Economía

El cambio climático impacta en el campo: el menor peso específico de la uva mermará la vendimia

Julia Yébenes / Lanza | Martes, 2 de Agosto del 2022
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Los agricultores viven con desolación e incertidumbre los efectos perversos del cambio climático en sus explotaciones. Las cada vez más habituales y persistentes olas de calor junto a las insuficientes lluvias están afectando negativamente a las producciones, a las que se suman los encarecidos costes de producción.

Es el caso de la próxima campaña de vendimia, cuyas estimaciones apuntan a una sensible caída de cosecha que hasta primavera se preveía por encima de la de 2021. Los racimos han bajado su peso específico y la falta de agua hará perder volumen y valor en la recolección de todas las variedades, especialmente de las más tardías.

Asaja Ciudad Real prevé una importante merma de la cosecha de la uva, tanto en secano como en regadío, y apunta a una reducción entre el 20 y el 30 % entre las varietales, con zonas especialmente afectadas como la comarca de Campo de Montiel.

Algunas de las huellas del calor, según la organización, son “las quemaduras directas en las bayas, que van a incrementar el nivel de pérdida de cosecha porque las hojas no protegen la uva”. Consecuencias que “determinarán además la campaña venidera”.

Un panorama “desolador”

El agricultor malagonero Víctor Durán confirma este panorama, y asegura que “es desolador” vivir los efectos de los cambios del clima en la calidad de sus productos.

“Es un año malo”, resume, a la vez que detalla: “habrá menos uva por las altas temperaturas, bajos rendimientos en la aceituna por la prematura ola de calor cuando estaba en floración, y muy poca almendra porque se helaron los árboles”.

Mejor suerte tendrán los pistacheros, sostiene quien cultiva olivar, viñas y frutos secos en los términos de Malagón y Fuente el Freso, aunque tampoco habrá un balance excesivamente positivo porque “hay menos pistacho adulto”.

Los secanos “van mal”, incide Durán, porque “lleva sin llover desde abril y los regadíos tienen muchas restricciones, así como no es lo mismo regar una tierra muy seca que una con humedad”.

Respecto a la campaña más cercana, la vendimia, “estará muy por debajo de lo previsto” porque “la uva se ve muy mal, no ha cernido ni cuajado bien, los racimos están sueltos y sin peso específico porque le faltan bayas”.

A ese escenario se suman los altos costes de producción, “a 1,50 euros el litro de gasóleo agrícola”, y “la falta de mano de obra”. “Está la cosa más fea que hace 10 años” cuando el joven agricultor comenzó a trabajar en el campo como titular.

Situación crítica

El secretario técnico de Asaja Castilla-La Mancha, el ciudarrealeño Arturo Serrano, se muestra aún más pesimista y dice que “el sector vive una situación crítica” con el cambio climático como uno de los males endémicos del sector.

“Habrá poca aceituna porque el olivar en mayo no llegó a abrir mucha flor y la almendra se heló”, mientras espera que las frutas ‘reinas’ del verano, el melón y la sandía, “tengan rentabilidad para los productores”.

En lo referido a la cercana vendimia, apela a las instituciones para que “controlen” el cumplimiento de la ley de la cadena, mientras lamenta “la merma de volumen que habrá de la variedad airén, que tenía expectativas fuertes, por los calores”.

Adelanto

En la misma línea, Alejandro García-Gasco, responsable de Vino de UPA Castilla-La Mancha, también habla de caída generalizada de producción de uva, “aunque va por zonas”, ante las altas temperaturas. Así, “se prevé un adelanto de un par de semanas”, para preservar “el envero y la maduración en tintos”.

García-Gasco se queja de los altos precios de los insumos que hacen que “sigamos sin cubrir costes, a pesar de la ley de la cadena”, por lo que considera que “hay que hacer llegar al consumidor lo que vale el vino”.

A su juicio, “es fundamental la sostenibilidad del sector”, que pasa por “repartir el beneficio económico, fomentar la cultura del vino y su consumo”, más allá de las amenazas del propio gobierno europeo “como es la consideración del vino como un producto alcohólico, como un destilado”.

El dirigente también apunta a pérdidas “en el almendro y en el sector ganadero profesional”.

«Mayo se cargó el campo»

El secretario regional de COAG, Ángel Galve, en similar tesitura, remacha “lo malo que “será el año agrícola. “El mes de mayo se cargó el campo y va a afectar a todo, a la viña también”, comenta, aunque “nos tendremos que ir apañando”.

Las subidas de precios de fertilizantes, gasóleo o la semilla “no ayudan”, si bien espera que la nueva PAC “beneficie a los productores de Castilla-La Mancha”, y confían en que las últimas negociaciones igualen entre las comunidades los pagos por derechos.

Adaptarse al clima

El geógrafo Roberto Granda reflexiona sobre las consecuencias del cambio climático en la producción de alimentos, y apunta a la necesidad de adaptarse para hacer frente a sus efectos.

La subida de temperaturas “en todas las estaciones” es uno de los claros indicadores, según Granda, de las anomalías climáticas constatadas en los últimos años en casi los territorios, en el caso de la capital ciudarrealeña con una subida media de un grado (de 24 a 25 grados) de las máximas desde finales de la década de los años 80.

A estos valores se suma la falta de agua, por falta de precipitaciones (hay sequía desde 2010) y de recursos hídricos, dado que “el acuífero está explotado y sin apenas capacidad para recargar”.

Es un panorama “que pasa factura tanto a las personas como a los cultivos”, apunta el meteorólogo de Eltiempo.es, quien advierte de los efectos en cultivos como el cereal, en la última campaña ‘asurados’ al haber alcanzado la regla de los tres 30: una temperatura superior a 30 grados, una humedad relativa inferior al 30% y una velocidad del viento superior a 30 km/h.

También hay consecuencias en otras explotaciones agrícolas, como el viñedo, “históricamente de secano”, antes con ciclos de calor más cortos y menos intensos.

Por ello, aconseja “adaptar los cultivos” a la nueva climatología, “con variedades que aguanten la sequía”, dado que la opción del regadío es una opción con límites. “Cada vez hay menos agua para regar y hay que optimizar su uso”, señala antes de apuntar a métodos sostenibles de irrigación, como el goteo o los riegos nocturnos.

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