El
aroma a incienso y primavera envuelven las semanas previas a los días del
Triduo Pascual. El ir y venir de túnicas de un lado a otro (suponemos que en
casa de mamá hay más sitio que en la nuestra), marca un antes y un después en
los preparativos de la fiesta por excelencia para los cristianos.
Las
tardes de días más largos se aprovechan para ir dando forma a los dulces más
típicos de la época, y aunque la comodidad de comprarlo todo hecho resulta
mejor, aun hay gente que se resiste a dar por extinguido el buen hacer de una
tarde de torrijas, flores y hojuelas.
Y
así nos preparamos en Tomelloso, endulzando la antesala de lo que se viene
encima. Unos días de ajetreo, con las primeras notas sonando por las calles
marcando paso a un trono aún vacio, con modistas dándolo todo por terminar
túnicas de última hora, floristas con pruebas de variopintos colores que den
color a las diferentes estaciones penitenciales, digamos… que esto ya está
aquí.
Tomelloso
ya prepara la procesión que en unos días marca la salida, y así sobre una
borriquilla, hará Su Entrada Triunfal la imagen de un Jesús alegre, sin dolor,
sin ataduras, con acompañamiento de un manto de palmas que le escoltan a su
llegada. Hoy todo es fiesta y bullicio, en unos días todo cambiará.
La
llegada de Jueves Santo envuelve el ambiente con un manto gris. La
representación de la Oración en el Huerto
inicia el cortejo denominado “La oración y juicio de Cristo”. Un juicio donde
no falta Pilato con el Ecce Homo, entregado por un traidor y
juzgado por un hombre justo. La siempre solitaria imagen de Jesús maniatado, se
muestra como la presentación más fría de la noche, este Medinaceli va a ser traicionado por su pueblo y canjeado por un
populista macabro. Y siempre cercano a El, su madre. Una imagen cuyo dolor no
lo lleva solamente en el nombre, sino en su precioso rostro.
La
mañana del Viernes Santo nos marca el camino hacia el “Gólgota”. Un pequeño niño a hombros nos muestra una Pasión Infantil peculiar, pastores,
vírgenes, romanos, san juanitos, etc. Y tras de ellos comienza el sufrimiento,
empezamos a ponerle color a esa traición. Rojo de flagelado, rojo de caída,
rojo de espina, rojo del peso de una cruz. “Camino del Calvario” nuestra esa
vía donde, representada por Jesús con la
Cruz a Cuestas, Jesús Pobre y Jesús del Perdón, nos marca su destino, una
llegada sin salida, una premonición hecha realidad. Y siempre la madre junto a
El. Cerca, muy cerca.
La
tarde del Viernes Santo es ya de color negro. Ya hemos llegado al Gólgota y su
verdugo lo amarra al madero sin piedad y una vez clavado lo exhibe ante todos.
Otro crucificado, clamando Misericordia
alza su mirada a un padre que sin clemencia ve como su hijo ha seguido la
profecía. Y ahí está, en su cruz, inerte, sin ápice de vida. Y bajo El su madre
y el discípulo amado. José entrega a María un cuerpo ya sin dolor, descendido de su morada de muerte lo
retiene en sus brazos hasta que, como en tradición Judía, es transportado hacia
el Santo Sepulcro. Y soledad, mucha soledad. María camina tan
solo con su dolor.
Silencio. La noche tiembla al redoble de
un tambor. Melodía de cadenas que gritan en la noche al rasgar el asfalto, y a
semejanza de nuestro Señor, portan una cruz para liberar sus pecados.
Y de
nuevo se cumple la profecía, “porque buscar de entre los muertos al que está
vivo”. El domingo de Resurrección empieza con El y el júbilo no se puede
disimular, Cristo Resucitado ha
vuelto entre nosotros a igual que lo hizo una semana antes, de forma triunfal.
Una
Pasión, Muerte y Resurrección peculiar de una ciudad que lo vive a su manera.
Centrada en los días del Triduo Pascual.
Sencilla, manchega, tomellosera. Así es nuestra Semana Santa. Os invitamos a sentirla, a vivirla, a descubrirla.
Andrés
Díaz Aliaga
Presidente
de la Junta de Hermandades y Cofradías de Semana Santa de Tomelloso
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Viernes, 26 de Abril del 2024
Viernes, 26 de Abril del 2024