Es sabido que por indicación de su maestro y suegro, Francisco Pacheco, que preparaba un Libro de
descripción de verdaderos retratos de ilustres y memorables varones,
Velázquez retrató en Madrid al poeta cordobés
don Luis de Góngora y Argote en 1622.
Varios cuadros que le representan en idéntica postura y con
la misma indumentaria, se han disputado ser el original: el existente, desde
1931, en el Museo de Bellas Artes de Boston, de 51 x 41 cm, adquirido en
Londres procedente de la colección del marqués de la Vega-Inclán; el del Museo del Prado, de 59 cm x 46 cm, y el del Museo
Lázaro Galdiano de
72,2 x 64,5 cm.
En este debate, en primero de diciembre de 1948, la prensa daba conocer, en primera página,
que Tomelloso echaba su cuarto a espadas en
el tema.
“Un original de
Velázquez en Tomelloso”, titulaba la noticia
el diario político de Salamanca “El Adelanto” y “Góngora, por Velázquez, en Tomelloso”, lo hacía el “Imperio”. Diario de Zamora de
Falange Española de las J.O.N.S., Año XII Número 3681.
En el primero, con información procedente de la
agencia “Logos”, tras mencionar los tres
retratos entonces conocidos, informaba: “El
original del retrato de Góngora, por Velázquez, se encuentra en Tomelloso y
pertenece al coleccionista don Antonio Vázquez Campos…Este nuevo retrato ahora
aparecido está hecho en 1622, y es, seguramente, el original.” Algún
detalle más ofrecía “Imperio”, de fuente de la agencia “Cifra”. Rotundamente
sostenía que “El original del retrato de
Góngora, por Velázquez, se encuentra en Tomelloso y pertenece al notario y
coleccionista don Antonio Vázquez Campos, según manifestación del restaurador
del Museo del Prado don Jerónimo Seisdedos que acaba de contemplarlo en dicha
ciudad.”
Incluso en inglés, Espagne o
Spain - 1948 [Madrid: Oficina de Información Española], 01/01/1948, p.
100, daba a conocer la noticia en los siguientes términos:
Recordamos
a don Antonio y conservamos algunas escrituras autorizadas por él, y a su
familia: su esposa doña Margarita Fernández-Villa y Dorbe, hermana de don Juan
José Fernández Villa, Secretario del Ayuntamiento de Madrid, con el que traté
desde mi ingreso en dicho Ayuntamiento en 1965, hasta su fallecimiento en 1971;
su prometedor y malogrado hijo Antonio y sus hijas.
Sabía de su afición al coleccionismo, a
la pintura, a la poesía y, en general,
a las bellas artes. Camilo José Cela, aludió a él en su
artículo “Tomelloso” publicado en el
diario Arriba del 17 de junio, 1947, en estos términos: “…un notario epicúreo, paisano del escritor[1]
que entiende de coñac, de Velázquez,
de arquitectura y de Derecho inmobiliario”…
Y hemos sabido que Jerónimo Seisdedos fue un eminente
restaurador del museo del Prado desde 1922, y uno de los profesionales más
reconocidos de su época, autor de
espectaculares recuperaciones de las telas del Greco y uno de los
intervinientes en la preparación de los cuadros del convoy de once camiones que
en los años de la guerra trasladaron las pinturas más representativas del Museo
del Prado.
¿Qué
fue del supuesto Velázquez de don Antonio Vázquez Campo?
El que fuera nuestro profesor de Geografía e Historia del
colegio de Santo Tomás de Aquino, don Francisco Pérez Fernández, bajo el
pseudónimo de “Juan de la Mancha”, meses después de aparecer la noticia, publicaría
el artículo “La colección Vázquez Campo”
en el último número de la revista
“Albores de Espíritu” Nº 31 pp. 5-8 correspondiente al mes de mayo de 1949, al
que hemos tenido acceso por gentileza, esta vez, de la eficiente empleada de la Biblioteca municipal de
Tomelloso, Gracia.
En él don Francisco recorre la colección de la pinacoteca de don Antonio y al llegar a la
obra de la que hablamos, parece admitir la autoría velazqueña, en particular en una frase que nos suscita duda al decir “el retrato transparente, ante todo una
fuerte lucha del pintor con el modelo para apresar los rasgos más
característicos del gran poeta, y en forma tal que elimina toda duda sobre su originalidad.” ¿Quiere decir don
Paco que el retrato de don Antonio elimina toda duda respecto de la autoría
velazqueña? ¿O se refiere a la originalidad interpretativa del pintor al
confeccionar el retrato originario cualquiera que sea éste? Veamos lo que escribe:
“Retrato de Góngora.- Por Velázquez. Lienzo de
59 x 44. Como realizado en el primer viaje de Velázquez a Madrid (1622), corresponde a su última técnica sevillana en
la que se anotan ya indudables reflejos de la pintura del “Greco”, que
precisamente en aquella fecha contempla por vez primera. Aquí coinciden –cosa
que no siempre sucede con Velázquez- la línea cronológica y la evolucional de
su pintura, significándose claramente la posición intermedia entre el retrato
de Hombre en busto, generalmente reputado como de Pacheco, y el retrato de Hombre
joven, que son los números 1209 y 1224 del Museo del Prado. El retrato de
Góngora, hecho por encargo del suegro de Velázquez para trasladarlo a su “Libro
descripción de verdaderos retratos de ilustres memorables varones “, tuvo
además esta finalidad: la de que los amigos de Pacheco en Madrid pudieran
percibir las rotundas facultades
pictóricas de su yerno. De aquí que Velázquez hubiera que darse de lleno a la empresa y que el retrato
transparente, ante todo una fuerte lucha del pintor con el modelo para apresar
los rasgos más característicos del gran poeta, y en forma tal que elimina toda duda sobre su originalidad.
¿Qué tristeza interior, qué nota
melancólica nubla la agudeza visual, casi de picardía, del poeta altisonante y
festivo, a la vez que contrae sus sensuales labios? ¿La enfermedad? ¿Los desengaños cortesanos? Velázquez prende
su enigma, como siempre, dentro de su ajustado término medio de amasar con
alma la piel, el cabello y las pupilas
de quien tenía delante.
Dicho cuadro formó parte, como tal Velázquez, de la colección de
excelentísimo señor don José Núñez del Prado, que atesoró en el siglo pasado,
además de éste, otros cuadros de firmas
sobresalientes, y fue adquirido de unos de sus herederos por su actual propietario,
después de detenidos estudios que duraron años ya que entonces el barniz que lo
cubría había adoptado una pátina verdosa que impedía ver detalles importantes
del mismo. El señor Vázquez Campo removió personalmente dicha capa de barniz, y
barnizado nuevamente, quedó el cuadro en su
estado actual.”
Nos
habla don Francisco de la tristeza interior que revela el retrato de Góngora y
de la contracción de sus sensuales labios, pero descarta, prudente, resaltar la
prominente nariz que inspirara a su enemigo literario Quevedo, el famoso y
magistral soneto que nos leía Pavón en clase:
“Érase un hombre a
una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado.
Era un reloj de sol
mal encarado,
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado.
Érase
un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto,
las doce Tribus de narices era.
Érase
un naricísimo infinito,
muchísimo nariz, nariz tan fiera
que en la cara de Anás fuera delito.”
Y
nos da don Francisco la procedencia del cuadro de don Antonio: “la colección del excelentísimo señor don
José Núñez del Prado”, de cuyos herederos fue adquirido, en la que nos dice
que figuró “como tal Velázquez”. Suponemos que se trata del jurista
militar, político y escritor José Núñez de Prado y Fernández, (Montilla (Córdoba), 20.XII.1824 – Madrid, 15.IV.1894).
Hemos tratado de obtener más información al respecto y hemos dado con la mención de otros dos retratos subsistentes: el procedente de la colección Ramón Aras Jáuregui, en Bilbao y actualmente en San Sebastián, restaurado en 1910 y muy recortado hasta dejar solamente la cabeza, y el que perteneció al marqués de Cabriñana, Don Ignacio María de Argote, descendiente del retratado, de 81 x 61 cts., que lo donó al Museo Iconográfico de Madrid y posteriormente pasó al Museo del Prado, siendo depositado en la Academia de la Historia, donde se conserva en la actualidad, de mayores dimensiones, con brazos y manos que sostienen un bonete de sacerdote.
Según Fernando Marías[2], entre los diferentes
retratos de Góngora que por Madrid circularon menciona “Un retrato anónimo ("Retrato de un clérigo que es de Don Luis de
Góngora", de tres cuartas de vara y tasado en 150 reales), pasó en 1674 de
las manos de don Antonio Ramírez de Prado a las de don Pedro Ramírez de
Guzmán….[pero] Ninguno de ellos puede
identificarse con versión alguna de los retratos que han llegado hasta
nosotros.” Ramírez de Prado, no es el José
Núñez de Prado del que lo adquiriera
don Antonio Vázquez Campo y las medidas (tres cuartas de vara, unos 72
centímetros, tampoco coinciden con los 59 x 44, del descrito por
Francisco Pérez.
En
1955 José López Jiménez, bajo el pseudónimo de Bernardino de Pantorba publica el libro titulado “Vida y obra de
Velázquez” en el que al tratar del
retrato de Góngora realizado por éste, menciona los poseídos por el Museo de
Boston, el del Museo del Prado y el Lázaro Galdiano así como el de don Antonio Vázquez Campo, más el de don
Ramón Aras Jáuregui, en Bilbao. Después de citar la opinión de Romero de Torres
que menciona en 1913 dos copias viejas
que estaban en Córdoba, uno del conde de Torres Cabrera y otro de los herederos de don José Núñez de Prado, “sin valor
artístico”, se refiere textualmente
al de don Antonio en los siguientes términos:
“Copias indudables del retrato de Boston,
y muy inferiores a él son tres que conocemos: la del Museo del Prado, la del
Museo Lázaro y la que posee en su casa
de Tomelloso el notario don Antonio Vázquez Campo” (p. 80). Ésta “que pertenece
a don Antonio Vázquez Campo de Tomelloso, mide 59x44 centímetros. En su
parte superior se lee, escrito con versales: EL RACIONERO DON LUIS DE GONGORA.
A fines de 1948, algunos periódicos españoles publicaron la noticia de que en
poder de dicho señor encontrabase “el original del retrato de Góngora” y que de
ello certificaba el restaurador D. Jerónimo Seisdedos. La pintura no se halla en
buen estado y presenta repintes antiguos. Su propietario se opone, según él
mismo nos comunica, a que sea sometida a una restauración, ni siquiera a una
limpieza profunda, y sólo ha permitido que se le quite una capa verdosa de
barniz, bajo la cual perdía el cuadro detalles interesantes. Don Salvador
Martínez Cubells[3], en
carta conservada por el señor Vázquez, manifiesta que tenía este retrato por
original de Velázquez.” (p. 81).
Finalmente,
en la página 217, al tratar del de la colección de D. Ramón Aras Jáuregui,
escribe: “Si es evidente que los retratos
del Prado, el Museo Lázaro y la
colección Vázquez Campo no pasan de copias, más o menos felices, del de Boston,
es evidente también que el de la colección Aras no pertenece a ese grupo de
copias y muestra todo su sabor de pieza original…”
Estos párrafos que hemos transcrito debieron afectar seriamente a don Antonio Vázquez por cuanto ponían en tela de juicio autenticidad de su cuadro, hasta el extremo de presentar la correspondiente demanda contra su autor según hemos podido saber por el siguiente documento del abogado don A.PEREZ CRESPO existente en el archivo General de Murcia[4]:
“Copia de la demanda presentada al Juzgado de Primera Instancia en Madrid por Félix Quesada Mas, procurador de los Tribunales, en representación de Antonio Vázquez Campo, notario y vecino de Tomelloso (Ciudad Real), contra José López Jiménez, escritor con seudónimo Bernardino de Pantorba, por unos comentarios escritos en las páginas 80, 81 y 217 de su libro la Vida y Obra de Velázquez, publicada en marzo de 1955, desacreditando un retrato de Góngora pintado por Velázquez. Dicho cuadro Antonio Vázquez Campo adquirió a Socorro Núñez de Prado y Pineda de la Corte, vecina de Córdoba.” 24-4-1956.
Desconocemos más detalles del pleito y cómo terminó éste y suponemos que con el traslado de don Antonio como notario de Bilbao y después de Burgos, el cuadro abandonaría Tomelloso.
Madrid,
11 de diciembre de 2022.
[1]
Don Antonio era natural de Chantada.
Lugo, (1899 - Burgos 26
de diciembre de 1976)
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Viernes, 23 de Mayo del 2025
Viernes, 23 de Mayo del 2025