Bastantes años atrás, leyendo
sobre los encantos de la llanura manchega, se mencionaba como de pasada uno de
ellos: mirar las estrellas en una noche clara de verano. Recuerdo que se decía
que se observaban mejor desplazándose hacia el sur tres o cuatro kilómetros, hasta
un lugar en el que no molesten la observación las luces de Tomelloso. El título
del libro y el autor no los recuerdo.
Cuando leí este libro estaba aún
soltero. Seguidamente pasé al estado de casado y padre de niños pequeños. Los
niños de entre tres y siete años –al menos los míos- son insaciables. Si es
época de varano, quieren salir con los padres todas noches a dar un paseo y
tomar un helado. En Feria hay que subir todos los días en el pulpo, en los
caballitos…
En fin, los padres parecen ser
que tienen la obligación inexcusable de divertir a sus hijos. Cualquier cosa
antes que escuchar el temible “papá, me aburro”. Cada uno tiene sus salidas y
yo decidí probar con la de mirar las estrellas. La verdad, sin mucha confianza
en que fuese a tener éxito.
Por si acaso no les gustaba a mis
dos infantes mirar la bóveda celeste, compramos unos helados y salimos con el
205 dispuestos a probar la nueva experiencia. Tomamos por la carretera de Ossa
de Montiel y cuando calculé que habíamos circulado unos cuatro kilómetros tomé
a la izquierda por un camino. Era el mes de Julio montamos el observatorio, en
una de las muchas noches claras, en un rastrojo alejado 1 kilómetro de la
carretera.
No puedo garantizar que a todo el
que lea estas líneas le vaya a gustar el espectáculo de mirar la bóveda celeste,
lo que sí puedo decir es que a mi familia y a mí nos encantó. Las estrellas
brillan con un fulgor especial, incluso hay momentos en que da la impresión de
que se acercan.
Estuvimos un par de años
disfrutando de este sencillo placer al alcance de cualquiera. Incluso lo
perfeccionamos pues echábamos unas mantas en el coche y nos tumbábamos boca
arriba. Puesto que soy aficionado a la montaña me compré unos buenos
prismáticos, con estos mejora aún la observación Luego los chicos crecieron y
se fueron con los amigos, de tal manera que las noches en que íbamos a mirar
las estrellas eran cada vez menos frecuentes.
Yo creo firmemente que los
móviles son una lacra que está lastrando la educación de la juventud actual y
propongo una actividad para que los chicos y chicas se entretengan sin mirar
esos infernales aparatos: Mirar las estrellas en una noche clara de verano. Debe
haber muchas más actividades que los alejen del
portátil, tarea esta difícil que conseguiremos entre todos algún día.
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Viernes, 3 de Mayo del 2024
Viernes, 3 de Mayo del 2024