Opinión

Tomelloso en las antiguas revistas de humor I. El Folletín de la Tía Tranca

Juan José Sánchez Ondal | Jueves, 10 de Marzo del 2022
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Leyendo el curioso artículo en este periódico de Pilar Serrano de Menchén del jueves, 24 de Febrero del 2022, titulado “La brujería y el curanderismo en La Mancha del XVI al XVIII”, en el que, entre otras muchas cosas, escribe que  la mayor inquietud de los Oficiales del concejo argamasillero “radicaba en las saludadoras y saludadores. Estas personas decían tener gracia. Curaban de la rabia principalmente. Sus actividades preocupaban a los responsables del Ayuntamiento, porque estaba en contra de esta práctica la misma Iglesia, la cual tenía sus propios ritos para curar el citado mal. “, nos ha movido a dar a la luz este “folletín en verso” que tenía preparado para otro momento, dentro de la serie de “Tomelloso en las antiguas revistas de humor”, con el que la abro hoy.

Pero diré antes, a modo de introducción, que cuatro revistas de humor, de tono satírico, destacaron en la época comprendida entre 1880 y 1934: “Madrid Cómico”, “El Motín”,  “Buen Humor “ y “Gutiérrez”,  y las cuatro se ocuparon, de una u otra forma, de Tomelloso, bien como lugar, bien como apellido de singulares personajes. A cada una de ellas me  iré  refiriendo brevemente cuando trate de los temas específicos tomelloseros. 

No era precisamente un periódico humorístico  ni literario el “Diario de avisos de Madrid”, nacido en enero de 1825 y desaparecido a finales de 1918. Recogía en sus páginas, además de noticias,  nombramientos, órdenes, disposiciones oficiales y otros anuncios y avisos gubernamentales; otros de tipo comercial, como el precio de los granos, ventas, traspasos, alquileres, subastas, pérdidas, empleo de nodrizas, sirvientes y otros oficios y profesiones, así como notas sobre estrenos teatrales, ópera, espectáculos y diversiones públicas, policía urbana, horarios de transportes y agenda. También incluirá información sobre los cambios de moneda, sobre la Bolsa de Madrid y partes religiosos y judiciales. Pero, a partir de cierto momento,  de vez en cuando, en la falda de la primera, o dos primeras páginas, en la sección “Folletín”, publicaba alguna que otra poesía de distinto cariz.

En esta ocasión, en su número del   8/12/1839, páginas 1 y 2, bajo las iniciales V. P., sin que haya podido descubrir la identidad del poeta que tras de ellas se esconde, aparecen los versos de la Tía Tranca. Un Folletín humorístico en verso donde se cuenta cómo el tío Marcos Candil,  sacristán de Tomelloso, por consejo de  la mujer de Conejo, llamada la Totobía,  acudió en un mal día, a los servicios de una vetusta mujer, medio furia y medio arpía. Una bruja curandera, que llamaban la tía Tranca; y cómo, sorprendida ejerciendo  sus hechizos por el cura  armado con un garrote,   coja y medio manca, de Tomelloso salió a trancazos la tía Tranca.

El FOLLETÍN dice así:

“No es cuento, lector amado; / Es historia verdadera/ Que yo mismo he presenciado. / Nada quito, nada añado; / Sucedió de esta manera: / Sacristán del Tomelloso/ Era el tío Marcos Candil; / Y estaba enfermo, achacoso / De un mal crónico y penoso / Que le diera sustos mil. / El albéitar del lugar / Que le prestaba su ayuda, / Vino al fin a declarar / Que era imposible curar/ dolencia tan peliaguda. / Boticarios,  curanderos, / El infeliz consultó, / Comadrones y barberos; / Hizo remedios caseros, / Mas ninguno le bastó. / Yendo a visitarle un día/ La muger del tío Conejo, / Llamada la Totobía, /afirmó que sanaría/ Si tomaba su consejo. / Que por dicha en el lugar/ Se encontraba en aquel punto, / Una muger singular/ Que le pudiera sanar/ Aunque estuviera difunto./ Que muerto su pollinico, / La curandera le vio: / Dióle un soplo en el hocico, / Y al punto el animalico / De un brinco se levantó. / Venga, pues, esa muger. / Dijo el marchito Candil; / Mas si lo llega a saber/ El cura, me va a poner/ Como hoja de peregil, / Marchóse la Totobía / Y volvió al anochecer, / Trayendo en su compañía/ Medio furia y medio arpía, / Una vetusta muger. / Rostro pringoso y tostado. / Crespa cabellera blanca. / Tallo disforme, encorvado, / Sobre un grosero cayado, / Tal se mostró la tía Tranca. / Sentóse con gravedad, / Y preguntóle al doliente, / La causa, la antigüedad / De su rara enfermedad, / Cual doctor impertinente. / Luego que estuvo enterada / De todos los pormenores, / Dijo: la cosa no es nada; / Yo vengo aquí preparada / A curar vuestros dolores. / Manda que la habitación / Al momento se cerrara. / Que traigan a prevención, / Dios sabe con qué intención, / Dos barreños de agua clara. / Cuando la bruja se vio / Con el viejo enfermo sola, / De un emboltorio sacó. / Una vela que encendió, / Un bonete y una estola. / Y le dijo al sacristán / Que la miraba sañudo: / Ponte señor como Adán; / Deja tu cuerpo desnudo / Como el de San Sebastian. / El hombre se horrorizó, / E indeciso parecía; / Pero la bruja afirmó / Que de otra manera no  / Darle el remedio podía. / Miróla el viejo infelice, / Y al fin queriendo ceder, / «Unas enaguas, la dice, / Porque a nadie escandalice, / «Dejadme, al menos, poner>>. / Luego un refajo se mete / Ceñido por la cintura, / Y con estola y bonete / Estaba el pobre vejete / La mas estraña figura. / A ruegos de la hechicera, /Sobre un viejo cobertor / Tendióse cuan largo era / Panza arriba, de manera / Que daba el verle pavor. / Sacó la bruja un gran bote, / Como de ungüento amarillo, / Y dióle con él un frote / En las sienes, el cogote, / Los sobacos y el tobillo. / Coge la vela, inspirada / Sin duda del enemigo, /Y echando una chorreada, / Con mano desapiadada / se la planta en el ombligo. / El sacristán hizo un gesto / Y diera un ¡ay! lastimoso, / Sí no acudiera, tan presto / La vieja, diciendo: «aquesto, / Señor, es muy provechoso . / Hora solo es menester / Que detengáis el aliento / En tanto que voy a ver / Hasta dónde mi poder / Alcanza en este momento.» / Puesta en cuclillas, murmura / Sobre el agua, y la menea,  / Mas entretanto.... ¡O diablura! / Se lo cuenta todo al cura / Su prima doña Matea. / El enfermo ya llegó / A reventar de fatiga / No pudo más…respiró / Mas, ¡ay! La vela cayó/ Y le quemó la barriga. /  Entonces  de par en par / Abren la puerta., y furioso / Como un toro se vio entrar / Al cura, y enarbolar / Un garrote poderoso. / Corrido y avergonzado, / En la cama se metió / El sacristán azorado; / Y después há declarado, / Que del susto aquel curó. / Fugóse la curandera, /  Pero coja y medio manca/  ¡Válgame Dios! / Quién digera / Que del pueblo aquel saliera /A trancazos la tía Tranca.”

Fuera de humoradas poéticas, casi cincuenta años después, encontramos la noticia en La República (Madrid. 1884), 29/5/1888, página 3, de otra “tía Tranca” ejerciendo por la zona. La noticia es ésta: “Una saludadora que cobra gran fama en la provincia de Ciudad Real, ha sentado sus reales en Tomelloso, prodigando sus servicios á las personas y animales mordidos por los perros. Hace pocos días estuvo en Manzanares, donde trató científicamente a un niño que había sido mordido por un perro. El hecho ha dado lugar a procedimiento judicial.”

Madrid, 9 de marzo de 2022

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