Fuera, algunos, junto al cajón, echaban los pitos ayuneros. El sol asomaba la marca ya sobre las cepas. Y hasta los pámpanos cobres, rostrisecos y entregados, revivían con aquellas regaderías de luz… Las gentes siempre miran el amanecer con un guiño de sorpresa. Posiblemente por el temor de que un día no llegará. De que el mundo se acabará una noche… O lo acabarán, dejándole oscuro para los restos. La visita del sol nos tranquiliza de que, al menos de momento, todo sigue igual. También el día vuelve a revelarnos nuestra cara, nuestro además y las trías de los años en la piel.
FRANCISCO GARCÍA PAVÓN
Vendimiario de Plinio
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Sábado, 4 de Mayo del 2024
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