“Ha estado el “Ogro” unos días en la capital
haciendo un curso “de perfeccionamiento”. La consecuencias para mi han sido un
par de píldoras más en mi medicación y, para todos, dos horas diarias de
musicoterapia. Nos reúnen en el comedor y, en un gramófono, nos ponen “música
relajante”. La moderna medida
terapéutica ha traído sus consecuencias. Raimundo ha pedido enérgicamente que
se pongan marchas militares; Adelina, copla andaluza; José, flamenco;
Montserrat, sardanas; Julia, sevillanas. Al ritmo de un cuarteto de Mozart se
ha puesto a bailarlas, se ha caído y se ha roto la cadera.
Los miércoles, cuando
viene “el cuervo”, nos ponen canto gregoriano. El cuervo es don Anselmo, el párroco;
un cura de sotana y bonete únicos. Lo de sotana única lo digo porque no le he
visto otra y, ésta nos es conocida por sus lamparones, su brillo de
seda nueva en los codos y bocamangas y por sus bajos deshilachados y decorados con salpicaduras de barro. Y lo de
único bonete porque cuando se lo quita
de advierte en él el saín de, al menos, tres quinquenios.
Sabe que no comulgo con
sus ideas y creencias, pero no renuncia a convertirme; a llevarme, como dice,
al camino de la fe. Me habla de San Agustín y de Saulo. Yo, hoy, para
quitármelo de encima, le he recitado las siete virtudes: las cardinales
(prudencia, justicia, fortaleza y
templanza) y las teologales (fe, esperanza y caridad) y me he explayado
sobre ésta última relacionándola con la riqueza. Me ha dicho que desvariaba,
que mezclaba churras con merinas y que estaba intoxicado por lecturas
perniciosas y se ha marchado, al fin. Otro día comenzó criticando la
expresión de moda de los jóvenes “Vale”,
“Vale”. ¿Qué Vale, cuánto vale?, decía. Le expuse que me extrañaba su pregunta y su crítica, ya
que, como cura que trabajaba en latín, el “Vale” no es más que el imperativo
del verbo valeo, (estar bien, en vigor, valer) y que, desde Roma, se ha venido
utilizando. Se fue corrido, refunfuñando.”
Cuenta que ha tomado de “la breve biblioteca de la Casa, con el
permiso del Ogro y su aquiescencia, una antología poética de Luis Cernuda que
por su estado impecable, debe haber sido poco leída aquí. Casi seguro que ni
por el director, pues, en otro caso, dudo que me hubiera dejado leerla. Creo
que no sabe ni quién era y menos de su vida. Muchos de sus poemas me han
inspirado glosas que escribo por las noches en este mi oculto cuaderno”.
No hay poema en el que no aparezca ella por tangencialmente
que sea. Ya cante a la tarde, a la noche estrellada, a la soledad, al olvido, a
su vida, al viento o las flores, con nombre o con pronombre, emerge Adalia,
como un geiser, en su escritura; es decir, en su recuerdo. Aquí recojo, y
concluyo con ello, lo que en relación al tema amoroso, me ha parecido más destacable del cuaderno de
Hilario, algunos de los poemas que llevan por lema versos de Cernuda: Los que
titula “Silencio”, “Nunca con el olvido”,
y “Soledad”.
En el primero ofrece el
contraste entre el peso del silencio en soledad, sin la amada, y su benéfica función de evitar las
tan temidas voces de las sombras.
“Con su acento armonioso se
desvela
Ese silencio sólido tan
grave.”
(Homenaje)
Luis Cernuda
“Este silencio mío carece
de armonía
cual carece de luz
la noche de mis miedos.
Es grave, sí; es grave y
agravado
por esta soledad
sin ti y conmigo.
Pero es la bendición que
imploro
cuando me asalta el ruido
de las voces
y el negro de las
sombras.
Este silencio sólido me
pesa
como losa de ausencia que
sepulta”.
En “Nunca con el olvido”
Hilario, en noche de insomnio, asegura a Adalia que jamás con él, con el
olvido, le dirá adiós; sí con la muerte,
ya que nada hay más allá de su amor.
“Quiero decírtelo con la
muerte;
Más allá del amor.
Quiero decírtelo con el
olvido.”
(Te quiero)
Luis Cernuda
“Nunca con el olvido te
diré adiós, Adalia.
Sólo la muerte borrará tu
imagen
tatuada en esta esencia
del ser
que me sostiene.
Más allá del amor, de
nuestro amor,
no hay nada.
Ni tú ni yo existimos,
ni esos montes, ni aquel
dulce pasado.
No sé de tu presente.
Sé del mío que eres tú en
alma y en recuerdo.
Quiero decírtelo hoy,
esta noche de insomnio que
velo soledades.
Por último, en “Soledad”,
como Cernuda, intenta llenar su soledad, la soledad de Adalia y la propia,
infructuosamente por más que lo procura.
El poema Soliloquio del farero
de Luis Cernuda comienza con estos versos:
“Cómo llenarte, soledad
Sino contigo misma.”
Hilario escribe:
“Por más que he intentado
llenar mi soledad,
nunca consigo alzar
un muro que la cerque,
materia suficiente que la
colme.
Voy acopiando sones,
afanes, amarguras,
formas, lecturas, versos,
harapos de recuerdos
que echar en el abismo,
y es cada vez más honda
esta soledad tuya,
esta soledad mía,
o, al menos, más sentida.
Contigo, soledad,
fiel compañera, amiga,
lleno el tiempo de
invierno,
el tiempo que me queda. “
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Sábado, 9 de Diciembre del 2023
Domingo, 10 de Diciembre del 2023
Domingo, 10 de Diciembre del 2023