A la
mujer del Cesar no le bastó con ser honesta
tuvo además que parecerlo.
Nos
encontramos en vísperas de elecciones municipales y autonómicas. Han sido
quince días en los que la dialéctica política ha estado presente creo que de
manera poco ética y estética. Los mítines se han basado en su inmensa mayoría en
la descalificación de los contrarios y en pretender tapar las vergüenzas
propias con las ajenas.
La
ciudadanía va votar el próximo domingo y como en anteriores ocasiones sin tener
una idea suficientemente clara de los idearios marcados por los partidos a los
que elijan. Y es que hace tiempo que la política dejó de ser un arte para
convertirse en mera gestión estética, cuando no en un cuadrilátero político. Y
los gestores sabemos que se dedican a administrar, sólo a administrar lo que
otros han creado.
La
política de hoy es muy poco creativa, de ahí su estancamiento ideológico con la
consecuente crisis social hacia un nuevo modelo de sociedad más equitativo, no
solo estético. La estética ha adquirido hoy tal importancia para que un hecho
sea aceptado como cierto que tendríamos que preguntarnos sobre la existencia de
una ética de la estética política. De no hacerlo estaremos utilizando a ésta
como una agradable mano de pintura dada sobre situaciones de injusticia, abuso,
miedo, intolerancia para tapar la verdadera naturaleza de los hechos.
Lo
estético siempre es agradable y deseable cuando es adecuada expresión de lo que
realmente se quiere hacer o decir. La
estética no es un valor en sí mismo, sino el atributo que adornan a las
personas desde su comportamiento ético.
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Martes, 6 de Junio del 2023
Martes, 6 de Junio del 2023
Jueves, 8 de Junio del 2023
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