Con motivo del Día Internacional de la
Alfabetización, Manos Unidas quiere llamar la atención sobre los 773 millones
de personas adultas, fundamentalmente mujeres, que en la era de la
digitalización en la que la tecnología avanza a una velocidad de vértigo, no
saben todavía leer ni escribir.
“Es inadmisible que, en pleno siglo XXI, el
analfabetismo condicione totalmente la vida de tantísimos millones de
personas”, denuncia María José Hernando, del departamento de Estudios de Manos
Unidas. Según Hernando, carecer de competencias en cálculo y
lectoescritura, o el llamado analfabetismo funcional, tienen consecuencias en
el incremento de la desigualdad en el mundo: “saber leer y escribir, comprender
un texto y poder expresar las ideas y decisiones, determina la capacidad de las
personas y los pueblos para reclamar sus derechos. Y no poder hacerlo por
desconocimiento o por carecer de la capacitación para ello, tiene consecuencias
muy graves en el plano laboral, jurídico o económico”, explica.
La educación de calidad
y continuada desde la escuela es la única manera de romper el círculo de la
pobreza asociada a la falta de alfabetización. “Por desgracia, la UNESCO
advierte que, a día de hoy, en el mundo hay más de 250 millones de niños que no consiguen
adquirir las capacidades básicas de cálculo y lectoescritura. Niños que, si no
se pone remedio, estarán condenados a una vida marcada por la desigualdad”. La
pandemia también ha puesto de manifiesto la enorme brecha digital existente
entre los países ricos y los más empobrecidos y las grandes diferencias a la
hora de afrontar el cierre de los centros educativos. Pero, además, ha tenido
unas consecuencias nefastas en los programas de alfabetización de la población
adulta, “que han quedado completamente relegados, entre otros muchos motivos,
por la falta de conocimientos de informática o por la carencia de dispositivos
o de personal”, explica Hernando.
Manos Unidas es una ONG
decidida a colaborar en el desarrollo humano integral y sostenible de los más
empobrecidos de la tierra en condiciones de igualdad: de oportunidades, de
derechos, de expectativas, de capacidad de decidir, de acceso a las condiciones
de vida dignas… “Para ello es imprescindible seguir apostando por el
fortalecimiento de las capacidades de las personas y las comunidades a través
de la alfabetización. Porque la alfabetización abre la puerta al acceso de los
derechos humanos, ya que sobre la educación se sustentan las bases de la
participación ciudadana y la convivencia pacífica plenamente humana a la que
todas las personas tenemos derecho”.
Para Manos Unidas,
favorecer la alfabetización de todas las personas, especialmente las más pobres
y vulnerables, es un modo seguro de luchar contra la desigualdad y el mayor
reto al que nos enfrentamos en este momento como humanidad. Para ello, en los
últimos cinco años, la ONG de la Iglesia católica ha aprobado 902 proyectos
educativos por importe superior a los 49 millones de euros.
Alfabetización
por los derechos humanos en Madagascar
En Madagascar, en la
región de Haute Matsiatra, como en el resto del país malgache, el 75 por ciento
del suelo carece de títulos de propiedad, por lo que su delimitación es casi
imposible. Este problema se acrecienta en la zona rural donde casi la totalidad
de los terrenos de cultivo y pasto son terrenos denominados "domaniaux"; tierras que los campesinos
han heredado de sus antepasados para las que no existe ningún tipo de documento
legal. “El problema es que los
campesinos, que desconocen los derechos que tienen sobre sus tierras, se
enfrentan, además, a grandes obstáculos administrativos cuando quieren proceder
a la regularización de las mismas”, explica Macarena Aguirre, coordinadora de
proyectos de Manos Unidas en Madagascar.
Para evitar estos
abusos y aumentar el desarrollo en una zona en la que la pobreza y la falta de
recursos llevan a que un elevado número de jóvenes abandone la escuela sin
haber, ni siquiera, terminado los estudios primarios, el Comité de Justicia y
Paz de la diócesis de Fianarantsoa puso en marcha el programa LAMINA, que ya ha
entrado en su tercera fase.
Aguirre describe cómo
está siendo la participación de Manos Unidas en esta tercera fase, diseñada
para actuar, durante dos años, sobre “problemas prioritarios” como el alto
grado de analfabetismo; la falta de certificados de nacimiento, que se detectó
durante la implementación de la Fase II, y la falta de acceso a la propiedad de
la tierra de la población local, “que provoca un alto grado de inseguridad”.
Las actividades de
movilización y de formación de la población y las de fortalecimiento de las
instituciones y de apoyo al medioambiente que se están llevando a cabo, van a
permitir que, con el aumento del nivel de educación de los campesinos
vulnerables, puedan obtener los certificados de nacimiento que permitirán a sus
hijos ingresar en la escuela, “con lo que podrá romperse el círculo de la
pobreza y el analfabetismo”, asegura la coordinadora de proyectos de Manos
Unidas en Madagascar. “Además, con el proyecto se están consiguiendo dotar a la
población de certificados de titularidad de las tierras de mayor calidad y
mejorar el medio ambiente y la seguridad interna de las comunidades rurales”,
añade Aguirre.
Este programa está en
línea con el ODS 4, que promueve la educación de calidad; el ODS 10, que aboga
por la reducción de las desigualdades y el ODS 16, que busca la paz, la
justicia e instituciones sólidas.
{{comentario.contenido}}
"{{comentariohijo.contenido}}"
Lunes, 29 de Abril del 2024
Lunes, 29 de Abril del 2024
Viernes, 26 de Abril del 2024
Lunes, 29 de Abril del 2024