Opinión

Mi paso por los carnavales

José Antonio Negrillo Martínez | Sábado, 26 de Febrero del 2022
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Yo no he sido muy carnavalero, me ha gustado la fiesta, el lío que se arma, ver a gente disfrazada dándote la secansa,  ir al baile, las copichuelas y lo que lleva el baile, las chicas, (jolines, que me voy a parecer al padre de mi amigo Cornejo, que fui un día a su casa a repararle un frigorífico y me acompañaba uno de los Jefes de Servicio de Westinghouse de Bilbao, y así hablando le preguntó de forma muy coloquial:

-Pues Vd. Don Adolfo, ¿qué vicios ha tenido?

A lo que su padre de Cornejo, que era un cachondo, le contestó:

-Pues nada hijo mío lo normal, el vino, los toros y las mujeres.

-¡Coño¡ No está mal.

Perdonar este inciso, pues eso lo corriente, pero vestirme de máscara no, siempre me he imaginado que estaría muy raro, y además me daba mucha vergüenza….hasta que en el Poli (Codetosa), organizaron bailes de Carnaval y la pandilla de allí me empezaron a  ronronear, y mi persona que es de carne débil accedió sin saber en lo que me metía. El primer año Mari Luz Crespo dijo que iba a hacer una escuela de parvulitos y nos disfrazó a todos con pantalones cortos los “niños” y faldita las niñas”, y bueno eso pasó y por allí anduvimos tíos de mi envergadura, de 100 kilos otros más chicos, pero ya grandotes, y entre cubata y cubata pasamos la noche, sin pena ni gloria, además no salíamos del recinto.

Al año siguiente se les ocurre vestirse de chinos, y a mí que era el más llevadero y más gordote pues de china, cuando me estaban maquillando en el chalet de Amalio Briones (la casa de todos), se montó la juerga padre, todos a mi alrededor viendo la transformación con una peluca que me hicieron con la lana de 40 ovejas, para semejante cabeza, Fini Marquina, que era la maquilladora, no paraba de reír y los demás a beber, y yo a mirar y hacer el canelo; pasó un vecino del chalet, que iba bien, empeñado a que jugara con él a la cuarteta, y mira estaba yo para juegos. Total, salimos del salón hicimos el paseíllo, nada, gin-tonic para arriba cubata para abajo y mucho bailoteo hasta altas horas de la madrugada. Tampoco salimos de la zona.

Pero llegó el tercer año, ¡ay! el tercer año, cuando me presentaron el cuadrante, como dice mi amigo el ex-policía Bernabé, y me dicen que ese año hay que desfilar con las comparsas del Ayuntamiento, desde la Plaza de España hasta la Plaza de Toros, ahí me planté y me negué en redondo, para que me “animara” me presentaron la coreografía y me propusieron el papel de protagonista, el más estiloso de todos, 105 kilos de Blancanieves.

Faltaba un mes o más para los carnavales, y ya me empiezan a tomar medidas para el vestido, comprarían una pieza de tela, para mi tipazo, yo de momento estaba muy ajeno a lo que se venía encima, y según mis “modistillas” iban perfilando el traje, yo cada vez me alejaba más y escurría más el bulto, pues no me acababa de convencer, salir a la calle y con tanta gente, uff, me daba pánico, yo no sabía cómo quitarme de encima el  muerto. Una mañana recibo una llamada de la Dirección de Philips Ibérica, para comunicarme que el día, no me acuerdo cual, había una Convención Regional de Distribuidores de T.V. en el Parador de Almagro para presentar un modelo nuevo de T.V. de Color, encareciéndome mi presencia pues era muy importante el evento.

Miré al almanaque y ¡oh Cielos! mi salvación, era el mismo día del desfile, yo no dije ni pío, me hice mis cuentas y pensé, pobre de mí, que me libraba y que otro se pondría en mi lugar, sí, sí.

Por entonces teníamos la tienda de Codecor, y en el mes de enero había en Valencia la Feria Textil, y claro como es natural e igual que todos los años asistíamos a ella y aprovechábamos para dar una vuelta por Valencia, o a Peñíscola a visitar a mis parientes.

En Valencia nos reservaban habitación en el Hotel Sorolla, junto al Ayuntamiento, la fábrica Tolrá, y como estábamos en el centro había que hacer alguna que otra compra, y como mi mujer Florita no da puntada sin hilo, ¿se dice así? , me comenta:

-Tinete, ya que estamos aquí podíamos pasar a una zapatería y comprarte los zapatos para lo de Blancanieves.

Nada, a comprar los zapatos, mi mujer se dirige al dependiente:

- Quiero unos zapatos de señora, que no tenga muy altos los tacones del 42 o 43, son para mi marido.

El operario me miró de arriba abajo y por la tienda le hizo un comentario a un compañero suyo, a mí los colores  al máximo, vuelve el dependiente me dice que me los pruebe, me los puse le di dos vueltas a la tienda, bajo la mirada atenta de otros clientes y yo quería que me tragara la tierra, cuando decidí cuales eran los que me quedaba y para dejar clara mi “hombría”, le susurré que no era mariquita, que son para un disfraz de carnaval.

Pasado el trance, volví a mi vida normal, pero con el run run de la nube que tenía encima, así que le echo valor, y una tarde le suelto el pastel a mi mujer y le digo:

-¿Florita que día es por fin el desfile?

-Mañana a las 6, si ya lo sabes tú.

-Anda si mañana tengo la convención de Philips y no puedo faltar.

-Pues tú verás cómo te las arreglas pero a las 5 tienes que estar aquí pues sin ti no podemos salir.

El que no sabía por dónde salir era yo.

-Voy a procurar llegar a tiempo, pero en caso de que no, pues que salga Luis Bono, dije yo, ¡madre mía!, me cayó la del pulpo.

Llega el día de autos, y me pongo camino de Almagro, a cumplir con mis obligaciones, yo estaba sin vivir en mí, todo iba correcto, llega la comida y los interminables discursos echándose flores unos a otros, y yo mirando el reloj, y alrededor de las cuatro de la tarde, aparece un camarero preguntando por mí, entonces no había móviles, Sr. Negrillo, le llaman por teléfono, las piernas me temblaban, no hacía falta que el auricular me lo pegara a la oreja, echaba humo, -¿todavía sigues ahí?, ya te estás viniendo y me colgaron.

Me despedí como pude de mis colegas, y carretera y manta.

La llegada a mi casa fue triunfal, me estaban esperando con el rodillo de la masa en mano, nada más abrir la puerta allí estaban la mujer de Luis Bono, Francisca, mi prima y cuñada Toñi Negrillo, y ¡cómo no! mi amada esposa, con unas caras…., me empezaron a desnudar por la escalera, era como una jauría, y me vistieron y maquillaron que fue visto y no visto.

Ya en la calle, me cogieron de la mano y tiraban de mí, como un mal colegial, hasta que por fin llegamos a la Plaza, yo iba como un tomate, entre el sofoco de la vestimenta y la vergüenza que era indescriptible.

Durante la espera en la Plaza, le comento a mis “socios”, Amalio Briones y Ramón Olmedo que yo no desfilo que eso es muy fuerte, éste último me coge del brazo y me mete de cabeza en la Cafetería Sol, me, bueno, nos tomamos tres cubatas “de seguido” y salí más alegre que las maracas de Machín.

El pasacalles fue un desfile triunfal, no dejábamos bar sin hacerle una visita, nos pasamos la carpa de la Plaza de Toros y seguimos hasta el bar El Jaraíz a “tomar algo” ya para cenar, yo debía tener entonces dos estómagos, uno para beber y otro para comer, beber ya no bebí mucho, pero comer lo hice bien, me senté en una caja de cervezas enfrente de la barra y allí puse la mesa. Ya cuando comprendimos, bueno no comprendimos, que estábamos más que saciados, pedimos la cuenta, pagamos y de marcha a nuestro destino: la Carpa de la Plaza de Toros, que estaba como decía el Dúo Sacapuntas “abarrotá”, allí quise demostrar mis dotes de bailarín, que no tenía ni pajolera idea, y después de cientos de pisotones y empujones, tomé la decisión de dar por terminada mi actuación, y sin dar un ruido, ni a mi mujer siquiera, deserté, y en un descuido me salgo a la calle, me quito los zapatos y ohhhh que descanso que liberación, llegué como pude a mi casa,  subí las escaleras, escalón a escalón, divisé el dormitorio y caí rendido a los brazos de Morfeo, y en la nube del sueño me hice un pacto: NO VOLVERÉ  a salir disfrazado el resto de mi vida.

Gracias por leerme y FELICES CARNAVALES 2022.

José Antonio Negrillo Martínez.

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