Como es costumbre, la serie tuvo un enorme éxito por lo que tarde o temprano había que lanzarla a la pantalla grande y con actores de carne y hueso pero hay un problema: ¿cómo adaptas una serie de tres libros con 61 capítulos de 20 minutos de duración? Lo más lógico es hacer una Trilogía como han hecho Peter Jackson con El Señor de los Anillos o Christopher Nolan con su Trilogía de Batman. En 2010 ocurrió dicha adaptación de la mano del director del Sexto Sentido, M. Night Shyamalan y el resultado fue nefasto. Hoy día nadie quiere recordar ese despropósito. Solo hay dos cosas buenas a destacar: la banda sonora compuesta por James Newton Howard y que gracias a ese fiasco un servidor descubrió la maravillosa serie de Nickelodeon.

Han pasado años y el 22 de febrero de la mano de Netflix vuelve Aang y compañía para romper la maldición de adaptar su leyenda. ¿Lo ha conseguido o es otro chasco?

Con un reparto de jóvenes actores como Gordon Cormier, Kiawentiio, Ian Osley, Dallas Liu, Paul Sun-Hyung Lee y Daniel Dae Kim entre otros, esta nueva adaptación se nota el amor por la serie original y sobre todo manteniendo esa esencia característica aunque también se toma alguna que otra libertad adaptando algún que otro capítulo y metiendo personajes posteriores del Libro Uno como es el caso de Azula, teniendo algún que otro capítulo para presentarla cuando realmente el personaje tenía más importancia en el Libro Dos.

Entiendo que la serie original, sobre todo esta primera parte eran 20 capítulos y hacerlo en solamente 8 episodios es difícil, sin embargo algún que otro secundario o terciario aparece o es mencionado.

Me encantan los personajes, han sabido mantener la psicología para empatizar con ellos sin embargo al ser más seria, echo de menos ese humor característico en algún que otro personaje, sobre todo en Aang al ser un niño y en Sokka, el alivio cómico en la original, aquí siendo un poco más serio pero con carisma. Con Iroh y Zuko plasman una bonita historia paternalista entre tío y sobrino pero además empatizas con este último aún siendo el antagonista que ansía capturar al Avatar para complacer a su padre, incluso la forma de ser del propio Iroh es igual dando esos sabios consejos a lo Maestro Yoda o Señor Miyagi.

En cuanto a la ambientación y criaturas es tal cual un fan lo imagina en la vida real. La ciudad de Omashu se siente viva, incluso Appa y Momo, las criaturas que acompañan al Equipo Avatar se ven calcados.

No podemos olvidar el trasfondo, porque sí, si algo destaca en Avatar es la mezcla de culturas orientales: La Nación del Fuego representa al Japón Imperialista, El Pueblo de la Tierra son los Comerciantes Chinos, La Tribu del Agua es la cultura Inuit y los Nómadas del Aire a los Monjes Tibetanos y eso lo plasman mejor que Shyamalan y sus hindúes imperiales con fogatas. Lo único que echo en falta es la maravillosa introducción en cada capítulo, apareciendo aquí únicamente en el piloto y rebajar la cámara lenta en algunas peleas, aunque para los distintos tipos de lucha con los elementos se nota el estudio y coreografía de éstos.

En conclusión, creo que al igual que One Piece, esta adaptación hace justicia a la serie animada, no la supera pero para ser el Libro del Agua lo ha hecho de forma decente y con esa esencia que me enamoró de la primigenia. En cierto modo no puedo esperar a ver el Libro de la Tierra y su posterior conclusión.