Opinión

Sobre la brevedad

Juan José Sánchez Ondal | Jueves, 21 de Abril del 2022
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Los lectores de mi generación, cada vez menos, sin duda, recordarán aquellas intervenciones radiofónicas del humorista argentino Pepe Iglesias “El Zorro”, que mediado  el pasado siglo nos deleitaba con su anuncio silbado,  sus personajes en el “Hotel la sola cama” en el que había bronca toda la semana y sus frases que hicieron fortuna popular “Tá loca la pelota”, “que risibilidad tan risible”,  los finales del “finado Fernández nunca más se supo” y la de “seré bereve”, que me lleva a este rollito de primavera de hoy. 

Como acontece con los refranes, de los que se dice que hay para todos los gustos y sirven de muleta a los políticos, en cuanto capaces de decir una cosa y  la contraria, o donde digo, digo, digo Diego, si Diego es de la cuerda, existen frases famosas, máximas,  que tienen su contraria. 

¿Quién no ha citado alguna vez a Gracián, al jesuita  Baltasar Gracián Morales  (1601- 1658) ese belmonteño, del Belmonte que lleva hoy su apellido, (Belmonte de Gracián) en la provincia de Zaragoza, comunidad de Aragón, no del Belmonte de Cuenca, cuna de fray Luis de León, sobre la bondad de lo breve? Se hizo famosa la frase que se suele citar incompleta de que “lo bueno si breve dos veces bueno”.

La dio a conocer don Baltasar en 1647, en su ‘Oráculo manual y arte de prudencia’  en el párrafo 105, que trata sobre el hecho de no cansar, en el que escribió:

“La brevedad es lisongera,…  gana por lo cortés lo que pierde por lo corto. Lo bueno, si breve, dos vezes bueno; y aun lo malo, si poco, no tan malo.”  Y tras incidir en ello, concluye: “Lo bien dicho se dize presto”. Repite la misma idea párrafos adelante, en el 299, al tratar de “Dexar con hambre. Hase de dexar en los labios aun con el néctar. Es el deseo medida de la estimación; hasta la material sed es treta de buen gusto picarla, pero no acabarla. Lo bueno, si poco, dos vezes bueno.”

Siglos antes, su correligionario el Arcipreste de Hita (1343), en  “El libro del buen amor”,  estrofa 1606, por lo que a la predicación se refiere, había escrito:

“Quiero abreviar, señores, ésta  predicación,
porque siempre gusté de pequeño sermón,
y de mujer pequeña y de breve razón,
pues lo poco y bien dicho queda en el corazón.”[1]

Por su parte el madrileño de ascendencia vasca, Alonso de Ercilla  y Zúñiga (1533 – 1594), autor de La Araucana, en el canto XXVII de ésta,  también escribiría sobre la alabanza de la brevedad:

“Siempre la brevedad es una cosa

con gran razón de todos alabada,

y vemos que una plática es gustosa

cuánto más breve y menos afectada;

y aunque sea la prolija provechosa,

nos importuna, cansa y nos enfada:

que el manjar más sabroso y sazonado

os deja, cuando es mucho, empalagado.”

No obstante, como el autor va a demorarse recorriendo todo el globo terráqueo, se excusa:

Que no se puede andar mucho en un paso,       

ni encerrar gran materia en chico vaso.”

También William Shakespeare (1564 – 1616), escribiría en  Hamlet:

“Brevity is the soul of wit: la brevedad es el alma del ingenio”.

Y nuestro Cervantes, años antes que el jesuita Gracián, por boca del muchacho que explicaba en el teatrillo de maese Pedro, la aventura en la que don Gaiferos libera a su esposa Melisenda,  cautiva de los moros en España, en la ciudad de Sansueña, luego llamada Zaragoza (Cap. XXVI, de la segunda  parte), abreviando, dice:

“de la prolijidad se suele engendrar el fastidio.”

Y, en el final del prólogo de la segunda parte del Quijote, escribe don Miguel: “que la abundancia de  las cosas, aunque sean buenas, hace que no se estimen, y la carestía, aún de las malas, se estima en algo”.

Otros muchos han reincidido en la misma idea de ensalzar la brevedad. Por citar otro más, valga Antón Chejov (1860-1904). Si Shakespeare la consideraba “alma del ingenio”,  el escritor ruso la concebía como “hermana del talento.”

Todo va concordando en el correr de los siglos. ¿Dónde, entonces, la famosa frase contraria? Pues, además de la ya citada excusa de Ercilla,  (Que no se puede andar mucho en un paso,/ ni encerrar gran materia en chico vaso.”), en el principal poeta lírico romano Horacio, Quinto Horacio Flaco, que vivió allá por los años 65 a 8 antes de Cristo, el autor del “beatus ille procul negotis, ut prisca gens mortalium, paterna rura bobus exercet suis, solutus omni foenore…”, que don  Carlos nos hacía traducir en el colegio, más o menos por “feliz aquel que alejado  de los negocios se contenta como sus antecesores mortales en arar sus tierras paternas con sus propios bueyes, libre de todo préstamo…” y que después García Pavón nos explicó que  fray Luis, el de León, aunque conquense, se inspiró en él en su también famosa oda a la vida retirada "Qué descansada vida la del que huye el mundanal ruido y sigue la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido". 

 Pero estábamos hablando de la exaltación de lo breve ¿Dónde está la frase contraria?  Como anunciábamos, en el mentado Horacio cuando exclama: “Esfuérzome en ser breve y me hago oscuro.”

Madrid, 20 de abril, lluvioso, de 2022.

 



[1] Cito por la versión de  María Brey Mariño. Editorial Castalia, 19ª edición, 2005.

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