, 30 de
Noviembre del 2019 y que aparecen en este periódico) y leí con delectación,
pensé que el magnífico cuento titulado “Acerca
de la traída del cuerpo muerto del oficial miliciano José Mª Cuadrado y
desfosación de los huesos de Cuniull II, novillero del Maestrazgo”, se
trataba, eso, de un cuento, referido a personajes producto de la maravillosa
imaginación de don Paco. Cierto que él con frecuencia, en sus diversas obras,
introduce personajes reales junto a los de ficción, pero en este caso me
parecía, por diversos detalles, que los
intervinientes en el cuento pertenecían a esta
última categoría. Por ello ante la sorpresa de verlos incorporados a la
historia de Tomelloso, en la de su plaza, me ha sorprendido y me ha dado por
poner en práctica esta maldita curiosidad mía que tantas horas me ha hecho
perder/ganar en averiguaciones con frutos dispares.
Ya, para comenzar, como jurista, la resolución del juez
municipal y los resultandos y considerandos para autorizar la exhumación de los
restos de Cunill II, me parecieron fruto de la
fina ironía del maestro y de los equilibrios que la censura le imponía
entonces, (recuérdese que el libro se publica en 1965 y la ley Fraga es del año
siguiente: Ley 14/1966, de 18 de marzo,
de prensa e imprenta). Aquellos considerandos en que dice que si
bien “según las leyes burguesas que
todavía padecemos no puede moverse un cadáver de su tierra hasta que pasen
cinco años del entierro… con arreglo a la justicia moral, que es la buena y no
a la legal hecha por las manos del capitalismo, creo que debemos saltarnos a la
torera- y nunca mejor dicho- el mencionado periodo de cinco años….” Y
ello porque “resultando que el nicho que
ocupa el diestro no es de su propiedad y sí de la del padre del héroe muerto en
la lucha de España contra el fascismo,…que no hay más nichos libres con el
decoro que el siniestrado militar merece, por la falta de mano de obra que
padece el vecindario [y] que nada va
a perder el cuerpo de Cunill II porque le dé le aire media hora o cosa así desde
que le saquen del nicho de los Cuadrado hasta que se le lleve a nueva
sepultura…”
El cuento citado ha sido tomado como ejemplo para el “Análisis estructural del relato.
Intento de un estudio semiológico” por
Vidal Lamiquiz, en Thesaurus. Tomo XXIV, nº1 1 (1969). Centro Virtual
Cervantes, pp. 104-109. Pero no vamos a
referirnos a esos análisis, sino al de la verosimilitud o, mejor, realidad o
ficción de los personajes intervinientes en el mismo. Son cuatro
fundamentalmente. Don José Mª Cuadrado, presidente de la “Peña Taurina”, su
hijo el difunto José Mª Cuadrado Sánchez- Perales, el novillero del Maestrazgo
Cunill II y el médico don Tomás. El solo nombre del médico que certificó la
muerte del novillero, pudiera ser insuficiente, aunque no imposible de
comprobar su existencia entre los
ejercientes en aquel año en Tomelloso. Respecto de don José Mª Cuadrado, nos
dice el cuentista que era presidente de
la “Peña taurina”. Con los reducidos medios de indagación que nos permite este
pandémico aislamiento y esta limitación de movimientos en estado de alarma,
hemos podido tener noticia de que en Tomelloso existió una peña taurina con el
nombre de los hermanos Bienvenida, ”fundada
por el profesor del antiguo Colegio de los Curas y funcionario de Telégrafos,
don José Fernández Amores, durante los años 1.934, 35 y 36 que tuvo su desde en
la calle Galileo”.( Breve
historia de la plaza de toros de Tomelloso)
Con alguna probabilidad de acierto suponemos que el fundador sería el
presidente cuyo nombre y apellido no
casa con el del cedente de nicho al novillero muerto. Respecto del hijo, el
teniente fallecido en heroico acto de
servicio, con el extraordinario y populoso recibimiento de que fue objeto, es
raro que no lo recogiera ningún periódico de la provincia y desde luego, en los
registros del cementerio, de ser ciertos, deberían figurar los entierros tanto
del novillero y su depósito final en la fosa común, como del teniente cuyos
nombre y apellidos completos figuran en
el cuento. Finalmente en cuanto a Cunill II, hemos rastreado no ya su muerte,
sino su existencia misma en los medios de información nacionales, infructuosamente.
No aparece ninguna mención ni como II de la dinastía Cunill, ni de ningún
novillero o matador así llamado. En cuanto a novilleros del Maestrazgo
solamente hemos hallado noticia de
Silvino Zafón, Niño de La Estrella y en todo Aragón no hemos hallado
ningún Cunill torero.
Pero no olvidemos la doble condición
del autor de la noticia, del maestro
García Pavón: Historiador y narrador. Director del Archivo municipal y
autor de la “Historia de Tomelloso (1530 - 1936)” que comprende el periodo en que la muerte de
Cunill II de ser real, hubiera tenido lugar. ¿Acaso tal acontecimiento carecía
de interés para figurar en ella y lo tenía, en cambio, para que el mismo
autor elaborara un cuento de la calidad,
extensión y detalle como el que comentamos? Y sin embargo tal suceso no lo
recoge el historiador en su Historia.
Por ello nos inclinamos a seguir
creyendo que, si no todos los personajes del cuento, al menos Cunill II, es
fruto de la imaginación del gran autor de “Los Liberales”. Debería, por tanto,
el novillero del Maestrazgo ser excluido, “desennichado”, de la historia de la antigua plaza de
Tomelloso y su participación en la feria
de 1935, su cogida, muerte,
enterramiento en nicho prestado, exhumación y destino final en la fosa común,
para solaz y prez de los huesos de sencillos tomelloseros y tomelloseras,
descansar en la paz de la modélica narrativa del ilustre literato. Y, en aras del rigor histórico, debería
suprimirse como cierto ese “otro drama que unir a la historia
trágica del antiguo coso taurino de Tomelloso… la cogida y muerte
del novillero Cunill II.” , por cuanto creemos que ni hizo
el paseíllo, ni fue cogido y muerto por ningún “Caliqueño”, ni ensangrentó el
albero de su plaza ni el suelo de la enfermería, en fin, por cuanto no existió
ningún Cunill II más que en la imaginación de su creador y en la magnífica descripción literaria del cuentista, como no
incorporamos a la historia de Tomelloso al albéitar don Lotario ni al Jefe de
la Guardia Municipal, Manuel González, alias Plinio, aunque los tengamos tan
presentes y “vivan” en los bronces del escultor Carlos Guerra.
Este es mi parecer que, como decimos
los juristas en nuestros dictámenes, someto a cualquier otro mejor fundado y basado en pruebas más
creíbles que una creación literaria. Ante cualquier cartel de toros o crónica
taurina en la que aparezca el repetido Cunill II toreando en la feria de
Tomelloso de 1935 y entregando su vida a un Caliqueño, daré por no dicho cuanto
a este respecto antecede, y pediré mil excusas al autor de la Historia que
llevado por la admiración a don Francisco y ante la verosimilitud y acierto con
que narra los hechos, llegó a creerlos ciertos y merecedores de ser
incorporados a la historia taurina tomellosera.
Madrid 6 de abril 2021.
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