Aquella primavera de 1996, como todos los jóvenes, a esa edad temprana de la juventud pues uno andaba en fase de experimentación de un lado hacia otro. En esos momentos ya tenía presente a Dios en mi vida pero no conocía su alcance . De esta manera, uno de esos días conocí a Rafaela . Ella además de ser amiga de Juani, la madre de mi amiga Gema, era la responsable de Lourdes en Tomelloso. Recuerdo, que con ese afable carácter, me dijo "te tienes que venir a Lourdes, porque allí hacen falta hombres, y así jóvenes como tú, para todo el trabajo que hay que realizar." No acababa yo de decidirme en hacer un viaje que suponía tantas horas de viaje en tren , y además sin saber muy bien en qué consistía o que me iba a encontrar. Ella fue una intermediaria de la Virgen fundamental, en ese primer viaje que finalmente acabe haciendo.

Llegó junio y allí me vi en el andén de Alcázar de San Juan esperando el tren que nos llevaría a Lourdes. Por cercanía de edad y porque en ese momento éramos pocos, me tocó compartir asiento con uno grupo de jóvenes, que enseguida me enteré que eran los seminaristas, que estaban realizando el curso de Fundamentación en el seminario de Ciudad Real. Por lo que antes de bajarme de Lourdes, ya habrían sido varias las personas, que me habían confundido y tratado como si fuera seminarista. Me pase parte del viaje y de la estancia allí, diciendo ." Perdone señora, no soy seminarista, soy de Tomelloso, he venido con Rafaela " Hasta que desistí y pensé , " que sea lo que la virgen quiera y que piensen lo que quieran".

Así , de esta manera llegamos a Lourdes. El cansancio de toda la noche de viaje estaba haciendo mella en mí. Aun así en cuando pude salí corriendo a ver a la Virgen . La gruta se fue apareciendo poco a poco ante mis ojos, que asombrados contemplaban un paisaje, que me despertaba unos sentimientos que aún no conocía, pero que en mi suponía un remanso de paz, donde el cansancio que traía iba desapareciendo, y el ruido que producía el agua del rio despertaba mi corazón, cuando de repente muy emocionado sigilosamente vi la MIRADA de la Virgen. Sentir su acogida, y verte abrazado en esa inmensidad, fue una sensación que me duró todo el viaje. Me envolvió hasta el olor de un lugar nuevo para mí, pero que desde el primer momento intuí que era muy especial.  Fueron días de convivencia, de oración y mucha devoción. Donde la enfermedad, los más débiles y más necesitados , se convierten en un pilar importante en tu vida , y donde vas descubriendo esa vocación de servicio y entrega antes mencionada, desde la pequeñez y humildad que le caracteriza a Dios.  Cada día suponía un encuentro contigo mismo a través de las debilidades de los demás. Donde ayudar o colaborar en las tareas con los demás, era como un "regalo" para ti, que ya no sabías quién ayudaba más a quien, si tu o los demás contigo.

De esta forma fuimos llegando al fin del viaje, y lo que suponía el viaje de vuelta. Recuerdo como minutos antes de salir, volví a correr a buscar esa última mirada para despedirme , y así entre titubeos decirle, "Madre nose que me ha pasado , pero si se, que si quieres ya pondrás tu mano para que el año que viene vuelva, te prometo que por mi así lo haré, no dejándome llevar por otros menesteres"

En junio hará 27 años que pronuncie esas palabras, y casi dos décadas que llevo siguiendo esa misma mirada, cada vez con más intensidad , sabiendo que sus huellas fortalecen mi trabajo de cada día el resto del año, y que solo necesito su MIRADA y dejar que mi corazón me lleve.

Feliz Día de la Virgen de Lourdes.