Que la vida va en serio, todos lo empezamos a comprender más
tarde. Es lo que, más o menos, dicen los dos primeros versos de “No volveré a
ser joven”, seguramente el poema más conocido de Gil de Biedma, muy presente en
“Goteras”. Precisamente eso, que la vida, la nuestra, hay que vivirla en
presente, cada segundo y que no es un juego es la moraleja del montaje de Borja
Rodríguez que se estrenó en el Marcelo Grande este sábado, y que recibió una
gran ovación del público. Una comedia de Marc de la Varga, interpretada por
Fernando Albizu, Gonzalo Ramos y Gloria Albalate que, todo hay que decirlo,
dejó en el cronista un regusto amargo, tal vez por la edad, o por reconocerse
—por reconocernos— en el escenario.
Toni (Gonzalo Ramos) es un joven guionista con un futuro prometedor.
Está el salón de su casa: un par de
ventanas y puertas, un sofá, mesitas y un afiche de Regreso al futuro. Se ve —en
el solvente y efectivo decorado— una escalera tras una pared traslucida y una
puerta cerrada que conduce seguramente al baño. Nuestro protagonista tiene 35
años, acaba de cortar con la novia y escribe para el teatro, las series o lo
que salga; va a estrenar —le dice a su madre por teléfono— en el Teatro Lara.
Es del Atleti y se encuentra en una de esas encrucijadas que nos depara la
vida. Se tumba y le cae agua de una gotera que viene del piso de arriba, que él
cree vacío.
Toni sube a ver que pasa y se encuentra con el responsable
de las goteras. Un señor de 68 años (Fernando Albizu) con problemas de
próstata, que vive solo, trabaja de guarda en un parquin… y es él treinta años
más tarde (lo dice el programa de mano, no hacemos espóiler). Cuando el Toni
del presente descubre “la vida de mierda” del Toni del futuro, emulando a Marty
McFly, quiere cambiar el continuo espacio tiempo corrigiendo las que, a juicio
de ambos, han sido malas decisiones.
A partir de ahí comienzan una serie de situaciones
disparatas provocadas por los cambios en el pasado. En una de esas mutaciones
entrará en escena Gloria Albalate, uno de los momentos más simpáticos del
montaje. Los noventa minutos de “Goteras” se nos hacen cortos, la obra tiene un
ritmo impecable, sin tiempos muertos ni diálogos y escenas “de relleno” y no abruma
al espectador. Combina la comedia con la reflexión, gracias al buen hacer de
los actores. Gonzalo Ramos compone con solvencia su personaje, un joven aparentemente
normal sobre el que descansa la obra; Fernando Albizu lleva a la perfección las
distintas variaciones de su Toni y Gloria Albalate es un torrente en su pequeño
papel. Desgraciadamente no pudimos apreciar completamente el gran trabajo
actoral: se nos perdieron algunas frases que no logramos escuchar con el tono
adecuado.
“Goteras” nos explica —y estamos en ello de acuerdo— que la
esencia de la vida no es el final sino el camino que recorremos y lo que en él
nos encontramos. A lo largo de la obra hay lugar para la crítica social, más o
menos explícita y para la reflexión sobre el sentido de la vida. Con la guardia
baja por las carcajadas, nos reconocemos (más o menos) sobre el escenario, nuestra
vida no ha sido como la imaginábamos.
Los actores recibieron un gran aplauso por parte del público del Marcelo Grande.
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Domingo, 4 de Mayo del 2025
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