Opinión

El deterioro del “Puente del Caño” y de otros pontones de piedra de la comarca de Ruidera (II)

Salvador Jiménez Ramírez | Martes, 21 de Marzo del 2023
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El territorio del Campo de Montiel, con sus planicies, geomesas, mogotes testigo, pliegues cuarcíticos del Palezoico, anticlinales y sinclinales en “cazuela”, tiene una extensión aproximada de 7800 km2. Dentro del perímetro de dicho territorio, se encuentra la cuenca del Alto Guadiana, con unos 2700 km2. En estos ámbitos territoriales, los mares mesozoicos o de la era Secundaria, estratificaron (endureciendo y cementando) sedimentos, que se convertían en margas, calizas, margas, dolomías, calizas dolomíticas… Las fluctuaciones geológicas y biológicas, en el planeta Tierra, seguían su curso y en el periodo cenozoico o era Terciaría, hasta alcanzar el Pleistoceno, hace un par de millones de años, sería cuando se formarían y compactarían, en su grado máximo, los estratos o bancos de calizas diagenéticas, de algunos tramos de la cuenca del Alto Guadiana y más concretamente los del “Cerro de las Canteras”, situado al saliente de la “Laguna del Rey”. De ese otero se obtuvieron y tallaron miles de toneladas de estas rocas, para diferentes arquitecturas del entorno de Ruidera: molinos, canales, puentes, antigua “Fábrica de la Pólvora”, dependencias egregias…

Estamos  sobre los derrames de la “Laguna del Rey”, en el puente de piedra sillería, (foto portada) denominado en el lugar: “Puente de los Cinco Ojos” o “Puente del Vao”. Hoy es un paisaje donde se ha impuesto un “bosque” de intereses… El recuerdo del pasado, que no soy capaz de describir en estas páginas, sólo es una fuente de sueños… El entorno natural ha quedado supeditado a acciones y normas, de la eficacia económica; respondiendo a un ecosistema urbano, en un proceso de degradación creciente… Un producto evolucionado de los conceptos económicos del ocio y “vacación” descontrolada y masiva, de los siglos XX — XXI. La “carga” de elementos “malcasados” en un entorno dolorido, es evidente…; son fruto de la “promiscuidad” de una civilización, que va creciendo en ocio y en incoherencia ambiental… Por lo que ya no es fácil reanudar “escalones” de otros “tronos” de la naturaleza, hoy aterrados por nuestra “locura”…

El “Puente del Vao”, fue una arquitectura pétrea en la que más piedra se empleó, arrancada  del “Cerro de las Canteras”. Fue una obra (la original) de cantería, meticulosamente elaborada y planificada, con sólidos tajamares, pilastras, pilones de cimentación, dovelas, claves, dovela central o clave, línea de impostas, sillares basales o salmer, pasamanos-barandal-pretil, teniendo en los cuatro extremos, junto a los contrafuertes, salientes almenados o en balcón, a los que los lugareños llamaban “esconces” y “escondrijos”; ya que “en tiempos del estraperlo, los guardias se solían apostar en los esconces para pillar – decían- a los estraperlistas que pasaban por el puente, con pieles de aceite, que transportaban en bicicleta, desde Jaén hacia Tomelloso...”. Los críos, también nos escondíamos para encaramarnos a los camiones provenientes de la zona de levante, cargados de fruta, y robarles naranjas en la—que se decía— “cuesta de la casilla…”. 

En algunos tramos, principalmente de los contrafuertes, los alarifes, con la finalidad de escatimar y ahorrar la piedra más selecta y también tiempo, utilizaron arenisca y molasa, con aglomerante o argamasa de cal y canto. Cuando el año 1784, el Real Sitio de Ruidera pasó a depender de don Gabriel Antonio de Borbón, hijo de Carlos III, se decía de: “…, un muro en la “Laguna del Rey” y  caz fabricado en 1779 y puente sobre el vado antiguo…”. Que, en absoluto, guardaba relación con el “Puente de los Cinco Ojos” o “Puente del Vao”, en cuestión, de la portada. 

Puente de los Cinco Ojos”, antes de ser reformado en 2002-2003. Foto año 1981