El salón de plenos de la Diputación de Ciudad Real se llenó
este jueves de admiración y gratitud para recibir como consejero de Honor del
Instituto de Estudios Manchegos a Rafael Torres Ugena, médico, presidente de la
mayor cooperativa vitivinícola de Europa y firme defensor del binomio
cultura-territorio. Un nombramiento que, más allá del reconocimiento a una
trayectoria, se convirtió en una reivindicación de la cultura como fuerza
transformadora cuando se une a la raíz y la identidad de una tierra.
El presidente del Instituto, Alfonso Caballero Klink, y el
ex presidente regional y también historiador, José María Barreda, ejercieron de
padrinos del homenajeado, al que acompañaron numerosos consejeros del
Instituto, amigos, familiares y representantes institucionales. Entre ellos, el
alcalde de Ciudad Real, Francisco Cañizares; la vicepresidenta de la
Diputación, Sonia González; la viceconsejera de Cultura de Castilla-La Mancha,
Carmen Olmedo; y el concejal de Cultura de la capital, Pedro Lozano. De la
Cooperativa Virgen de las Viñas acudieron su director general, Enrique Cepeda,
y Esther Belló, del consejo rector.
Mejorar el mundo que nos rodea
Con emoción contenida, Torres agradeció al Instituto su
elección y compartió un discurso en el que hilvanó la historia de la cultura
del vino desde Mesopotamia hasta Tomelloso, reflexionando sobre el simbolismo
del vino, sus beneficios para la salud y el papel que ha jugado en el
desarrollo social y económico de su ciudad. “Defender el vino y el arte es
defender a la sociedad”, aseguró, reivindicando también la formación como base
de la libertad y el progreso.
Recordó cómo, sin desvincularse nunca del cariño por el
campo inculcado por su padre y su abuelo, ambos médicos como él, aceptó el reto
de liderar la cooperativa de su pueblo. Lo hizo rodeado de un equipo de
profesionales y con una visión clara: “mejorar el mundo que nos rodea”. Esa
idea germinó en una gestión ejemplar que ha dado lugar no solo a una referencia
internacional del sector, sino también a un certamen artístico con más de
150.000 euros en premios y al Museo de Arte Contemporáneo Infanta Elena, con
sede en Tomelloso, que hoy es un faro cultural en Castilla-La Mancha.
Almirante en el mar de viñas
Barreda, en su intervención, definió a Torres como
“almirante en el mar de las viñas”, subrayando que su gran mérito ha sido no
resignarse nunca a “aguantar e ir tirando”, sino aspirar siempre a mejorar,
combinando el humanismo con el liderazgo y la cultura con la economía. “No es
un hombre más que otro si no hace más que otro”, citó del Quijote, remarcando
que Rafael Torres “ha hecho mucho”.
También la vicepresidenta de la Diputación, Sonia González,
quiso destacar esa “visión estratégica” que ha logrado unir la cultura y la
agricultura como motores de desarrollo. “Rafael ha demostrado que se puede
transformar un territorio desde la innovación, la gestión eficiente y el
impulso a la identidad manchega”, afirmó. González valoró especialmente su
papel como mecenas, como referente del mecenazgo cooperativo, y su apuesta por
un modelo en el que la cultura no es adorno, sino cimiento.
En esa misma línea se expresó Carmen Olmedo, viceconsejera
de Cultura, que celebró el carácter pionero del Museo Infanta Elena y su
potencial de proyección internacional. “Desde el Gobierno regional apoyamos
esta iniciativa desde sus inicios y seguimos haciéndolo porque es única. Rafael
es un referente: sensato, generoso, con una experiencia admirable. Siempre ha
estado ahí para ayudar, para sumar”, dijo, visiblemente emocionada.
Por su parte, el concejal ciudadrealeño Pedro Lozano lo
definió como “una de las personas más influyentes a nivel cultural y económico
de la provincia”, subrayando su capacidad de liderazgo sereno, su esfuerzo y su
generosidad.
La ilusión y la perseverancia vencen al miedo
Rafael Torres, que se confesó “feliz, agradecido y
sorprendido” por este reconocimiento, se mostró especialmente impresionado por
la labor altruista del Instituto de Estudios Manchegos. “Son hombres de letras,
intelectuales que dedican su tiempo a promover la cultura, a dar conferencias,
organizar exposiciones… Es admirable. Todo eso redunda en el progreso de los
pueblos”, dijo. Y dejó claro que la cultura no ha sido para él una ocupación
secundaria, sino una forma de mejorar su entorno: “La ilusión y la perseverancia
vencen el miedo y evitan que crezca la mala semilla de la inacción”.
En la tarde en que fue recibido como consejero de Honor,
Rafael Torres reafirmó su apuesta por un modelo en el que el desarrollo rural,
el arte, el pensamiento y la identidad caminen juntos. Y lo hizo, como siempre,
con una copa de vino, la palabra justa y la mirada larga.
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Viernes, 13 de Junio del 2025
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