Solamente
en mi vida de lector-espectador, he encontrado dos versiones cinematográficas
que, a mi juicio, respondieran a la novela en que se basaban. Un española: “Los
Santos inocentes” y otra extranjera: “Zorba el griego”. Dos guiones fidelísimos
y dos realizaciones magníficas, unidas a intérpretes e interpretaciones
magistrales. Tal vez, o precisamente, se deba esa impresión a haber releído
ambas novelas en fechas inmediatas al visionado (palabra que no me gusta) de
las respectivas cintas.
Zorba,
de 1964, escrita, producida, editada y dirigida por Michael Cacoyannis, basada en la novela de
1946, de Nikos Kazantzakis, La vida y los
tiempos de Alexis Zorba con Anthony Quinn, Alan Bates, Lila
Kedrova, Irene Papas y Sotiris
Moustakas , en la que figura el inolvidable sirtaki, y Los santos inocentes, de
1984, dirigida por Mario Camus y protagonizada por Alfredo
Landa, Terele Pávez y Paco
Rabal, basada en la novela
homónima de Miguel Delibes, de 1981; película ganadora
de la mención especial del jurado en
el Festival de Cannes en 1984 y premio de
interpretación masculina, ex aequo, para Alfredo Landa y Paco Rabal.
Viene
esto a cuento de recordar la serie televisiva de ocho episodios de Plinio,
rodada en color, aunque vista en blanco y negro, más negro que blanco, en 1971, y emitida por Televisión española entre el 13 de marzo y el 8 de mayo
de 1972, basada en las novelas de García Pavón, con guión de Antonio Giménez
Rico y José Luis Garci, dirigida por el primero, e interpretada en los dos
principales papeles, por Antonio Casal (Plinio) y Alfonso del Real (Don
Lotario), de la que se han cumplido
cincuenta años del rodaje y se cumplen los de su exhibición.
Desde
que tuve noticia de que se estaba rodando la serie, me asaltaron dudas sobre el
éxito de la empresa, ya que la singularidad de los escenarios, del ambiente,
del lenguaje tomellosero y la
peculiaridad y maestría narrativa de don Francisco, difícilmente, me parecían
trasladables al celuloide. Si una imagen vale más que mil palabras, a veces, vale
también la recíproca, pues hay palabras para las que no hay imágenes que las
expresen y éste era, para mí, un caso paradigmático. Si una imagen puede estar
cargada de poesía, no hay, en cambio, imágenes capaces de expresar el sentimiento de
un frase, o de unos versos. “Polvo seré, más polvo enamorado”; “poesía eres
tú”, ¿qué imágenes son capaces de recoger lo que esas palabras expresan?
Igualmente, de entre las novelas de García Pavón, podríamos seleccionar
multitud de párrafos intraducibles al lenguaje de las imágenes. Pero dada la talla de los guionistas, director y medios puestos a
su disposición, esperé a ver los resultados, partiendo ya del parecer de que,
así como Alfonso del Real, aunque difería del tipo físico, no me parecía mal en
el papel de Don Lotario, en modo alguno, en mi imaginado, un actor como Antonio
Casal encajaba en el papel de Plinio.
Había
visto, antes de que se decidiese rodar la serie, un capítulo emitido en
Televisión Española, la única de entonces: “El carnaval”, dentro de “Pequeño
estudio”, emitido el 12 de diciembre de 1969, con un reparto encabezado por
José Bódalo, Francisco Matesanz, Enrique Vivó, José Franco y José Segura, que
lamento no haber podido conseguir, a
pesar de múltiples intentos con TVE, en el que el principal papel, de Plinio,
lo interpretaba José Bódalo, que en mi idea del personaje del Jefe de la
policía municipal de Tomelloso, era el tipo ideal para encarnarlo. Lo recuerdo,
como si lo estuviera viendo, con su
sable colgando. Me agradaría poder recuperarlo y volverlo a ver, para
contrastarlo con los capítulos de la serie y para comparar interpretaciones del
principal personaje.
Se
proyectó la serie y mis temores se
realizaron. La crítica fue demoledora. Baget-Herms, citado por Alejandro Macías[1], escribía: "La expectación que rodea esta
adaptación de las novelas de García Pavón se convierte muy pronto en una gran
decepción. Carente de todo ritmo cinematográfico, e incluso de interés, las
aventuras de Plinio pasan sin el menor éxito por la pantalla y hacen realmente
un flaco favor a García Pavón y a la ciudad de Tomelloso. Tampoco se salva la
actuación de Antonio Casal, en quien el público no sabe "reconocer"
el héroe de estas novelas".
Ni en
la edad, ni en el tipo, ni en la gesticulación, ni en los andares, ni en la
expresión, ni en la dicción, ni en su trato con don Lotario, ni en nada, veía,
ni veo, en la actuación de Casal al Manuel González que me había sugerido don
Paco en sus novelas. He vuelto a ver la serie, esta vez en color, oscuro, eso
sí, y
me sigue pareciendo un desaguisado, por lo que vuelvo, continuamente, a
las novelas decepcionado, cuando no,
indignado.
No fue
otra la opinión del público local, como pone de manifiesto Julio Olmedo
Álvarez,[2] cuando nos dice que “el preestreno en el cine Principal de
Tomelloso [supuso] un jarro de agua fría
para los espectadores, que habían ido a la sala buscando algo totalmente
diferente a lo que hallaron en la pantalla… después de ver la serie] los primeros capítulos no hicieron sino
exacerbar el descontento popular en Tomelloso. No fueron pocos los que
sintieron ultrajada la imagen del pueblo y expresaron que mejor hubiera sido
permanecer en el anonimato, antes que aparecer en toda España de aquella manera
tan vergonzante.” Yo hubiera escrito vergonzosa. Debido a la creencia de
que se ofrecía “en las historias una recopilación de personajes de la España negra
rural, como si Tomelloso concentrase esa caterva de criminales en una
proporción elevadísima. El miedo a ver vinculado el nombre de la ciudad con
sucesos sangrientos y personajes de baja estofa, estuvo rondando varios años
por los habitantes de este pueblo.”
No voy
a hacer caso en esta ocasión, al amigo Tinete Negrillo, que, como anunciara que
tal vez hablaría de la serie en otro momento, me decía: …”mejor no digas nada, eso fue una chapuza de TVE, yo como vivía al
lado del teatro Principal, conviví con actores y todo el elenco y parece que
iban de cahondeo, mejor no decir nada.” Ya lo dice él todo.
No compartimos, por lo expuesto, la opinión de Alejandro Macías[3], según la cual “Afortunadamente hoy podemos hacer justicia a este serie avanzada a su tiempo gracias a la edición en DVD de 39 Escalones… Remasterizada, "Plinio" es otra cosa. Posiblemente quienes la vieron en su momento no la reconocerían, y para los nuevos espectadores supone una agradable sorpresa. No todos los capítulos son brillantes, ni mucho menos, y el ritmo a veces se nos antoja un poco lento, sí, pero no olvidemos que ha cumplido los 43 años y que ha envejecido mucho mejor de lo esperado teniendo en cuenta su recepción inicial. Merece la pena recuperar la interpretación de Casal, tan criticada en su momento y que hoy se ve muy moderna, contenida y realista. Muy recomendable para curiosos del género policíaco televisivo”.
Nuestra recomendación, en cambio, es que
acudan a la fuente, a beber en el
manantial limpio y fresco de las novelas del maestro.
Madrid, 13 de abril de 2022
[1] Alejandro
Macías en “Recuperando "Plinio", una serie
maltratada”, martes, 24 de noviembre de 2015,
{{comentario.contenido}}
Eliminar Comentario
"{{comentariohijo.contenido}}"
Eliminar Comentario
Viernes, 12 de Diciembre del 2025
Viernes, 12 de Diciembre del 2025
Viernes, 12 de Diciembre del 2025
Viernes, 12 de Diciembre del 2025