La visita en el López Torres, seguida por una veintena de personas, empezó en el exterior. Dulce Serrano aportó curiosos datos de un recinto que se utilizó como cementerio hasta la segunda mitad del XIX, que albergó también el teatro Echegaray, el pósito de cereales, un cine y en años más recientes un colegio. Ya en el interior, se visitó la sala de los dibujos de López Torres donde se pudo ver como el maestro fue perfilando su técnica y afloró pronto un talento que tuvo como mentores a Ángel Andrade y Francisco Martínez Ramírez “El Obrero” que aconsejaron al  que estudiara en una Academia.

Serrano fue contando de forma amena y con muchos datos la vida de un artista que tuvo que pasar el duro trago de la guerra, que sería también profesor y que acabaría creando un inconfundible universo temático con la soledad de los campesinos, los niños, los animales y el paisaje manchego. Ya en la sala de arriba, la visita empezó en el cuadro del Podador y concluiría en el de los Niños jugando a las bolas, deteniéndose también en otras emblemáticas obras del pintor como La Abuela Juana, La Galería de doña Rita, cuadros de su estancia en Mallorca, “donde el artista pudo conocer otra luz” o los cuadros de pequeño formato que pintó en la etapa final de su trayectoria.

En la visita se destacó la maestría del pintor para captar la luz y la temperatura. “Sus cuadros también desprenden silencio y soledad”, dijo la guía que interactuó constantemente con los visitantes. Otra parada sería en los dos cuadros inacabados que dan valiosas pistas del proceso creativo del artista. Al final, tocaba parada calmada para ver el cuadro de los Niños jugando a las bolas que desde hace pocos días está acompañado de una maquete en 3D que reproduce esa escena “de los duros años de la postguerra” y donde se resumen las virtudes de un artista para captar la luz, dar un toque de realismo mágico a cualquier escena de la vida cotidiana y crear esa atmósfera de calor.

Una hora deliciosa en la que no faltaron referencias a Antonio López García, el sobrino que era el primero en admirar la obra de su tío.  La Semana de los Museos ha empezado de la mejor manera posible en Tomelloso.