Opinión

Hilario VI. Ante el abandono

Juan José Sánchez Ondal | Viernes, 12 de Agosto del 2022
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Con estos dos poemas podemos cerrar la serie de quejas de Hilario por el abandono de Adalia, aunque tiene otros varios. Los titula “Nadie”, en el que se queja a su amada de que habiéndole enseñado el gozo del amor no le enseñara el dolor de su pérdida, y “Aquella noche oscura”, en la que sufre el abandono.

Nadie

“Nadie me enseñó el llanto;

nadie el primer vagido

de reclamo de amor,

de sed de ti. En el silencio

lo descubrió mi soledad

herido de tu ausencia.

 ¡Opaca luz lechosa de la desesperanza!

Tú  me enseñaste el gozo,

el goce que es la luz de tu caricia

 y yo hube de aprender

 que es sombra fría

la estremecida brisa de tu olvido.”

 

El otro poema,  “Aquella noche oscura”, insiste en el abandono.

 

“Aquella noche oscura

las estrellas durmieron

y la luna entornaba

sus párpados de hielo.

Reinó el hosco silencio.

La ausencia se adueñaba

de inoperante sueño

y tus labios de olvido

sellados por un beso

callaron  las razones

del abandono nuevo,

del abndono eterno.”

Sin fecha, Hilario, cuenta algo relativo a su vida en la Casa:

“Me relaciono poco con los compañeros de la Casa. La mayoría son mujeres y están muy deterioradas física y mentalmente. Hay una, Alicia, que me recuerda a mi madre en sus últimos años. Teje; se pasa el día tejiendo y destejiendo. Bueno, cree que teje y desteje porque no le permiten tener agujas. Sí un ovillo de lana gris, o cualquiera sabe de qué color fue originariamente. Ya me ha hecho tres bufandas imaginarias. Desde que le dije que me recordaba a mi madre, me llama hijo y me tiene prometido, para el próximo invierno, un jersey de cuello alto.

Con el único que converso algunas veces es con Raimundo: un militar octogenario que cuenta a todo el que le quiera, y al que no le quiera, oír, sus batallas en África. Yo leí mucho sobre esa guerra y algunas de las escaramuzas en las que dice haber participado, tienen sentido. A veces se hace coronel de un regimiento; otras soldado raso. Lleva siempre prendida en la solapa una medalla que afirma le impusieron con motivo de su valerosa intervención en un ataque en el  que le dieron por muerto y por eso no ha podido cobrar su retiro.  Suele enseñar una cicatriz en el brazo izquierdo de la que presume como herida de aquella guerra, pero Aurelio, me ha contado que es debida a un forúnculo que le sajaron aquí hace años.

El otro día la discusión con él fue acalorada y nos han prohibido hablar durante una semana.” 

No conocemos el tipo de trastorno mental, su diagnóstico,  que padecía Hilario y no son demasiados los poemas en los que describe sus miedos o los padecimientos de su enfermedad. Éste es uno de ellos:

 Cuando vienen las sombras

 

Es al cerrar los ojos

cuando vienen las sombras.

Esas sombras crecientes,

como ondas del estanque

 que provoca una piedra,

se me acercan, me envuelven

como una nube oscura.

Tiembla todo mi cuerpo.

Oigo, entonces, las voces;

voces roncas, airadas

que no alcanzo a entender

lo que me dicen;

voces atropelladas

que me aturden.

De nada sirve taparme los oídos.

Están dentro de  mí

pero nunca descifro su mensaje.

Grito, a veces,  también,

me uno a su coro.

Y, a veces,  vienen a callarme.

Termino sudoroso,

desmadejado, exhausto,

sin llegar a entender lo que me piden.

Tal vez quieren que acabe

esta prisión, me instan a que las siga

¿A dónde? ¿Cómo? ¿Al mundo del silencio?”

 

Y este otro en el que canta a las noches claras,  las noches que  ama porque  ahuyentan a las temidas sombras y acallan  las voces que le atormentan.

 

“La noche, en azul medio,

ofrece mil estrellas

que brillan como rayos

de plata incandescente.

Su blanca luz brillante

rompe la soledad

que, quieta, me acompaña.

Es el cielo estrellado de mi tierra,

el del verano malva

de mi insomne niñez,

 que posponía el sueño

temeroso de aquellas pesadillas

de mi  sumisa  infancia.

Estas noches tan claras

son las noches que yo amo,

son las noches amigas

que ahuyentan a las sombras,

que acallan a las voces,

que a veces me atormentan.”

 

Madrid, 12 de agosto de 2022.

 

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