Como cada 15 de octubre, en miles de pueblos de todo el
mundo celebramos el Día de la Mujer Rural. La fecha fue elegida por la ONU en
2007 para reconocer la contribución de la mujer al desarrollo del mundo rural y
agrícola. Por eso, en la declaración inicial se hizo un llamamiento a los
estados para que mejoraran las condiciones sociales, económicas y políticas de
las mujeres que viven y trabajan en los espacios rurales, con el objetivo de
erradicar la pobreza y garantizar la seguridad alimentaria de millones de
mujeres.
Sin embargo, como la mayoría de objetivos de Naciones
Unidas, este tampoco se ha cumplido. Las mujeres suponen el 43% de la mano de
obra agrícola, es decir, son un pilar fundamental del sistema de producción
alimentario mundial, pero siguen sin tener acceso a la tierra, al agua, a las
herramientas agrícolas, a los créditos o a los mercados. Igualmente, esas
mismas mujeres tampoco acceden, en igualdad de condiciones que los hombres, a
los servicios educativos o sanitarios, no participan en las decisiones
políticas de sus comunidades y sus trabajos de cuidados no son ni remunerados
ni reconocidos.
Por lo dicho en el párrafo anterior, pareciera que esas
condiciones de precariedad y desigualdad solo las sufren las mujeres que viven
en pueblos lejanos, en países a los que, desde aquí, decimos que están “en vías
de desarrollo”. Pero, para quienes vivimos en los pueblos de Castilla-La
Mancha, por ejemplo, es evidente que, sin llegar a situaciones tan extremas,
los graves problema que en la actualidad acucian a las sociedades occidentales
nos afectan a las mujeres del mundo rural con especial intensidad:
despoblación, cambio climático, contaminación de acuíferos, precariedad laboral
y desigualdad económica, reducción, o directa desaparición, de servicios
básicos de transporte, educación o sanidad, etc., etc.
La prueba de que estos problemas son especialmente
determinantes para limitar el desarrollo personal y profesional de las mujeres
en el ámbito rural es la cada vez mayor migración de las jóvenes a las
ciudades. Tal como asegura la socióloga Rosario Sampedro, “el medio rural
tiende a expulsar a las mujeres”. En el último informe que ha elaborado Cruz
Roja sobre la España despoblada se señala que dos de cada tres personas que
abandonan los pueblos son mujeres. Aunque algunas de las causas que condicionan
la decisión de migrar a las ciudades son comunes a hombres y mujeres jóvenes
(falta de oportunidades laborales, escasez de opciones de ocio y cultura),
otras son específicamente femeninas. Entre ellas, cabe destacar
fundamentalmente una: en las zonas rurales, los estereotipos y mandatos de
género, tradicional y férreamente establecidos, reducen las oportunidades de
desarrollo profesional de las mujeres (que tienen porcentualmente mayores
niveles de formación universitaria) y limitan las decisiones ligadas a los
derechos reproductivos. Igualmente, y por la misma razón, las mujeres nos vemos
obligadas a responsabilizarnos casi en exclusiva de las tareas de cuidados, en
un medio que está muy envejecido y carece de suficientes infraestructuras y
recursos de apoyo que garanticen la atención y el cuidado compartido de las
personas mayores.
Si las mujeres se van a las ciudades, el mundo rural se
paraliza. Es, por tanto, necesario y urgente tomar conciencia de una situación
que cada año es más grave, con el fin de exigir acciones políticas que permitan
el desarrollo en los pueblos de condiciones de igualdad y desarrollo personal
de mujeres y niñas. El día 15 de octubre es, precisamente, la fecha elegida
para que cada año se hagan visibles los diferentes aspectos de los problemas y
necesidades de las mujeres del mundo rural. En este sentido, si bien es verdad
que las mujeres de los pueblos todavía no hemos conseguido hacer de cada 15 de
octubre un día de fiesta y de reivindicación, parece que eso empieza a cambiar.
Desde las tradicionales asociaciones de amas de casa hasta las vinculadas al
mundo de la cultura o a partidos políticos, las mujeres de los pueblos
aprovechamos ese día para reunirnos y afianzar lazos. Se multiplican las comidas comunitarias, las
excursiones, las obras de teatro, las exposiciones, los talleres, las
conferencias…y, desde cada rincón se alza una bandera y una sonrisa. En este
contexto, la asociación Feministas de
Pueblo, nacida en Castilla-La Mancha hace casi dos años, no ha dejado de
trabajar, tanto para hacer visibles las particulares circunstancias de
desigualdad y violencia que sufrimos las mujeres del mundo rural, como para
demostrar que los pueblos están vivos y las mujeres se mueven.
Este año la celebración del
Día de la Mujer Rural es especialmente importante para las Feministas de pueblo que, después de haber desarrollado
prácticamente todas las actividades de manera virtual (charlas, conversatorios,
talleres, hasta un sorteo), podemos, por fin, reunirnos y, con suerte,
abrazarnos. El encuentro será el sábado 16 de octubre, en el Silo de Almagro,
un espacio seguro en el que celebraremos nuestra Asamblea Ordinaria de socias.
También aprovecharemos para hacer un taller sobre espacios libres de racismo
(dirigido por las compañeras de Mujeres
Opañel), compartir una comida y mantener una
reunión con los colectivos feministas de la región que se animen a acercarse.
Feliz día de la mujer
rural...feminista.
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Martes, 23 de Abril del 2024
Miércoles, 24 de Abril del 2024
Miércoles, 24 de Abril del 2024
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