Opinión

Árboles singulares en Tomelloso: El ailanto centenario del Barrio Obrero

Joaquín Patón Ponce | Viernes, 15 de Marzo del 2024
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A principios del siglo pasado, después de arduas gestiones, llegó la máquina del tren a Tomelloso. Se trataba de una línea secundaria que unía las localidades de Tomelloso y Argamasilla de Alba con Cinco Casas. Por esta última población pasa la línea de Madrd a Andalucía.

Los trenes de principios de siglo pasado eran mucho más ruidosos y contaminantes que los actuales. La empresa concesionaria de la línea estimó que la plantación de ailantos en las zonas de la estación sería un acierto. O quizás esta misma empresa tenía buenas experiencias con la resistencia de estos árboles y malas con alguna otra especie.

El ailanto (Ailantus altissima) es un árbol dioico, o sea que tiene pies machos y hembras diferenciados. Se plantaron gran cantidad de estos árboles en toda la zona de la estación. Estos árboles no son lo más querido por los jardineros, pues tienen una capa de raíces muy someras de las cuales brotan con facilidad ramitas.

El Barrio Obrero está ubicado a unos 400 metros de la estación. La compañía concesionaria de la explotación del tráfico ferroviario construyó aquí, cerca pero no a lado de los trenes, dos bloques de casas para sus empleados más cualificados. Este es el barrio obrero.

 En los años 80 del siglo pasado se cerró la línea de trenes –esperemos que no para siempre- y quedaron sin utilidad las casas del barrio obrero. Intervino entonces La Parroquia de la Asunción de Tomelloso para reubicar en las viviendas de los antiguos ferroviarios a familias con pocos recursos.

 De los muchos árboles que plantó la empresa concesionaria de los trenes aún quedan en pie una decena. El más fuerte y mejor conservado de todos ellos es el situado más hacia la carretera de La Alavesa.

Este árbol lo han regado las familias que habitan actualmente las viviendas de los antiguos ferroviarios, sobre todo en los años de sequía. El ailanto no necesita regarlo ni muchos cuidados. Sin embargo, como hemos dicho alguna que otra vez refiriéndonos sobre todo a encinas, “a nadie le amarga un dulce”.

Este ejemplar presenta un excelente aspecto pues, aunque nunca alcanzará el tamaño de la encina de las delicias, en los meses de junio y Julio la belleza de sus ramilletes de flores es difícil de igualar.

Por tamaño, volumen de copa y grosor del tronco los hay mucho más destacables, sin ir más lejos, en nuestro término. Por encontrarse durante más de un siglo cerca de personas de la clase trabajadora, las cuales lo han cuidado y regado con mucha atención y casi diríamos que con cariño; este ejemplar es el primero.

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