Tomelloso

Diez años buscando la luz

Pablo Armesto trae al Museo Infanta Elena la exposición titulada “Espacio, geometría y luz. 10 años luz” – La muestra se inaugura este jueves y se podrá admirar hasta el 18 de septiembre

Francisco Navarro | Jueves, 14 de Julio del 2022
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El Museo Infanta Elena de Tomelloso recoge los últimos años del del recorrido artístico del asturiano Pablo Armesto. La muestra, titulada “Espacio, geometría y luz. 10 años luz”, está compuesta de más de una treintena de obras. Pinturas, esculturas y piezas más tecnológicas recogen las creaciones más representativas del artista en la última década. La exposición, que no dejará a nadie indiferente, se inaugura este jueves y se podrá admirar hasta el 18 de septiembre.

La obra de Pablo Armesto va desde la abstracción geométrica hacia la escultura más contemporánea y experimental, con todo lo que ello conlleva en lo relativo al estudio del objeto en sus tres dimensiones, su relación con el espacio y la investigación de distintos materiales, como LEDS, neones, cátodos y fibra óptica, combinados con madera, cristales y metales lacados. El artista siempre ha estado interesado en la luz como elemento plástico y material y la utiliza en todas sus variantes, del blanco al negro, tanto en su ausencia como a través de los diversos matices que es capaz de generar. Armesto atiende amablemente a los periodistas de La Voz de Tomelloso mientras ultima los últimos detalles de la muestra.

—Diez años de trayectoria artística en esta sala del Museo Infanta Elena…

—Recogida en 35 obras, de la pintura a la escultura y la instalación. Habla de la transversalidad de las disciplinas.

—Usted utiliza todo tipo de materiales, LEDS, neones, cátodos y fibra óptica, combinados con madera y metales lacados. Materias no muy dadas al arte.

—Al final, como artista contemporáneo del siglo XXI, me interesa incorporar materiales de mi época, como la fibra óptica, que además de para transmitir datos sirve para transmitir luz. Es un proceso, cuando la incorporo, para esculpir o dibujar la luz.

—No solo no usa materiales al uso, tampoco se circunscribe a una técnica determinada, ¿no es así?

—Pues mire, la base en todas ellas es la misma. El dibujo, la escultura, la informática, las maquetas a la hora de desarrollar los proyectos… Incorporando todo el lenguaje clásico de las disciplinas, pero intentando romper fronteras entre ellas y que se comuniquen trasversalmente. En el fondo lo que me preocupa es el concepto de la obra y busco los materiales para llevarla a cabo.

—10 años luz es el subtítulo de la exposición, ¿es ella, la luz, su obsesión?

—La luz, y la sombra en este caso, no está representada, sino que es real… Toda la exposición está en clave de luz y sombra, No hay ningún cuadro de color es una paleta de grises; o blanco de la luz o negro de su ausencia. Lo que sí me importa es ese juego que se establece por todas las lecturas que tiene, metafísicas; la luz como concepto de energía; los fractales o la escala de lo que acontece, lo macro o lo micro. Todas esas lecturas son las que me interesan y esas reflexiones dan como resultado etas obras.

—Muchas de las obras que expone en el Infanta Elena están vivas, han ido evolucionando…

—Esta muestra abarca diez años, coge mi época más lírica de la pintura, también la más geométrica, la cinética o la del minimalismo. Además incorpora las últimas que hablan del factor tiempo, sobre como te relacionas con la obra, o bien porque llevan incorporada una programación. Etas últimas exponen lo efímero, los distante, lo casual, lo azaroso. De lo irrepetible, en definitiva.


—¿Tiene que ser un artista total el creador actual en el concepto más renacentista?

—Soy de los que piensan que el artista nace y luego se hace. Para producir hay que investigar y poder desarrollar y llevar a cabo eso que es tuyo y que te hace único. En ese sentido soy más que de títulos, de conocimientos.

—¿Le costó mucho encontrar su camino artístico?

—(Se ríe) En mi obra siempre hay una referencia al camino. El partir, el seguir avanzando y el no saber donde llegar. En el fondo, encontrar el camino es dar un pequeño pasito y seguir avanzando. Pero es el resultado de muchos años, de hacer obra, precisamente, como amante. Porque para ser artista hay que ser amante del arte. Conocerlo, ver donde no había nada y abrir un camino, no seguir el de otra persona.

—Tengo entendido que coincidió con Antonio López en la galería Marlborough.

—Fui compañero del maestro Antonio López durante once años. Con distinto discurso y generación, pero cada uno tiene su personalidad. Es un gran artista y una persona muy cariñosa.

—¿Es tan complejo el arte actual como nos puede parecer a los profanos?

Para poder llegar al conocimiento se requiere de ciertas claves o sensibilidad. Pero luego hay otra mirada, visceral. En ese sentido tengo experiencias, sobre todo en museos, que se acercan los niños y con sus miradas inocentes y viscerales, como digo, ven visiones cercanas a la obra, sin ser eruditos del arte. Siempre son bonitas esas dos confrontaciones. Me gusta trabajar las piezas en clave, dar referencias, pero no dar discursos. Pero hay una reflexión anterior, muy pausada, para que todas las lecturas encajen en lo que quieres transmitir.

—¿Se siente a gusto en el Infanta Elena? ¿Qué opina del museo?

—Hice una visita anterior cuando me propusieron hacer la exposición. He de decir que el equipo es magnífico y estamos en un espacio muy bien dotado. De hecho, ay tiene una trascendencia y entre compañeros nos hablamos de él… Estoy encantado de como ha quedado la muestra.

—¿Le sorprende la denodada apuesta de una empresa de agricultores por el arte?

—Soy del norte, de Asturias vivo a 25 kilómetros de Gijón, allí tengo mi estudio, en un entorno rural. Cuando presenté el proyecto para reconvertir un antiguo lagar de sidra en un estudio artístico tuve que esperar un año para que me concedieran el cambio de uso. No entendían que el arte se pudiese desarrollar en un entorno rural. He de decir que es una experiencia maravillosa.

—¿Conocía Tomelloso?

—Tengo amigos artistas de aquí… por supuesto que conocía Tomelloso.

—Usted lleva su obra a cualquier espacio, no se limita con mostrarla en un museo o una sala de exposiciones, ¿dónde se encuentra más cómodo?

—Para mí son muy importantes los espacios, sea una sala o un lugar público. Concibo todos los proyectos como muy específicos para el espacio donde se van a exponer. De hecho, esta muestra tiene una itinerancia y una cadencia que me interesaban. Si bien, es cierto que los espacios públicos tienen algo muy característico, que la obra sorprende al espectador. Es más democrático, creo yo, no necesita la predisposición del espectador para ir a ver una obra, sino que la tiene ahí.

—¿Cuáles son sus proyectos?

—Este año llevo tres exposiciones individuales y tres colectivas. Ahora me voy a tomar un descanso vacacional. Estamos en clave internacional con proyectos en Suiza, México y algo más. 

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