Opinión

Pon un sistema sanitario en el que todos cuentan y cada mano importa

Eva María Baos y Javier Rubio Chacón | Martes, 2 de Septiembre del 2025
{{Imagen.Descripcion}}

En nuestro país existe una realidad que rara vez se aborda de manera honesta: la jerarquía profesional dentro de la sanidad. Durante años se ha impuesto un modelo piramidal que enfrenta a colectivos en lugar de cohesionarlos, cuando la esencia del sistema debería ser el trabajo en equipo y el reconocimiento de cada especialidad.

Los nutricionistas, por ejemplo, poseen conocimientos válidos y útiles para la salud pública, pero muchas veces se les relega a un segundo plano. Lo mismo ocurre con los técnicos en curas de enfermería, profesionales que, tras décadas de experiencia, se ven cuestionados por jóvenes graduados que acaban de salir de la facultad. Esta dinámica de “quién pisa a quién” se repite en distintos niveles: enfermeros frente a médicos, técnicos frente a enfermeros, y así sucesivamente.

Cuando las titulaciones se transformaron y se sustituyeron las antiguas licenciaturas y diplomaturas por grados universitarios, se abrió un nuevo frente de conflicto. En el pasado, la brecha entre ambas era clara: seis años de formación frente a tres. Hoy, con los grados situados en el mismo nivel académico, ha surgido la pugna por el reconocimiento administrativo. Un enfrentamiento que, lejos de aportar mejoras al sistema, solo genera tensiones y desvía la atención del verdadero propósito: ofrecer la mejor atención posible a los pacientes.

En un espacio todavía más silenciado se encuentran los técnicos de radiodiagnóstico, laboratorio o anatomía patológica, dietética y otros que han ido surgiendo. Son profesionales formados, imprescindibles y con una enorme responsabilidad, pero permanecen en la sombra de la medicina moderna como si fueran piezas de un engranaje invisible a ojos de la sociedad.

Y, en el último peldaño de esta escala, hallamos a los técnicos en emergencias sanitarias, los populares “ambulancieros”. A lo largo de la historia han sido denominados de mil maneras —camilleros, pisapedales, choferes—, casi siempre de forma despectiva. Sin embargo, son ellos quienes acuden a recoger heridos, atender emergencias y procurar que un paciente llegue vivo al hospital. Muchos de estos profesionales cuentan con más práctica y pericia en urgencias que médicos o enfermeros recién graduados, y no han dejado de formarse, de organizar cursos y jornadas, y de reivindicar su papel, su profesión. Aun así, todavía hoy en algunas comunidades autónomas se envía una ambulancia con un único técnico, encargado de conducir y atender al paciente al mismo tiempo. Una situación a mi parecer insostenible en la España de 2025.

Por todo ello, es urgente reorganizar el mapa sanitario. Reconocer y dignificar a todos los profesionales no es solo una cuestión de justicia: es una necesidad para el futuro de nuestro sistema de salud. No se trata de títulos ni de rangos administrativos, sino de reconocer el valor de cada profesional. La experiencia, la especialización y la práctica son tan importantes como el título académico. Si queremos una sanidad más humana y eficiente, debemos dejar de enfrentarnos por rangos administrativos y empezar a construir un modelo colaborativo. Médicos, enfermeros, técnicos y ambulancieros son piezas de un mismo engranaje: ninguno sobra, ninguno es menos, y todos deberían ser tratados con la dignidad que merecen. Si no lo asumimos, perderemos la fuerza de un sistema sanitario en el que todos cuentan y cada mano suma.

291 usuarios han visto esta noticia
Comentarios

Debe Iniciar Sesión para comentar

{{userSocial.nombreUsuario}}
{{comentario.usuario.nombreUsuario}} - {{comentario.fechaAmigable}}

{{comentario.contenido}}

Eliminar Comentario

{{comentariohijo.usuario.nombreUsuario}} - {{comentariohijo.fechaAmigable}}

"{{comentariohijo.contenido}}"

Eliminar Comentario

Haga click para iniciar sesion con

facebook
Instagram
Google+
Twitter

Haga click para iniciar sesion con

facebook
Instagram
Google+
Twitter
  • {{obligatorio}}