Opinión

Estrellas

Joaquín Patón Ponce | Martes, 6 de Febrero del 2024
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Bastantes años atrás, leyendo sobre los encantos de la llanura manchega, se mencionaba como de pasada uno de ellos: mirar las estrellas en una noche clara de verano. Recuerdo que se decía que se observaban mejor desplazándose   hacia el sur tres o cuatro kilómetros, hasta un lugar en el que no molesten la observación las luces de Tomelloso. El título del libro y el autor no los recuerdo.

Cuando leí este libro estaba aún soltero. Seguidamente pasé al estado de casado y padre de niños pequeños. Los niños de entre tres y siete años –al menos los míos- son insaciables. Si es época de varano, quieren salir con los padres todas noches a dar un paseo y tomar un helado. En Feria hay que subir todos los días en el pulpo, en los caballitos…

En fin, los padres parecen ser que tienen la obligación inexcusable de divertir a sus hijos. Cualquier cosa antes que escuchar el temible “papá, me aburro”. Cada uno tiene sus salidas y yo decidí probar con la de mirar las estrellas. La verdad, sin mucha confianza en que fuese a tener éxito.

Por si acaso no les gustaba a mis dos infantes mirar la bóveda celeste, compramos unos helados y salimos con el 205 dispuestos a probar la nueva experiencia. Tomamos por la carretera de Ossa de Montiel y cuando calculé que habíamos circulado unos cuatro kilómetros tomé a la izquierda por un camino. Era el mes de Julio montamos el observatorio, en una de las muchas noches claras, en un rastrojo alejado 1 kilómetro de la carretera.

No puedo garantizar que a todo el que lea estas líneas le vaya a gustar el espectáculo de mirar la bóveda celeste, lo que sí puedo decir es que a mi familia y a mí nos encantó. Las estrellas brillan con un fulgor especial, incluso hay momentos en que da la impresión de que se acercan.

Estuvimos un par de años disfrutando de este sencillo placer al alcance de cualquiera. Incluso lo perfeccionamos pues echábamos unas mantas en el coche y nos tumbábamos boca arriba. Puesto que soy aficionado a la montaña me compré unos buenos prismáticos, con estos mejora aún la observación Luego los chicos crecieron y se fueron con los amigos, de tal manera que las noches en que íbamos a mirar las estrellas eran cada vez menos frecuentes.

Yo creo firmemente que los móviles son una lacra que está lastrando la educación de la juventud actual y propongo una actividad para que los chicos y chicas se entretengan sin mirar esos infernales aparatos: Mirar las estrellas en una noche clara de verano. Debe haber muchas más actividades que los alejen del  portátil, tarea esta difícil que conseguiremos entre todos algún día. 

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