Hay días que no se olvidan. Momentos que se graban a fuego
en el alma. Y este jueves festivo ha sido uno de esos para Adoración Mendoza,
una mujer que está a punto de cumplir 90 años y que sigue enseñándonos que los
sueños no tienen fecha de caducidad. Rodeada del cariño de un grupo de amigos,
Adoración ha vivido una experiencia inolvidable: volar en globo sobre su
querida tierra, Tomelloso.
El vuelo fue una sorpresa organizada con todo el amor del
mundo por personas que conocen bien el corazón inmenso de esta mujer solidaria,
voluntariosa, cercana y eterna. Una mujer que lleva más de 20 años entregando
su tiempo y su energía al voluntariado, a los demás, a las causas justas.
Adoración es un símbolo vivo de generosidad, ternura y compromiso, y este
homenaje desde el cielo ha sido tan merecido como mágico.
Amanecer entre nubes
La jornada comenzó a las 5:45 de la madrugada, cuando el
grupo se reunió en el restaurante Peñarroya lleno de ilusión, nervios y
emoción. A las 7:30 de la mañana, el globo alzó el vuelo y sobrevoló Tomelloso.
Desde el cielo, la vida se ve diferente, más bella, más frágil… más intensa.
Una experiencia que despertó emociones y recuerdos en todos los participantes.
Tras aterrizar, el grupo se dirigió a las Lagunas de Ruidera
para completar el día con una comida en hermandad, rodeados de naturaleza,
conversación y sonrisas. Fue la forma perfecta de alargar la magia. El sueño no
terminó hasta las 21:00 horas, por lo que Adoración vivió 16 horas seguidas de
emoción, cariño, sorpresas y amor verdadero. Dieciséis horas de vida plena.
Una respuesta inesperada
Hace apenas dos semanas, la idea de cumplir su sueño se
compartió en redes. En 48 horas se llenaron todas las plazas y se generó una
larga lista de espera. No todos los días se vuela en globo, pero volar con
Adoración Mendoza solo sucede una vez en la vida.
Las diez personas afortunadas que compartieron este vuelo
han coincidido en algo: la emoción fue tan alta como el vuelo mismo.
Testimonios que emocionan
Para Carmen María Serrano, el ambiente en la cesta del globo
fue una fiesta de alegría y complicidad. José Luis Román se quedó maravillado
al ver desde el aire el cuidado de nuestros campos, ese mar de viñas tan
nuestro. Isabel Cañas, entre lágrimas, sintió cómo la Virgen de las Viñas
extendía su manto protector sobre Tomelloso, contemplando desde el cielo la
belleza de nuestra tierra.
Ana Ponce destacó la valentía de cada participante, muchos
de los cuales no se conocían entre sí, pero compartieron el mismo deseo: hacer
realidad el sueño de Adoración. María José López, una de las impulsoras del
evento, lo tenía claro: la felicidad de Adoración era el único destino posible.
Rocío Castro vivió un momento especial al ver a Adoración,
con casi 90 años, junto a Sara Ballesteros, de apenas 10. “El principio y el
final de la vida compartiendo el mismo cielo. Los mismos ojos llenos de
ilusión”, dijo emocionada.
José Ángel Perona, compañero de batallas solidarias con
Adoración, no podía faltar. Su admiración por ella es profunda y sincera, como
lo es su compromiso con las causas sociales. Y Sara, esa niña que recibió el
vuelo como regalo de cumpleaños, vivió uno de los días más especiales de su
vida. Un regalo del cielo, literalmente.
Luis Ballesteros, organizador y motor de este sueño, dijo
emocionado:
“Cumplir sueños ajenos también es una forma de vivir los tuyos. Adoración es
una leyenda viva de Tomelloso y su nombre merece estar grabado en nuestras
calles, en nuestra historia y en nuestros corazones”.
La empresa VuelaenGlobo.com se volcó por completo con esta
experiencia. Adaptaron todo para que Adoración y su grupo pudieran disfrutar
con seguridad, comodidad y emoción de este momento único. Pronto se publicará
un vídeo que recogerá toda la magia vivida.
Una lección de altura
Desde el cielo, Tomelloso se ve distinto. Se ve más bello.
Más nuestro. Y desde las alturas, uno entiende que la vida es un regalo, que
somos pequeños y frágiles, pero capaces de hacer cosas inmensas cuando nos
unimos desde el amor.
Este jueves no solo voló un globo, voló un sueño. Y Adoración Mendoza, con su luz, nos recordó que vivir con el corazón abierto es lo más cercano a la eternidad.
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