Tomelloso

Araceli Olmedo: “Me gustaría ver a más mujeres al frente de cooperativas y organizaciones agrarias”

La homenajeada en “Mujeres que cultivan el futuro” repasa su vida de lucha por la agricultura y la igualdad, y reivindica el papel de la mujer rural con pasión y gratitud

Francisco Navarro | Martes, 17 de Junio del 2025
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Hace algo más de una semana que Araceli Olmedo fue homenajeada en la jornada “Mujeres que cultivan el futuro”, que organizó la Asociación de Empresarios de la Comarca junto a ASAJA de Tomelloso por su trayectoria incansable y por su ejemplo inspirador. Junto a ella, fueron reconocidas también Ana Serna, Mari Carmen Navarro y Mamen Mota, por su apuesta valiente por la agricultura, la ganadería y el relevo generacional, respectivamente.

Días después charlábamos con Olmedo y nos confesaba que recibió el reconocimiento con gratitud, pero con pudor y humildad. “Fue por una trayectoria”, nos decía, “pero yo ya estoy retirada, o eso se supone, aunque mi agenda diga otra cosa”. Y es que, su compromiso con todo lo que ha defendido sigue igual de vivo que siempre “Mi lucha ha sido larga —reconocía—, pero ahora toca ver con alegría que las que vienen detrás pisan fuerte y saben muy bien por qué pelean”. Siempre combativa, echa de menos a más mujeres al frente de las cooperativas o las organizaciones agrarias

El agua no tiene color

Durante la conversación, Araceli Olmedo insistió una y otra vez en unos de los motivos de su vida, el de la dignidad del campo. Porque ella no solo fue la primera mujer en presidir una comunidad de regantes del acuífero 23 —la más numerosa entonces, con sede en Alcázar de San Juan—, sino que lo hizo en tiempos en los que ser mujer en un mundo de hombres requería no solo conocimiento y esfuerzo, sino también temple y una paciencia militante. “Tuve siempre el respeto de mis compañeros, y eso es algo que agradezco. Mis regantes me eligieron y me apoyaron. Donde encontré más guerra, eso sí, fue en la política”, nos contaba.

Olmedo, que no habla desde el resentimiento, sino desde la tranquilidad de la experiencia, señalaba que “el agua me enseñó que no tiene color, y eso me hizo aprender que por encima de los partidos están las personas”. Es por eso que mantiene un discurso sin aristas, sino con raíces. Y de ellas ha brotado una generación de mujeres que vienen pisando fuerte, como sus compañeras de homenaje, Ana Serna, Mari Carmen Navarro y Mamen Mota.

“Ya no somos mujeres florero, somos mujeres de verdad, de la buena”

“Comparten algo muy importante conmigo: la esperanza. Las vi con esa energía que solo da la juventud cuando tiene claro su propósito. Están cultivando no solo el futuro, sino una manera nueva de habitar el campo, con profesionalidad, con decisión, con fe en lo que hacen”. Olmedo insistió en la importancia de abrirles camino, de darles espacio, de reconocerles su sitio en un sector que durante décadas ha invisibilizado el esfuerzo callado de las mujeres. “Ya no somos mujeres florero. Somos mujeres de verdad, de la buena”.

Cuando le preguntamos por los inicios, nuestra interlocutora se remontó a la época de las mulas y los surcos bajo el sol, a cuando el campo era un sacrificio extremo y la mecanización era apenas un sueño. “Era duro para los hombres —recordaba—, pero aún más para las mujeres. Ellas hacían de todo: ayudaban en el campo, llevaban el papeleo de las explotaciones, cuidaban de la casa, de los hijos, de los mayores... y todo eso sin sueldo, sin título y sin reconocimiento”. De ahí su firme defensa de una memoria que no debe borrarse ni edulcorarse, “esas mujeres no necesitan un aplauso, necesitan cuatro estatuas y un sueldo. Porque han sostenido el campo sobre sus espaldas”.

“Estoy muy enfadada con lo que pasa con nuestros agricultores”

Con la misma vehemencia criticó la situación actual del agricultor, marginado por unos precios injustos. “Estoy muy enfadada con lo que pasa con nuestros agricultores. Los que se endeudan, los que arriesgan, los que madrugan… acaban vendiendo a precios de miseria, mientras en la tienda te clavan casi dos euros por un kilo de melones”. En ese sentido, Olmedo aboga por el consumo local, “yo pido producto de aquí. Las mujeres, que llevamos la compra, tenemos poder. Y debemos ejercerlo. Primero, que sea español; luego, que sea manchego; y si puede ser de Tomelloso, mejor”.

La jornada del pasado sábado sirvió para algo más que un reconocimiento, fue una confirmación de que el legado de mujeres como Araceli Olmedo no ha caído en saco roto. Que su palabra, su ejemplo y su lucha siguen inspirando a quienes hoy recogen su testigo. Ella lo tiene claro: “no me hacen falta estatuas. Me basta con saber que nuestras mujeres agricultoras ya tienen voz, ya tienen fuerza, ya tienen su sitio. Eso sí que es un premio”.

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