Si tuviéramos que encontrar una disciplina que resultara ser antítesis a lo que tratan las ciencias exactas encontraríamos en la política uno de sus más acertados reflejos. Y es que lejos de pretender ser una materia que busque la concreción, la política es el mundo de las indeterminaciones y ambigüedades, cuando no de las contradicciones que resultan no pocas veces incompatibles.
Cuando recurrimos a la frase de que algo es políticamente conveniente, estamos dejando entrever que no responde a la lógica inmediata, al sentido común o al proceso mantenido con otros asuntos y problemas surgidos en la cotidianidad, sino a algún motivo meramente subjetivo y etéreo, a veces con vocación de futuro ignoto o probable, algo que sin tener carácter de imposible, escapa al razonamiento más próximo. Esta falta de concreción e indeterminación da pie a la ambigüedad como un estilo de lenguaje que resulta práctico pues todo aquello que se dice puede contestarse dependiendo del momento y ángulo estratégico.
Más allá de la ambigüedad están en cinismo e hipocresía conceptos que a veces no resultan coincidentes, no siendo este el momento ni lugar para aclarar sus matices, pero que políticamente consisten en recriminar al otro aquellos extremos que el denunciante ha dicho o hecho antes o después en iguales o parecidos ámbitos y circunstancias. De tal manera que el cinismo o hipocresía política resulta ser una práctica generalizada, que así lo hemos experimentado en el trascurso de nuestra vida democrática.
Más allá de la ambigüedad, cinismo e hipocresía, está la mentira. Si la ambigüedad tiene la ventaja de no ser irreversible, el cinismo e hipocresía el atenuante de encontrarla a distintos niveles y frecuencias también en el adversario, la mentira es una vía dialéctica que mantiene siempre una sola dirección y por ello sin posibilidad de retorno, siendo los únicos elementos que la hacen más o menos grave las materias y el número de personas a las que se intenta confundir.
La mentira en política aparece a posteriori. Cuando no se llega a cumplir aquello que se ha prometido, a sabiendas y con la intención de captar votos o cuando las circunstancias hacen que lo anteriormente dicho y mantenido una y otra vez sea un obstáculo para realizar lo ahora pretendido. La mentira trata de la inadecuación de aquello que pensamos con lo dicho o hecho. Pero en política, la mentira es un arma utilizada para intentar eliminar aquello que antes dijimos con mayor o menor verdad.
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Miércoles, 14 de Mayo del 2025
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