Leyendo el curioso artículo en
este periódico de Pilar Serrano de
Menchén del jueves, 24 de Febrero del 2022, titulado “La brujería y el
curanderismo en La Mancha del XVI al XVIII”, en el que, entre otras muchas
cosas, escribe que la mayor inquietud de
los Oficiales del concejo argamasillero “radicaba
en las saludadoras y saludadores. Estas personas decían tener gracia. Curaban
de la rabia principalmente. Sus actividades preocupaban a los responsables del
Ayuntamiento, porque estaba en contra de esta práctica la misma Iglesia, la
cual tenía sus propios ritos para curar el citado mal. “, nos ha
movido a dar a la luz este “folletín en verso” que tenía preparado para otro
momento, dentro de la serie de “Tomelloso en las antiguas revistas de
humor”, con el que la abro hoy.
Pero diré antes, a modo de introducción, que cuatro
revistas de humor, de tono satírico, destacaron en la época comprendida entre
1880 y 1934: “Madrid Cómico”, “El Motín”,
“Buen
Humor “ y “Gutiérrez”, y las cuatro se ocuparon, de una u otra forma,
de Tomelloso, bien como lugar, bien como apellido de singulares personajes. A
cada una de ellas me iré refiriendo brevemente cuando trate de los
temas específicos tomelloseros.
No era precisamente un periódico humorístico ni literario el “Diario de avisos de Madrid”, nacido en
enero de 1825 y desaparecido a finales de 1918. Recogía en sus páginas, además de noticias, nombramientos, órdenes, disposiciones
oficiales y otros anuncios y avisos gubernamentales; otros de tipo comercial,
como el precio de los granos, ventas, traspasos, alquileres, subastas,
pérdidas, empleo de nodrizas, sirvientes y otros oficios y profesiones, así
como notas sobre estrenos teatrales, ópera, espectáculos y diversiones
públicas, policía urbana, horarios de transportes y agenda. También incluirá
información sobre los cambios de moneda, sobre la Bolsa de Madrid y partes
religiosos y judiciales. Pero,
a partir de cierto momento, de vez en
cuando, en la falda de la primera, o dos primeras páginas, en la sección
“Folletín”, publicaba alguna que otra poesía de distinto cariz.
En esta ocasión, en su número del 8/12/1839,
páginas 1 y 2, bajo las iniciales V. P., sin que haya
podido descubrir la identidad del poeta que tras de ellas se esconde, aparecen
los versos de la Tía Tranca. Un Folletín humorístico en verso donde se cuenta cómo el tío Marcos
Candil, sacristán de Tomelloso, por
consejo de la mujer de Conejo, llamada la Totobía, acudió en un mal día, a los servicios de una vetusta
mujer, medio furia y medio
arpía. Una bruja curandera, que llamaban
la tía Tranca; y cómo, sorprendida ejerciendo sus hechizos por el cura armado con un garrote, coja y medio manca, de Tomelloso salió a
trancazos la tía Tranca.
El FOLLETÍN dice así:
“No es cuento, lector amado; / Es historia verdadera/ Que yo mismo he
presenciado. / Nada quito, nada añado; / Sucedió de esta manera: / Sacristán
del Tomelloso/ Era el tío Marcos Candil; / Y estaba enfermo, achacoso / De un
mal crónico y penoso / Que le diera sustos mil. / El albéitar del lugar / Que
le prestaba su ayuda, / Vino al fin a declarar / Que era imposible curar/
dolencia tan peliaguda. / Boticarios,
curanderos, / El infeliz consultó, / Comadrones y barberos; / Hizo
remedios caseros, / Mas ninguno le bastó. / Yendo a visitarle un día/ La muger
del tío Conejo, / Llamada la Totobía, /afirmó que sanaría/ Si tomaba su
consejo. / Que por dicha en el lugar/ Se encontraba en aquel punto, / Una muger
singular/ Que le pudiera sanar/ Aunque estuviera difunto./ Que muerto su
pollinico, / La curandera le vio: / Dióle un soplo en el hocico, / Y al punto
el animalico / De un brinco se levantó. / Venga, pues, esa muger. / Dijo el
marchito Candil; / Mas si lo llega a saber/ El cura, me va a poner/ Como hoja
de peregil, / Marchóse la Totobía / Y volvió al anochecer, / Trayendo en su
compañía/ Medio furia y medio arpía, / Una vetusta muger. / Rostro pringoso y
tostado. / Crespa cabellera blanca. / Tallo disforme, encorvado, / Sobre un
grosero cayado, / Tal se mostró la tía Tranca. / Sentóse con gravedad, / Y
preguntóle al doliente, / La causa, la antigüedad / De su rara enfermedad, /
Cual doctor impertinente. / Luego que estuvo enterada / De todos los
pormenores, / Dijo: la cosa no es nada; / Yo vengo aquí preparada / A curar
vuestros dolores. / Manda que la habitación / Al momento se cerrara. / Que
traigan a prevención, / Dios sabe con qué intención, / Dos barreños de agua
clara. / Cuando la bruja se vio / Con el viejo enfermo sola, / De un emboltorio
sacó. / Una vela que encendió, / Un bonete y una estola. / Y le dijo al
sacristán / Que la miraba sañudo: / Ponte señor como Adán; / Deja tu cuerpo
desnudo / Como el de San Sebastian. / El hombre se horrorizó, / E indeciso
parecía; / Pero la bruja afirmó / Que de otra manera no / Darle el remedio podía. / Miróla el viejo
infelice, / Y al fin queriendo ceder, / «Unas enaguas, la dice, / Porque a
nadie escandalice, / «Dejadme, al menos, poner>>. / Luego un refajo se
mete / Ceñido por la cintura, / Y con estola y bonete / Estaba el pobre vejete
/ La mas estraña figura. / A ruegos de la hechicera, /Sobre un viejo cobertor /
Tendióse cuan largo era / Panza arriba, de manera / Que daba el verle pavor. /
Sacó la bruja un gran bote, / Como de ungüento amarillo, / Y dióle con él un
frote / En las sienes, el cogote, / Los sobacos y el tobillo. / Coge la vela,
inspirada / Sin duda del enemigo, /Y echando una chorreada, / Con mano
desapiadada / se la planta en el ombligo. / El sacristán hizo un gesto / Y
diera un ¡ay! lastimoso, / Sí no acudiera, tan presto / La vieja, diciendo:
«aquesto, / Señor, es muy provechoso . / Hora solo es menester / Que detengáis
el aliento / En tanto que voy a ver / Hasta dónde mi poder / Alcanza en este
momento.» / Puesta en cuclillas, murmura / Sobre el agua, y la menea, / Mas entretanto.... ¡O diablura! / Se lo
cuenta todo al cura / Su prima doña Matea. / El enfermo ya llegó / A reventar
de fatiga / No pudo más…respiró / Mas, ¡ay! La vela cayó/ Y le quemó la
barriga. / Entonces de par en par / Abren la puerta., y furioso /
Como un toro se vio entrar / Al cura, y enarbolar / Un garrote poderoso. /
Corrido y avergonzado, / En la cama se metió / El sacristán azorado; / Y
después há declarado, / Que del susto aquel curó. / Fugóse la curandera, / Pero coja y medio manca/ ¡Válgame Dios! / Quién digera / Que del
pueblo aquel saliera /A trancazos la tía Tranca.”
Fuera de humoradas poéticas,
casi cincuenta años después, encontramos la noticia en La República (Madrid. 1884), 29/5/1888, página 3, de otra “tía
Tranca” ejerciendo por la zona. La noticia es ésta: “Una saludadora que cobra gran fama en la provincia de Ciudad Real, ha
sentado sus reales en Tomelloso, prodigando sus servicios á las personas y
animales mordidos por los perros. Hace pocos días estuvo en Manzanares, donde
trató científicamente a un niño que había sido mordido por un perro. El hecho
ha dado lugar a procedimiento judicial.”
Madrid, 9 de marzo de 2022
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Lunes, 12 de Mayo del 2025