Desfile previo. La salida ha tenido lugar desde el olivo donde confluyen las calles Oriente y Socuéllamos, en una preciosa comitiva formada por los grupos folklóricos El Bombo, Virgen de las Viñas y Manantial del Vino; las Madrinas y Padrinos, autoridades; el vendimiador del año, Eusebio Becerra y los carros y reatas. Han llamado la atención esos colmos de uvas geometricamente colocados y esas bravas arrancadas de las mulas. El alegre pasacalles ha llegado hasta la bodega, donde los carreros han mostrado su destreza en el manejo de los animales que fueron colocados perfectamente, aunque no sobraba espacio. En la bodega, un público expectante aguardaba el comienzo del acto donde pudo ver una formidable muestra de folklore, con tres grupos que investigan y mantienen vivas las tradiciones de la ciudad. Estas jotas y seguillas que cantaron, tocaron y bailaron sobre una báscula que se movía y hacía reir a los bailaores fueron sencillamente deliciosas, mucho más viendo como nuevas generaciones cultivan también las tradiciones con desparpajo e ilusión. Cada grupo ha interpretado dos piezas y los aplausos, no era para menos, sonaron muy fuerte. Entre medias, Zoílo y Ángel Morales se han aplicado en la pisada de la uva y la obtención del grado, al modo que se hacía antes. Y lo han hecho con una destreza y gracia inigualables.

Una gran presentación desde la cercanía.  Francisco Navarro, muy allegado a la familia Becerra, ha llevado a cabo una estupenda presentación desde la cercanía, contando con un bello lenguaje la trayectoria vital de un hombre que trabajó en el campo siendo un niño para obtener muy pronto el “titulo de peón”. Una vida de esfuerzo en la que había que podar, emparrar, sembrar melones en verano y que compaginó durante muchos años con su oficio de chófer en la empresa de autobuses de Madrid. Gracias a los ahorros y préstamos “religiosamente pagados” fue adquiriendo picos de tierra hasta conformar un patrimonio que fue defendiendo toda la familia. “Langosta es un tomellosero hecho a sí mismo, es por encima de todo una buena persona, que ha trabajado sin hiel para el bienestar de los suyos, pero además lo ha hecho con una sonrisa en los labios y siempre con una palabra amable. Llega a la edad dorada después de plantar muchas vides, con tres hijos, seis nietos e incluso habiendo escrito un libro”.

La emoción se apoderó del agasajado cuando Navarro recordó a Mari, su mujer. “Hace unos años se le cayó el andamio que soportaba a la familia. Se le ha ido, después de 65 años juntos, Mari, la educadora, la economista, una mujer irremplazable…y ahora tiene que emprender cada mañana la dura tarea de vivir cada día sin su eterna compañera”.

Eusebio Becerra, la humildad y el amor a Tomelloso por bandera. Al ser investido Vendimiador del Año con la típica blusa tomellosera, la emoción se apoderó de Eusebio que dedicó el título a Mari, mirando al cielo, y a todo Tomelloso. “Este pueblo siempre siempre será muy grande por los hombres y mujeres que lo forman”, dijo para fundirse después en un emocionado abrazo con el alcalde que destacó la humildad y el amor por Tomelloso que este hombre lleva por bandera. “Eusebio pertenece a una generación que formó nuestro presente y que al mismo mantuvieron una fe inquebrantable en el futuro. Un hombre honrado, emprendedor, trabajador, ahorrativo y dinámico que es un ejemplo para todos”.

Su hijo Eusebio habló en representación de toda la familia y lo hizo desde el corazón. “Trabajó de sol a sol, a veces con los contratiempos de factores que, a veces, se llevaban su cosecha por delante, pero nunca la ilusión. No habrá un embajador de Tomelloso mejor que mi padre, ama a su pueblo, a su cooperativa y a su Virgen de las Viñas. Mis hermanos y yo te agradecemos la educación que nos disteis mama y tú, sin duda, es de largo la mejor viña que vamos a heredar”, dijo, sobreponiéndose a la inevitable emoción y reconfortado por la ovación final de un público que dio calor a esta entrañable familia tomellosera en una inolvidable tarde.