Tomelloso

Javier Cepeda: "La poesía me terminó atrapando por su juego de palabras y ritmo"

El conocido maestro, deportista y escritor será colaborador de La Voz de Tomelloso

Carlos Moreno | Sábado, 24 de Febrero del 2024
{{Imagen.Descripcion}} Javier Cepeda junto a las estatuas de Plinio y Don Lotario. Fotografía de Francisco Navarro Javier Cepeda junto a las estatuas de Plinio y Don Lotario. Fotografía de Francisco Navarro

Javier Cepeda Rodrigo (Tomelloso, 1961) es una de esas personas inquietas que llena de contenido ese tiempo precioso que aparece con la jubilación. Tras un fructífero paso por la enseñanza, del que pueden dar fe muchos maestros, padres y  alumnos, Javi  le saca el jugo a la vida disfrutando de la literatura, el deporte y de esos buenos momentos que tanto le gusta compartir con la familia y amigos. Su pasión por la escritura le ha llevado  a la Media Fanega y en las redes sociales nos suele deleitar con escritos, en prosa y en verso, donde asoma una gran sensibilidad para hablar de cualquier tema, una pluma ágil y, sobre todo, una persona comprometida con la sociedad que le rodea.

Con el que será colaborador de La Voz de Tomelloso hemos quedado en la Cafetería Nueva York. Los ventanales enseñan un día frío y ventoso que contrasta con el ambiente acogedor del interior. De fondo se escucha el murmullo de las conversaciones de otros clientes y la voz de un locutor de televisión. Casi por inercia, el periodista se lleva al entrevistado a la mesa del rincón del fondo a la izquierda. Antes de meternos en faena, Javier recuerda una curiosa anécdota en la que se quedó encerrado en un ascensor con García Pavón que fue su vecino algunos años. Quién sabe si desde ese involuntario encuentro, la vena literaria de Javier Cepeda salió mucho más reforzada.

-Usted fue maestro de vocación, ¿echa de menos la enseñanza?

-Llevo dos años jubilados y, sinceramente, no la echo de menos. Es verdad que he tenido vocación, pero los maestros debemos ser vocacionales, también profesionales y tener siempre muy presente el compromiso de servicio público.

-Después de una singladura de 35 años en las aulas  ¿con qué se queda?

-Me quedo con la relación que he tenido con los alumnos. Salgo a la calle y me paro con mucha gente a la que he dado clase. Me quedo también con grandes compañeros que he tenido la suerte de tener y, sobre todo, me quedo con gente que tenía muchos problemas en la escuela, y ahora son empresarios o buenos trabajadores. Que yo haya podido aportar algo a esa evolución y progreso de las personas, es lo más gratificante. 

-¿Comparte la opinión de algunos colegas suyos que lo de ser maestro o profesor es cada día más complicado?

-Puedo estar de acuerdo sí, porque parto de la máxima que cuanto menos se tiene, más sencillo es.  En épocas más remotas el profesor o maestro era una persona muy reconocida, tenía más autoridad moral y generaba respeto. Pero poco a poco ese concepto se ha ido perdiendo. Recuerdo mis primeros años en Villamanrique, el maestro era algo, pero después se han ido sucediendo conflictos con las familias, que están siempre a la defensiva y a veces interpretan que la mejor defensa es un ataque. Pero ellos deben saber que los profesionales de la enseñanza siempre queremos lo mejor para sus hijos. La sociedad, la influencia de los medios de comunicación, ha generado unos valores de excesiva exigencia hacia los demás. Creo que hay que reconocer y apreciar mucho más el trabajo del otro. Y otro aspecto a analizar, es la pesada carga burocrática que hay ahora en los colegios. Hay que dedicar mucho tiempo al papeleo y ese tiempo se lo quitas al trabajo pedagógico.

-Desde la atalaya de su experiencia ¿qué consejo daría a un joven maestro de hoy?

-Le diría tres cosas. Primero, que tenga mucho contacto con los alumnos, un contacto afectivo para que detecte que el profesor es una persona de confianza que siempre le va a ayudar. Lo segundo que le aconsejaría es que adapte su trabajo a situaciones reales. Que no se reduzca todo a la explicación de una lección, se trata de que el alumno vea que lo que aprende le va a ser útil en la vida. Y por último le diría que fuera un maestro vocacional y profesional y que ame un oficio que es maravilloso.

-Ahora la literatura ocupa buena parte de su tiempo libre ¿de dónde le viene esa afición?

- Siempre he escrito. Cuando tenía 10 años y estaba en el colegio Cervantes, me gustaba la rima de esos romances que nos explicaban los maestros y ahí empecé a jugar un poco con las palabras. Con el paso del tiempo me fue atrapando la poesía, por ese juego de palabras y ritmo. Luego, como  todo el mundo, tuve una época que no fue la más feliz, y también escribía asiduamente porque necesitaba expresarme y contar todo lo que tenía dentro. Ya más recientemente, fabulaba cada cosa que veía por la calle. Me he prodigado mucho en escribir poemas a mis hermanos, a mis amigos, a mis compañeros…Es algo que tengo reunido en una serie que se llama retratos, guardo también una antología con todo lo que voy escribiendo, tengo también un libro de veinticinco cuentos  y las dos últimas cosas que he hecho son los reflejos poéticos a los cuadros de Antonio López Torres y las odas. Es una bagaje inédito que  tengo ahí. 

-Se ha integrado en el grupo literario Media Fanega ¿cómo se siente junto a estos amantes de la literatura?

-En ese grupo he encontrado sensibilidades muy dispares. Hay gente que escribe cosas románticas, otros se adentran en la filosofía, hay quienes se decantan más por lo terrenal, lo amoroso o lo reivindicativo. Me resultad admirable que gente que ha alcanzado su jubilación mantengan ese afán de seguir escribiendo. Me reconforta mucho estar en un grupo donde leemos y compartimos nuestros escritos. Puedo decir que está resultando una experiencia de lo más gratificante.

-¿Veremos la firma de Javier Cepeda algún día en la portada de un libro?

-He mandado cosas a algunas editoriales y alguna de ellas ha mostrado interés y obtuve mejor crítica de la que esperaba. Escribir poesía implica desnudarte un poquito, contar cosas de tu mundo interior…y bueno espero algún día poder publicar un libro sí.

-Escribir y hacerlo bien no es nada fácil ¿cómo se enfrenta usted al folio en blanco?

-Hay varios procesos. En ocasiones, antes de escribir tengo ya muy presente el poema en la cabeza. Una simple frase pueda alumbrar la creación de un poema. En mi vida diaria van surgiendo ideas y luego  voy buscando palabras que tengan relación con el tema que esté abordando. Una vez que tengo esas dos cosas, empiezo a estructurar el poema. Soy poeta de una sola tirada, no suelo cambiar o revisar el contenido de lo que hago, me quedo con lo que surge inicialmente. 

-¿Tiene algún poeta que le haya servido de faro o modelo?

-Uno de mis poetas referentes es Antonio Machado y hace poco he descubierto a Ángel González. Y diría un tercero, que quizá sorprenda, que es Joaquín Sabina. Ya sus canciones son su pura poesía, pero tiene un maravilloso libro de sonetos. Tiene un gran dominio del lenguaje y muchos recursos literarios. Es un genio.

-Su padre, el siempre recordado José María Cepeda, también tuvo una especial ligazón con la poesía…

-Yo, que soy un poco el archivero de la familia, tengo casi todo lo que escribió mi padre. Dedicó un poema a mi abuelo y recuerdo que le entusiasmaban los poetas de la tierra: Eladio Cabañero, Juan Torres, Valentín Arteaga…pero él no tenía la vena de escritor. El cantó poemas de Miguel Hernández, Lorca, Machado, Ramón Alarcón, Juan Torres…pero más que escritor era alguien que recitaba  muy bien. Solía trabajarse mucho las cosas que hacía, ya fuera un recital, una actuación de flamenco o una presentación. Precisamente, en esos cuentos de andar por casa de los que hablé antes, tengo uno titulado “Noche de farra” en la que cuento la historia de Enrique Morente que vino a Tomelloso y estuvo en mi casa. Y se pasaron horas y horas hablando de flamenco.

-Usted ha sido una persona muy implicada con el deporte y puede dar fe de su espectacular evolución…

-Con mi hermano Juan Carlos, años atrás solíamos dar una vuelta en el coche solo para ver la gente que hacía deporte ya fuera corriendo, andado, en bici…Es un placer Ciudad Deportiva y ver la gente que corre en la pista, otros que juegan al padel y al tenis, personas mayores que juegan a la petanca, los que acuden al gimnasio…De los cambios que se han producido en Tomelloso, el boom que ha alcanzado la actividad física ha sido uno de los más importantes. Ya no están solo los que hacen deporte, sino los que se cuidan. En mis tiempos jóvenes solo estábamos los del fútbol, unos cuantos que jugaban al baloncesto y alguien que corría  yse veía como un ser extraño  y recuerdo a Ángel Calabria. Ahora en Tomelloso abundan los maratonianos y deportistas que destacan en cualquier especialidad.

-Fútbol, baloncesto y atletismo son las tres disciplinas en las que se ejercitó ¿en qué modalidad se ha sentido más a gusto?

- Todas tuvieron su encanto y su momento. Recuerdo con cariño mi primera época de fútbol en la OJE con los Domingo, Becerra, Marcos, Galdón, Gamero, Serna, Treviño, Isaac Vega…No tenía muchas facultades. No era un portento físico, era más bien enclenque y no tenía la técnica depurada y visión de juego de mi hermano Juan Carlos. Me buscaba la vida como podía y explotaba mi intuición de cara al gol. El baloncesto ha sido uno de mis deportes preferidos, jugué en la liga local con el Basket 2003 y fui un poco de la mano de Pedro Luis Quevedo, hemos hecho muchas cosas juntos, y con Antonio Muñoz, que sabe mucho. En el San José reuní un buen grupo de chicas, luego en el Embajadores y más tarde en la escuela del Patronato. Me lo pasé muy bien enseñando baloncesto aquellos años, junto a Berna Blanco, que me ayudó mucho y el equipo alcanzó un nivel importante. Y luego aterricé en el atletismo donde también he disfrutado mucho y pude cumplir uno de mis mayores deseos: correr una maratón y acabarla. Conté con la ayuda de Fran Fernández que prepara los maratones como nadie. He entablado amistad con mucha gente gracias al atletismo. Y este deporte lo he compartido también con mi mujer, además de senderismo, que nos gusta mucho practicar por la tranquilar que proporciona y el contacto con la naturaleza. Hay que estar en movimiento siempre.

-¿Qué personas han marcado su trayectoria vital?

-Empezaría hablando de mi familia que es algo fundamental para mí, de la que vengo y la que yo he creado. A nivel de trabajo, donde conocí grandes profesionales, para mí fue un referente Rosa de Paz. Y en el ámbito deportivo te diré tres personas, una es Pedro Luis Quevedo, por lo mucho que hemos compartido; otra es Paco Gálvez, que hizo un trabajo descomunal con los jóvenes y también te mencionaría a la gran familia del Manchathon donde cultivé muchas amistades.

-La última, ¿le ilusiona ser colaborador de La Voz de Tomelloso?

-Llevaba tiempo planteándome colaborar con este medio y lo digo con total sinceridad. Los periódicos digitales te dan ese día a día y esa facilidad para poder colaborar. Me apetece, me hace mucha ilusión y espero aportar cosas que le resulten interesantes a los lectores. 


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