Jugando con zancos, pelotas y aros limpiamos mares y bosques mientras reflexionábamos sobre el cuidado del planeta siendo protectores y no depredadores, siendo sembradores de belleza y no de destrucción; con los saltos de la comba sumamos material educativo para llevar a otros niños todo lo que necesita una escuela digna, ya que, en algunos pueblos, no tienen la misma suerte que nosotros y no cuentan con un centro educativo donde crecer no sólo en estatura sino también en sabiduría, para labrarse un futuro mejor; con las colchonetas convertidas en ambulancias hemos actuado frente a los “desheredados de la tierra” consiguiendo llevar esas medicinas y vacunas imprescindibles para recuperar la salud robada por malnutrición, por beber aguas contaminadas, por no tener un hospital cerca…; y es que somos conscientes de que formamos parte de ese cambio que tanto soñamos y nuestro mundo tanto necesita.

Nuestra jornada de juegos terminaba con el paracaídas. Y es que estos niños y niñas de San Antonio no tienen miedo a lanzarse y dar el salto cuando se trata de cumplir los sueños de otros. Qué bonito ha sido crear formas con este ingenioso artilugio como el paraguas o el iglú para dar cobijo a todos, o la casita, dejando espacio para recibir todo lo bueno que está por llegar y que, bien pudiera ser una Tienda del Encuentro en la que compartir sin importar la raza, cultura o condición lo que sencillamente somos, creaturas amadas y hechas desde el amor y para amar.

Qué bonito lanzar nuestros deseos de compartir lo que importa, de plantar cara al hambre, y contagiar solidaridad mientras buscamos la manera de ser capaces de cuidar a otros desde la cercanía que nos regala el corazón.

Nuestro premio además del disfrute de la jornada con juegos tradicionales, cooperativos y colaborativos ha sido endulzada con un huevo de chocolate. Mmm… ¡¡qué rico!!

Pero nuestra aventura no termina aquí. Durante este mes de mayo y hasta que finalice el curso, desde tres años hasta sexto, caminaremos cada día sin descanso para sumar el máximo de pasos posibles y poder hacerles llegar nuestro donativo de 610 euros en persona figurada a cada una de las 375 aldeas de Orissa, en la India. Y es que, cuando se trata de mejorar la salud maternal y neonatal, de reducir la mortalidad de niños y niñas menores de 5 años, así como la malnutrición infantil y la falta de higiene e ignorancia sobre la reproducción y embarazos tempranos de adolescentes, no existen distancias.

En nuestro viaje se requerirá que nuestras mochilas vayan bien repletas de trabajo en equipo y ganas de compartir con los demás evitando el individualismo y el egoísmo, pues este equipaje nos permite trabajar desde la unidad y el compromiso común y sentirnos identificados con las personas a las que les brindamos apoyo.

A través de estas iniciativas el equipo humano que formamos el claustro de la Comunidad de Aprendizaje de San Antonio, deseamos impulsar cambios que promuevan la justicia e incrementen la conciencia de que el mundo es uno solo y de que todos somos responsables de lo que en él ocurre.

Cuanto acierto en esta institución que tan oportunamente dio a luz Pilar Bellosillo, una mujer comprometida con su tiempo que desde Acción Católica intentó integrar su apostolado desde una perspectiva más social, intentando, de este modo, que la hambruna de justicia, igualdad, alfabetismo, salud… tuvieran una respuesta organizada y comprometida por parte de la sociedad.

“Somos su esperanza, somos responsables del cambio y de avanzar en un nuevo modo de ver, interpretar y vivir la realidad”. En San Antonio actuamos, ¿y tú?