En esta ocasión, los de Josico recibían en su estadio a otro de los conjunto más potentes del grupo, el Real Murcia, dirigido por el ex técnico azulón Mario Simón, que no fue capaz de poner en serios aprietos a un Socuéllamos que controló durante la mayor parte del partido y que no dejó tirar a puerta a su rival salvo en un lanzamiento de falta.

En un partido carente de ocasiones claras de gol, los locales fueron los que más se aproximaron a la meta rival, pero una vez más les faltó ese último remate que les vuelve a privar de lograr los primeros tres puntos de la temporada. Una de esas primeras llegadas de cierto peligro tuvo como protagonista a Adri, en un remate de cabeza a las manos de Serna.

Minutos después, Hugo Esteban, en su especialidad, los lanzamientos a balón parado, disponía de una falta muy peligrosa que también atajaba el meta murciano sin excesivos apuros. En la primera mitad, estas dos acciones fueron lo más destacado en las áreas, con un mayor dominio de los socuellaminos y sin que los de Mario Simón inquietasen a Diego Nieves.

Tras el descanso, era de nuevo el Socuéllamos el que trataba de acercarse a la meta contraria, con disparo de media distancia centrado por parte de Queijeiro. El Murcia daba el susto a la afición local y la alegría a la suya en el fondo donde se ubicaban, cuando al lanzamiento de una falta, Diego Nieves despeja en primera instancia pero el rechace acaba rematado a gol por un jugador rojillo, aunque el tanto era anulado por posición ilegal en el remate. Ese fue el único disparo de verdadero peligro del rival de los de Josico.

Mario Simón daba entrada a Boris, un delantero de imponente físico que ya conocía el Socuéllamos de haberlo sufrido en pretemporada cuando todavía estaba en el filial del Albacete y lo cierto es que a raíz de su entrada el Murcia pareció asentarse mejor sobre el terreno de juego, pasando a tener más empuje en el juego.

Una falta botada por Queijeiro desde la derecha se pasea con peligro por la meta de Serna sin que nadie acierte a meter la pierna, lo que hubiese sido un gol casi seguro, antes, el centrocampista gallego, también disponía de otro balón parado que se marchaba cerca de la escuadra.

La última acción del partido tenía el capricho de ser un disparo de Dani García que atajaba Diego Nieves y ahí llegaba el pitido final de un partido emocionante, de poder a poder, al que le faltó la salsa del gol.