La
conmemoración del día de los abuelos no deja de ser una efeméride
joven, con apenas 20 años de trayectoria. No existía cuando yo
disfrutaba de mi niñez con mis abuelos, pero sin duda,
viene a reconocer el derecho adquirido de reconocimiento y valoración
de toda una generación de hombres y mujeres, que, tras retirarse de la
vida laboral y dejando espacio a los más jóvenes, siguen teniendo un rol
principal en nuestras sociedades.
Nuestros
abuelos y abuelas comienzan a desempeñar ese rol cada vez y
generalmente, un poco más tarde que la generación anterior. El retraso
en la maternidad, así como la disminución en
el número de hijos/as en nuestra sociedad occidental marca un perfil de
abuelos y abuelas muy distinto al de hace 20 o 40 años.
A
la vez, el envejecimiento paulatino pero imparable de nuestra
comunidad, constituye probablemente una de las transformaciones sociales
más importantes de nuestro tiempo, con consecuencias
en todos los ámbitos, incluidos el mercado laboral, el desarrollo
económico, la distribución y demanda de bienes y servicios, y el diseño
del estado de bienestar.
Los
abuelos y abuelas de hoy, lo son más mayores, pero también viven mucho
más de lo que lo hicieron sus abuelos. Con el suficiente cuidado y
atención, además viven en mejores condiciones
de salud y con mejor calidad de vida, siempre y cuando desde las
administraciones tengamos la sensibilidad necesaria y prestemos los
servicios adecuados para sus específicas necesidades.
Cuando
las personas viven estos años adicionales con buena salud y continúan
participando en la vida de las familias y las comunidades como una parte
integral de ellas, contribuyen al fortalecimiento
de las sociedades; sin embargo, si estos años adicionales están
dominados por la mala salud, el aislamiento social o la dependencia de
cuidados, las implicaciones para las personas mayores y para el conjunto
de la sociedad son mucho más negativas.
Los
abuelos como cuidadores forman parte de nuestras escuelas de familia,
son parte de la red de acogida de niños y niñas en exclusión, y forman
parte del personal voluntario en un sinnúmero
de actividades orientadas a mejorar la situación de las personas en
exclusión social.
Muchos
abuelos son igualmente cuidadores de personas en situación de
dependencia, a veces de sus cónyuges, pero a veces también de sus hijos,
y no son pocos los abuelos y abuelas que se
constituyen en cuidadores esenciales de los niños, niñas y adolescentes
con algún tipo de discapacidad.
Como
consecuencia, el fortalecimiento de todas las competencias de la
Consejería de Bienestar Social, es clave para los abuelos y abuelas, no
solo las orientadas a mayores, sino también
las orientadas a la infancia y la familia, a las personas en exclusión,
a las personas en dependencia, y a las personas con discapacidad. Ellos
y ellas deben ser objetivo de nuestras acciones en un amplio rango de
actuaciones y de una forma integral e integradora.
Por
eso, desde el Gobierno de Castilla la Mancha, seguimos trabajando para
mejorar las condiciones de habitabilidad y atención en nuestras
residencias, centros de mayores y otras instalaciones,
como demuestra la elaboración del Decreto de Condiciones Básicas.
Fortalecemos las actividades orientadas al envejecimiento activo, como las rutas senderistas, el termalismo y el turismo social.
En
colaboración con la Consejería de Educación, Cultura y Deportes,
enriquecemos sus oportunidades de disfrutar del arte y la cultura, como
hacemos a través de la iniciativa Estantería
Dorada.
Acompañamos
a los abuelos y abuelas en su rol de cuidadores y educadores de sus
nietos y nietas, con el Portal de Infancia y Familia y las Aulas de
Familia en nuestros centros de atención
a la infancia en todas las provincias.
El
año 2021 es el segundo de una década declarada como Década del
Envejecimiento Saludable por Naciones Unidas (2020-2030) que tuvo como
lanzamiento la terrible pandemia de COVID 19 que
tanto y tan duramente ha afectado a los abuelos y abuelas de todo el
mundo.
Siendo
el sector más vulnerable a la enfermedad, han visto cómo perdían
valiosos meses de sus vidas que costará recuperar y, en el mejor de los
casos, han debido afrontar este nuevo futuro
con las secuelas físicas, orgánicas y psicosociales que el virus les ha
dejado.
Como gobierno debemos contribuir a esta década internacional sumándonos a las grandes organizaciones, a los profesionales, las instituciones académicas, los medios de comunicación y al sector privado, así como a la sociedad civil, sus colectivos y a las organizaciones que los representan, para sumar acciones orientadas a mejorar las vidas de nuestros abuelos y abuelas y las comunidades de las que forman parte.
Bárbara García Torijano
Consejera de Bienestar Social
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Jueves, 25 de Abril del 2024
Jueves, 25 de Abril del 2024