“Vimos que en Tomelloso no había ningún establecimiento de estas características y decidimos dar el paso –cuenta Firbo mientras se ocupa del horno del pan- Había un 24 horas frente al Instituto García Pavón, pero era por maquina, no lo atendía gente”. Casi tres lustros después de estancia en Tomelloso,  el matrimonio echa una mirada atrás y está satisfechos,  aunque ambos reconocen que las dificultades para sacar adelante el negocio son crecientes. “Hemos logrado mantenernos mucho tiempo y eso es ya un motivo de satisfacción, pero cada día abren más. Te acuestas por la noche y por la mañana ya han abierto uno nuevo.  Así ni comen, ni dejan comer. Concretamente, nosotros tenemos uno enfrente y al lado una tienda de chinos que, fiscalmente, están tratados de mejor manera, sobre todo en los primeros años del negocio. Esto, lógicamente, les permite tener unos precios más competitivos. Nosotros pagamos alquiler y  a las personas que hemos ido contratando”.

El responsable del 24 Horas considera otra dificultad la prohibición de venta de alcohol, a partir de las diez de la noche. “Este debería aplicarse a bebidas como el wiski, la ginebra y otras por el estilo. Pero consideramos exagerado prohibir la venta de vino o cerveza a una persona que se lo lleva para consumir en casa. Entonces, a partir de las diez ¿qué vendemos?, pregunta y se lamenta al mismo tiempo el responsable del negocio.

A Sergio y Mari Carmen les preocupa el proyecto del carril bici en la avenida “porque  quitará aparcamientos y la gente, que es cómoda por naturaleza, si no puede aparcar no vendrá a comprar porque se expone al riesgo de una multa.  Esto es otra dificultad, pero bueno, a pesar de todo estamos bien aquí, vamos pagando que no es poco. Si llega el día que no se puede, pues habrá que cerrar y buscarse el sustento en otro sitio”.

Ambos  aluden al sacrificio y esfuerzo que supone llevar una tienda de estas características. “Tienes que  dedicarle mucho tiempo, aunque ahora por la noche cerramos. Antes la teníamos hasta las cuatro y las cinco de la mañana, pero ahora no merece la pena, no es rentable. El pan es el producto que má vendemos, el nuestro es de muy buena calidad, aunque en realidad las tiendas 24 Horas son las tiendas del olvido, la gente compra lo que se le ha olvidado comprar en el supermercado. Nuestro negocio está en los días y horas que cierran las grandes superficies. El fin de semana, sobre todo los domingos, es cuando más trabajamos”. 

Curiosamente, este 24 Horas ha logrado fidelizar clientela. “Aquí siguen viniendo personas que ya venían cuando abrimos aquel 12 de octubre de 2007. Tenemos confianza con la gente y atendemos con toda la empatía y cercanía que podemos  a los clientes. Y tiene que ser así, porque cuesta mucho ganar un cliente, sin embargo lo puedes perder en un solo segundo. Nos ajustamos todo lo que podemos en los precios, pero  algo que se compra cuando las demás tiendas están cerradas hay que pagarlo”, comenta Firbo. El establecimiento es también un punto de venta de la ONCE  lo que también ayuda a que un mayor número de personas pasen por la tienda. En la despedida, les deseamos  otra singladura de otros catorce como mínimo. Sergio y Mari Carmen sonríen y siguen atendiendo a los  clientes que llegan.