Cuenta García Pavón en la Historia de Tomelloso que el
actual Cementerio Municipal de la ciudad data de 1861. Antes hubo otros lugares
de enterramiento en la plaza de España y en la Glorieta de María Cristina. De
la fanega y media que tenía la primera parcela que acogió al del Camino de Alcázar,
se ha ampliado hasta cerca de 8 hectáreas en la actualidad. Y al menos desde 1885,
según el padre de Plinio, ha habido un Castellanos sirviendo en el camposanto;
el primero al que hace referencia el escritor es a Faustino Castellanos, en la
epidemia del cólera morbo.
El actual responsable del cementerio es Lorenzo Castellanos,
es la quinta generación de empleados de esa saga familiar en el Municipio. Conoce
como pocas personas el camposanto de nuestra ciudad, que en estos días se
encuentra en pleno trasiego. Son muchas las personas que dan el último retoque
a las sepulturas de sus seres queridos. El personal de la necrópolis da el empujón
definitivo para que las instalaciones luzcan perfectas. Castellanos está muy
animado con la segunda edición de los Paseos por el Cementerio, que se han
ampliado.
“Sentimos con normalidad la cercanía de la muerte”
«El último camposantero que habitó la vivienda del
cementerio fue mi padre», asegura Lorenzo, que se llama como su progenitor.
«Se vino con 6 años y moró aquí con mi madre unos meses hasta que pudo
organizarse una vivienda en el pueblo porque la de aquí no reunía las condiciones
mínimas para vivir una familia dignamente». El actual responsable del
camposanto nunca ha residido en sus instalaciones, pero desde niño ha estado
ligado al cementerio «ha sido mi patio de recreo; los veranos los pasaba
aquí prácticamente enteros».
La cercanía con la muerte «ha sido algo que hemos vivido
desde pequeños, por eso lo sentimos con normalidad». Ante las insinuaciones
del periodista, Castellanos es rotundo, «mi padre nos decía que a los
muertos no hay que tenerles miedo sino a los vivos».
Ha cambiado, nos cuenta, la manera de acercarnos al cementerio «antes la mayoría de la gente solo venía de Santos a Santos, ahora la afluencia es prácticamente diaria». Nos parece un sitio tranquilo y evocador, alejado “del mundanal ruido”, salvando las distancias «ahora es como un parque, claro que con el respeto que todos le tenemos al lugar». No tiene Lorenzo ningún lugar predilecto del inmenso cementerio tomellosero «todo en su conjunto».