Opinión

Empresas con sensibilidad

Fermín Gassol | Sábado, 28 de Enero del 2023
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Durante los años en los que trabajé para una entidad financiera, tuve la ocasión de tratar y financiar a clientes que eran o se hicieron propietarios de empresas con distintas dimensiones y en diversos momentos de actividad. Empresarias y empresarios con empresas más o menos consolidadas y también de nueva creación a cuyo “parto” asistí, constituyendo momentos muy gratificantes en mi empeño profesional. Hombres o mujeres, trabajadores a sueldo, que movidos por un gusanillo emprendedor, decidieron dar un paso al frente y constituir empresas, en principio pequeñas y que transcurrido un tiempo, crecieron a base de talento, esfuerzos y noches sin dormir.   

Cuando una persona piensa en crear un negocio, hacerse empresario, dos son los móviles que lo empujan a hacerlo, la inquietud emprendedora y el beneficio a obtener con su explotación. Ambos caminan de la mano como criaturas siamesas, es decir que sin el uno, el otro no puede existir. 

El empresario que se inicia en el mundo empresarial si es inteligente sabe que su proyecto no puede realizarlo en soledad, que necesita medios materiales y ante todo y sobre todo personas que le ayuden a llevarlo a cabo con parecida ilusión; que su negocio a medida que crezca necesitará de una estructura financiera, logística pero sobre todo de unos recursos humanos también mayores. 

Este crecimiento lo conseguirá haciendo las cosas con visión comercial, con dominio del momento económico, sin cometer locas alegrías, asentando previamente el nivel logrado anteriormente, dando con el “quid” de las necesidades de la población, montando una estrategia idónea de ubicación, ofreciendo un precio muy competitivo y lo más difícil de todo, manteniendo satisfecho al personal que trabaja en su empresa; logrando que el empleado se sienta orgulloso de seguir perteneciendo a ella. 

Dirigir una empresa siempre es difícil porque conlleva el factor riesgo. Pero una de las claves más importantes para su mayor productividad y rentabilidad será mantener ilusionado las personas que trabajan en ella, no solo con un sueldo acorde sino también con el trato recibido teniendo detalles demostrativos de que el jefe cada mañana piensa en los hombres y mujeres que colaboran a diario en el éxito de su empresa con  la misma intensidad que lo hace calculando el dinero que va a ganar en esa jornada. 

Y es que las personas que trabajan en una empresa no constituyen meros medios de producción sino unos recursos necesarios que además tienen alma y sentimientos. De ellas depende en buena parte el éxito económico de la empresa. 

Confesaba un empresario que comenzó de la nada, que siempre tuvo muy claro que en su empresa “iban todos para arriba o todos para abajo”. Cuestión de sensibilidad e inteligencia. Por ciento, hoy su empresa, no diré cual, es modélica. 


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