¿Alguna vez se ha preguntado qué haría su oponente si
supiera lo que va a hacer usted? Es más ¿qué haría usted si supiera la decisión
que va a tomar su oponente?
No me dirá que sería fantástico tomar decisiones conociendo,
de antemano, las del resto. Pues bien, cuando estas decisiones coinciden, nos
encontramos en un equilibrio del cual nadie estará incentivado a moverse.
Imagine, por un momento, que está usted al mando de una
plantilla de trabajadores cualificados y que comparte autoridad con otra
persona, responsable de otro departamento. Por ejemplo, usted podría liderar la
sección de producción, mientras que, al otro lado, encontraríamos a quien
dirige logística. Los dos comparten plantilla, así que deben gestionar mucho
talento. Y de esa gestión depende la rentabilidad de sus decisiones y, a la
postre, su salario, estatus y prestigio en la empresa.
Ahora imaginen que ustedes pueden imprimir un ritmo de
trabajo exigente a su plantilla o uno más calmado. Si los dos hacen lo primero,
probablemente estresarán a la plantilla y esta acabará huyendo a otra empresa o
desmoronándose, con la consiguiente pérdida de talento y de reputación para
ustedes.
Por el contrario, si los dos son laxos a la hora de pedir
resultados, estos no llegarán o serán insuficientes, por lo que ustedes estarán
en el punto de mira de la dirección y acabarán perdiendo sus trabajos.
¿Qué otras opciones
les quedan?
Se mueven en terreno pantanoso. Así las cosas, si uno de
ustedes, adelantándose al otro, imprime un fuerte ritmo de trabajo a la
plantilla, al otro gestor no le quedará más remedio que aplicar un ritmo más
suave (y viceversa). En caso contrario, los dos destruirán sus puestos de
trabajo. En conclusión: quien mueve ficha primero, gana. Si usted se ha
despistado y llega tarde, tendrá que esperar al próximo turno y ser más rápido
que su oponente.
¿Con qué nombre se
conocen estas situaciones en Economía?
En Economía hablamos de teoría de juegos y, en concreto, el
que acabamos de describir se denomina dilema halcón paloma. Aplicado a este
ejemplo, el comportamiento halcón consiste en exigir un ritmo de trabajo fuerte
y la estrategia paloma, en manifestar laxitud a la hora de ordenar tareas.
¿Dónde están los
equilibrios?
Es sencillo. Los equilibrios son dos. O usted es halcón y el
otro es paloma o viceversa. Si usted llega tarde y el otro directivo se ha
adelantado, lo mejor que puede hacer es no estresar a la plantilla. Si el otro
directivo, por su carácter, elige no estresar, usted estará más que tentado a
exigir lo máximo de los trabajadores. Y ninguno de ustedes querrá moverse, pues
las alternativas (halcón, halcón o paloma, paloma) tienen como consecuencia el
despido. Este equilibrio se denomina «equilibrio
de Nash» en honor al prestigioso matemático que consiguió, en el año 1994,
el premio Nobel de Economía.
Si ya hay un halcón, elija ser paloma y esté preparado para
el próximo turno. Si aún no existe (y va con su carácter) es hora de serlo y
contemplar cómo el resto asume su papel de paloma. Aplíquese este juego a
situaciones cotidianas como decidir el día en el que un grupo de alumnos realizará
el examen más importante del trimestre (antes de que fijen otros), solicitar
dinero para gastos, pedir aplazamiento a un proveedor, cambiar una cita y un
largo etcétera que, sin duda, sabrán identificar. Incluso, si me apuran, entre
la actualidad política.
Ramón Castro Pérez es profesor
de Economía en el IES Fernando de Mena.
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Sábado, 7 de Septiembre del 2024
Lunes, 9 de Septiembre del 2024
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